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Biografía de Friedrich Von Bernhardi

San Petersburgo, 1849 - Kunnersdorf, 1930

General alemán que fue el teórico militar alemán más influyente de principios del siglo XX. Nacido en el seno de una familia estonio-alemana, su padre era el diplomático e historiador Theodor von Bernhardi, quien trabajó para el servicio de asuntos exteriores alemán bajo el canciller von Bismarck.

Friedrich von Bernhardi ingresó a edad temprana en la caballería prusiana. En 1870, cuando el ejército prusiano ocupó París, fue, al parecer, el primer jinete que cruzó el Arco de Triunfo de la capital francesa. Posteriormente alcanzó el rango de general de la Armada y entre 1898 y 1901 dirigió la sección de Historia de la Guerra del Estado Mayor. Se retiró en 1909, cuando era comandante general del VII Cuerpo del Ejército.

Bernhardi no alcanzó una posición destacada en las filas del ejército imperial alemán, pero consiguió notoriedad a raíz de la publicación en 1912 de su obra Deutschland und der nächste Krieg (Alemania y la próxima guerra), concebida como segunda parte de Vom heutigen Kriege (De la guerra actual), obra que pretendía poner al día el clásico de Claussewitz Sobre la guerra.

El libro se tradujo a numerosas lenguas y tuvo un éxito inmediato, siempre rodeado de polémica. Escrito en el momento álgido de la crisis de Agadir de 1911, en él Bernhardi expresa su malestar por la actuación alemana en el conflicto de Marruecos, ya que consideraba que el gobierno del Káiser Guillermo II se había mostrado pusilánime frente a Francia y Gran Bretaña al preferir la resolución negociada de la crisis a un enfrentamiento bélico.

Esta crítica se insertaba en el marco más general de la teoría bernhardiana sobre la guerra. En Deutschland und die nächste Krieg, el autor anunciaba el estallido inevitable de una guerra de dimensiones europeas en la que Alemania tendría que enfrentarse a una gran coalición enemiga por el reparto de los dominios coloniales y, por lo tanto, de los grandes recursos económicos.

Escribía Bernhardi: "En un territorio igual al de Francia, Alemania alberga sesenta y cinco millones de habitantes, mientras que Francia sólo cuarenta. Esta enorme población aumenta en un millón cada año. En breve será imposible que la agricultura y la industria de nuestra patria aseguren un trabajo remunerado a esa masa de hombres siempre creciente. Por ello, necesitamos expandir nuestro dominio colonial e impedir que la emigración alemana contribuya a aumentar la población de nuestros rivales. Mas, dado el reparto político actual de la tierra, únicamente podemos conseguir nuevos territorios a expensas de otros países, mediante la guerra o la diplomacia".

No obstante, Bernhardi consideraba que la diplomacia carecía de medios efectivos para expandir la esfera de dominio alemán y lanzaba sin ambages un llamamiento a la guerra. Además, atacaba la voluntad pacifista que, según él, se había instalado en parte de la sociedad alemana de su tiempo.

Estos puntos de vista se correspondían con el ideario de la ultraderecha nacionalista de la Liga Pangermánica y, en un sentido más amplio, con el del darwinismo social. Para Bernhardi, la guerra era un derecho y un deber, "un factor indisociable de la civilización" y un imperativo biológico que escapaba a la voluntad de los hombres y que se situaba, pues, en el orden del instinto. De esta forma, nociones darwinistas como la supervivencia del mejor adaptado o el éxito del más fuerte eran extrapoladas a la política, de lo que deriva una concepción de la historia en la que las naciones eran entidades que luchaban entre sí por la supervivencia.

Dentro de esta concepción, la guerra era una parte natural de la pugna por la vida. En este sentido, Alemania sólo podía optar entre "el poder mundial o la decadencia", entre el expansionismo o la muerte. Por otra parte, Bernhardi estaba muy influido por el ideario racial y xenófobo del historiador Heinrich von Treitschke, que proclamaba la superioridad de la raza germánica sobre el resto de los pueblos. Según Bernhardi, "no hay otra nación sobre la faz de la tierra que sea tan capaz de absorber y asimilar todos los elementos de la cultura, de insuflarles las reservas de su herencia espiritual y de devolverle a la humanidad dones más ricos de los que recibió".

Invocando los principios del darwinismo social y la lógica de la historia unida a ellos, y citando a Otto von Bismarck como autoridad predilecta, Bernhardi defendía la necesidad de emprender una guerra ofensiva para la que Alemania debía prepararse física y mentalmente. Según él, negociar con las grandes potencias rivales o mantener una política defensiva eran síntomas de debilidad que podían tener fatales consecuencias para el futuro de la nación (esta predilección por la guerra ofensiva era una de las muchas herencias que Bernhardi conservaba de las doctrinas militares de Claussewitz)

La obra de Bernhardi causó un gran revuelo en Alemania, donde fue muy bien recibida por la derecha ultranacionalista, y contribuyó a alimentar el temor a una agresión bélica por parte de los aliados y a crear un estado de opinión favorable a la guerra. Pero, sobre todo, alcanzó notoriedad en Inglaterra, donde los germanófobos la utilizaron como propaganda para probar las intenciones belicosas del imperialismo alemán. El libro supuso un gran éxito de ventas y, en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, iba por su novena edición en inglés. Otras obras de Friedrich von Bernhardi son: Unsere Kavallerie im nächsten Kriege; Reiterdienst; Taktik und Ausbildung der Infanterie; Aus dem Leben Theodor von Bernhardis (biografía de su padre); y Deutschland Heldenkampf, 1914-1918 (historia militar de la Primera Guerra Mundial, publicada en 1921).

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(Henriette Rosine Bernard; París, 1844 - 1923) Actriz de teatro francesa, considerada a menudo la mejor actriz de todos los tiempos. Era hija de una familia judía de origen holandés, aunque fue bautizada y educada en la religión católica por disposición de su padre en el testamento. Se formó en el monasterio de Grands Champs, en Versalles, en cuyo pequeño teatro comenzó a actuar en funciones colegiales. Estudió interpretación en el Conservatorio de París desde 1858, por consejo del duque de Morny, y fue discípula de Prevost y Samson. Allí obtuvo el segundo premio de comedia y tragedia al acabar sus estudios

Interpretó en alguna ocasión, aunque con poco éxito, obras cómicas, y triunfó en la tragedia y el melodrama. Con un hijo de una pareja anterior, contrajo matrimonio con Jacques Damala en 1882 y se separó de él en 1883. Su primera actuación en la Comédie Française fue como Iphigénie, en Iphigénie, de Racine (1862), sin mucho éxito, como tampoco lo obtuvo en el Gymnase en 1863. Su espíritu independiente hizo que, al día siguiente del estreno de Un mari qui lance sa femme, de Deslandes (1864), en el Gymnase, en la que desempeñaba uno de los papeles protagonistas, saliera de París dejando una nota con las palabras "Perdonad a esta pobre loca...".

Viajó por España y, al regresar a París, no encontró teatro alguno que le permitiese trabajar. Finalmente pudo interpretar el papel de Pricesa Désirée en La biche aux bois, de Coignard. Entró en el Odéon gracias a la protección de Camilo Doucet y de Duquesnel y debutó como Silvia en Le jeu de l´amour et du hasard, de Marivaux (1866). Quizá las obras con que consiguió mayor éxito aquí fueron Athalie, Ruy Blas, Rey Lear y Le Passant. Conquistó al público por su dicción perfecta y su voz armoniosa, así como por su distinción y el sentimiento que imprimía a sus caracterizaciones.

En este Théâtre de l´Odéon organizó en 1870 un hospital para los heridos en el cerco de París, durante la guerra franco-alemana, y abandonó temporalmente el teatro; pero volvió a la Comédie Française en 1872, contratada por Perrin en condiciones muy ventajosas, y llegó a ser sociétaire en 1875. La primera obra que hizo en esta nueva etapa en la Comédie fue Mademoiselle de Belle-Isle, el 6 de noviembre de 1872, con la que no tuvo tanto éxito como con Britannicus.

A partir de entonces, todas sus interpretaciones recibieron una acogida excepcional en el público y en la crítica. En 1874 hizo Phèdre, de Racine, que el público había visto representar a la famosa actriz Rachel; no obstante, el triunfo de Bernhardt fue completo. Su intuición en captar la psicología de los personajes se complementaba con el talento que mostraba en sus arranques de pasión intensa y en sus exhibiciones de sentimiento y de patetismo, y su voz se hizo famosa como la voix d´or. El público llenaba los teatros y la idolatraba

Debutó en Londres en 1879 con la compañía de la Comédie Française y también obtuvo un éxito sin precedentes. De regreso a París, tuvo una salida controvertida de la Comédie en 1880; cansada del trabajo metódico de la compañía, al día siguiente del estreno de L´aventurière, de Augier (17 de abril de 1880), presentó su renuncia a su puesto de sociétaire con la excusa de una mala crítica en prensa. Se retiró a una casa que tenía cerca del Havre, y Perrin, gerente de la Comédie, la demandó ante los tribunales para exigirle una indemnización de 300.000 francos. Los jueces condenaron a la actriz a pagar 100.000 y las costas.

Mientras, Sarah Bernhardt montó su propia compañía en 1880, con la que hizo la primera de sus muchas giras por los Estados Unidos de América en 1881 y ganó cientos de miles de francos. Fue durante este viaje cuando se casó con el actor de origen griego Jacques Damala. De regreso a París, dirigió una compañía en el Théâtre Ambigu en 1881 con su hijo Maurice; montó otra compañía en el Théâtre du Porte Saint-Martin entre 1883 y 1886; estrenó Fédora, de Sardou, en el Vaudeville (1882); Nana Sahib, de Richepin (1883), en el Théâtre du Porte Saint-Martin; y Macbeth, de Shakespeare (1884), en el mismo teatro. En la escena del sonambulismo de Lady Macbeth obtuvo uno de los mayores éxitos de su carrera

Se declaró en bancarrota en 1883, pero con los inicios de la década de los noventa se embarcó en una gira mundial entre 1891 y 1893; partió hacia Nueva York el 23 de enero de 1891 y llegó allí el 5 de febrero, con un contrato que le daba una parte considerable de los ingresos de taquilla. Allí publicó un artículo titulado "El idealismo y el realismo en el arte". En Australia tuvo conflictos con el público; luego pasó a Egipto y, finalmente, a Europa en mayo de 1892, después de dar 303 funciones de Tosca y 46 de Cleopatra. Desde entonces sólo actuó por cuenta propia.

De vuelta a París se asoció con Coquelin para representar L´Amphitryon, de Molière, y Magda, de Sudermann. Fue por aquel entonces cuando una de las actrices de la compañía con la que había viajado a América escribió Les voyages de Sarah Bernhardt en América y una segunda parte, Mémoires de Sarh Barnum, en las que criticaba a la Bernhardt, que había llegado a darle un latigazo en la cara y a batirse en duelo a florete con ella. Sarah Bernhardt, ajena a la polémica, dirigió entonces el Théâtre de la Renaissance (1893-1899) y alquiló el Théâtre des Nations, que tomó el nombre de Théâtre Sarah Bernhardt (1899-1923), donde representó el papel de Hamlet y, entre otras obras, L´aiglon, de Rostand (1900).

Reunió fondos para los heridos de la Primera Guerra Mundial y sufrió la amputación de la pierna derecha en 1915. Su última gira por los Estados Unidos de América fue en 1916-1918 y su última temporada en Londres en 1921. Recibió la Légion d´Honneur en 1913. Su muerte la sorprendió en el rodaje de La voyante en 1923, a pesar de haber convertido la habitación de su hotel en un improvisado estudio para evitar los traslados y las molestias

La carrera de Sarah Bernhardt fue larga y dilatada. Interpretó papeles muy alejados de sí misma, tanto en sexo como en edad; así, por ejemplo, en La Gloire, de Rostand, o en Athalie, de Racine. Una de sus creaciones más famosas fue en L´Aiglon, de Rostand, sobre el único hijo de Napoleón, muerto a los veintiún años, que Sarah Bernhardt representó cuando tenía cincuenta y seis. Aun en sus últimos años, su voz mantuvo el timbre cristalino y puro que llevó a Marcel Proust, después de verla representar Phèdre, a inmortalizarla como la gran actriz trágica La Berma, en la novela A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido)

Bernhard abandonó la Comédie Française cuando sólo tenía treinta y cinco años, un momento temprano de su carrera, por las coacciones que recibía debido al estilo tradicional de actuación que la Comédie imponía a sus miembros. Entre los triunfos conseguidos allí destacan sus interpretaciones de Cordelia en Rey Lear y La Reina en Ruy Blas, la obra en que, según ella misma dijo, presentó "el arco iris completo de sentimientos distintos" en un papel que siempre había estado oscurecido por el resto de los personajes. Otro papel importante fue Athalie en la obra del mismo título, al que no interpretó como un tirano violento y temperamental (tal y como se hacía tradicionalmente), sino con una dulzura susurrante que destilaba todo el veneno del texto de Racine

Bernhardt trabajó en una tradición teatral en la que el público iba a contemplar a la actriz más que a la obra. Su fama como uno de los grandes monstres sacrés le permitió interpretar a Racine con enorme éxito en Londres. En 1880 obtuvo uno de sus mayores éxitos en Londres y Nueva York en el papel de la actriz francesa del siglo XVIII Adrienne Lecouvreur, en la obra de Scribe. El hecho de que la Lecouvreur hubiera rechazado ser enterrada en suelo sagrado sirvió para remarcar sus sufrimientos y el cambio de categoría que la profesión de actor había conseguido en la sociedad de Bernhardt.

El repertorio romántico francés le dio los papeles de mayor éxito de su carrera; entre ellos destaca el de la cortesana desgraciada que protagonizaba la adaptación de la novela de Alejandro Dumas, hijo, La Dama de las Camelias (1884). Cuando interpretó este papel en Viena en 1889, la escena de la muerte fue tan impresionante que varias de las señoras del público se desmayaron, y en París, donde solían acabarse las representaciones cantando la Marsellesa, ella dirigió el canto, que se repitió hasta cuatro veces, con el público deshecho en lágrimas

Las grabaciones de su voz son tan antiguas que es difícil percibir en ellas su timbre característico, y la película sobre Hamlet en la que actuó cuando tenía cincuenta años tampoco hace justicia a sus cualidades. Bernhardt revolucionó el modo en que solía interpretarse este papel para los públicos inglés y francés; ella recitaba el "Ser o no ser" en un tono meditativo, un susurro a media voz, en vez de hacer uso de la declamación retórica puesta de moda por los actores de principios del siglo XIX, o aparecía de repente detrás del rey mientras los cómicos representaban la obra de Hamlet para espantarle y hacerle caer en el paralelismo con su propio crimen. Su interpretación intentaba acercarse a las innovaciones del siglo XX y las traducciones en prosa de las obras de Shakespeare sirvieron para que el público descubriera a ese autor. No respetaba totalmente los textos. Su triunfo con Hamlet en 1899 fue precedido de las opiniones de los críticos franceses sobre su interpretación de Lorenzo en Lorenzaccio, de Musset. Su adaptación de la obra la redujo a una versión que quedó fija hasta la reposición de Gérard Philipe en los años cincuenta.

Sus inquitudes artísticas llegaron incluso a las artes plásticas y a la literatura; publicó obras de teatro, relatos y otros textos. Se la llamó "Reina de la postura y princesa del ademán". Entre sus excentricidades se cuentan sus viajes en globo, algunas pantomimas que representó o el hecho de que se mandó construir un lujoso ataúd, forrado de terciopelo violeta, que siempre iba con ella y en el que se acostaba con frecuencia. Alta y delgada, con ojos oscuros y una inmensa presencia escénica, independiente y culta, dominó la escena francesa durante cincuenta años.

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