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Biografía de Mario Camus

Santander, 1935

Director de cine español. Nada más terminada la Guerra Civil, inició sus estudios al tiempo que fue descubriendo el mundo del cine a partir de las sesiones que podía ver en los locales que se improvisaron entonces. La lectura fue otra de sus pasiones de niño. Estudió derecho en Madrid hasta que Basilio Martín Patino y la revista italiana Cinema Novo orientaron sus pasos hacia el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, la escuela de cine oficial de la época, en la que ingresó en 1956.

Durante su estancia vio mucho cine, escribió todo lo que pudo y, especialmente, colaboró con Carlos Saura en el guion de Los golfos. Fue una época en la que su trabajo le alejó del IIEC, en donde finalizaría su carrera en 1962 con una práctica que tituló El borracho, después de haber escrito, también, el guion de Young Sánchez

Su vocación de guionista no le impidió dar al paso hacia la dirección. Tras colaborar en varios cortometrajes, Ignacio Farrés Iquino le contrató para dirigir Los farsantes (1963), una historia centrada en el drama de la vivencia diaria de un grupo de cómicos por los caminos de España; su estreno que no tuvo la repercusión necesaria para que todo el mundo hablara de Camus como joven director del que cabía esperar muchas cosas.

Plasmó un nuevo tema realista al poder dirigir su propio guión, Young Sánchez (1963), sobre el mundo del boxeo, con unos resultados mucho más alentadores que le valieron una serie de premios. Esta trayectoria personal seguiría su proyección en películas como Con el viento solano (1965) o Los pájaros de Baden Baden (1975), en las que colaboró con Ignacio Aldecoa

Mientras iba orientando su línea artística, fue también definiendo los aspectos formales: una mirada singular a través de encuadres, planos y movimientos precisos que le convertirían en un director siempre eficaz y que muchos definieron como artesano. No obstante, le tocó afrontar, como a otros muchos, proyectos comerciales que no se acercaban especialmente a sus intereses, pero que le sirvieron para afianzar sus conocimientos y economía personal: son las películas interpretadas por Raphael (Cuando tú no estás, 1966; o Digan lo que digan, 1968), Sara Montiel (Esa mujer, 1969) y Ornella Muti (La joven casada, 1975)

Fueron años en los que trabajó con intensidad en televisión (TVE), medio para el que dirigió varios documentales de la serie “Conozca usted España”, “Históricos del balompié”, “Cuentos y leyendas”, “Si las piedras hablaran” y “Los camioneros”. De la televisión no se desvinculó con los años, y fue en este medio donde ofreció, también, una muestra de su buen hacer con la serie “Curro Jiménez”, que fue un hito de la programación de finales de los años setenta; “Fortunata y Jacinta”, una ajustada adaptación de la obra de Benito Pérez Galdós; “Los desastres de la guerra” y “La forja de un rebelde”

Su carrera dio un giro sorprendente (y sobre todo lo afianzó en el cine español) con tres películas que alcanzaron notoriedad por su fuerza expresiva, el rigor en el planteamiento de los temas (en general la postguerra española, vista desde diversos ángulos) y el trabajo general de puesta en escena, con un protagonismo indiscutible de unos actores que supieron engrandecer su oficio.

En este sentido se debe tomar Los días del pasado (1977), con Antonio Gades y Pepa Flores en el mundo de los maquis que resisten el acoso policial en sus últimos tiempos; pero también las versiones de las obras de Camilo José Cela La colmena (1982) y de Miguel Delibes Los santos inocentes (1984), de gran repercusión en España y en el extranjero, cosechando numerosos premios. El espectador, en los tres casos, asistió con inusitado interés a la historia de unos personajes que eran espejo de otros muchos desconocidos que tuvieron que vivir en propia carne aquellos años del primer franquismo

Superados estos años, Camus decidió, además de colaborar en guiones de coetáneos suyos, continuar con su línea personal que le llevó a La casa de Bernarda Alba (1986), en la versión del texto original que escribiera Federico García Lorca; La rusa (1987), una novela de Juan Luis Cebrián; Adosados (1996), sobre la novela de Félix Bayón; La ciudad de los prodigios (1999), sobre la novela de Eduardo Mendoza; y las historias diversas sobre realidades que se perciben en la sociedad española de la época: un pasado político que atenaza al personaje (Sombras en una batalla, 1993), los negocios ocultos (Amor propio, 1994) o la relación que se establece entre niños y adultos (El color de las nubes, 1997), entre otras

La sobriedad y contundencia con la que Camus abordó sus proyectos más notables se fue difuminando en una corrección que dejó de interesar a muchos espectadores; en especial, a aquellos que disfrutaron con lo bueno de sus primeras películas, y que supieron reconocer la capacidad y eficacia artesanal en el trabajo con los actores. Camus se ha movido en el difícil terreno del llamado cine de autor, lo que le ha permitido desarrollar una trayectoria artística sin interrupción a lo largo de los años

Entre sus colaboradores hay que destacar, especialmente, la de dos directores de fotografía que marcaron buena parte de su trabajo: Juan Julio Baena se encargó de las películas del segundo lustro de los sesenta; Hans Bürmann recogió el testigo en el cine de los setenta y ochenta. Después continuó apoyándose en maestros de la luz como Fernando Arribas y Jaume Peracaula, entre otros. Recibió el Premio Nacional de Cinematografía en 1985 y logró el premio en la Quincena de Realizadores en el festival de Cannes de 1993 por Sombras en una batalla

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(Santiago del Estero, 1897 - Buenos Aires, 1982) Escritor argentino. A los doce años se trasladó a Buenos Aires, donde estudió en el Colegio Nacional, y en 1918 se graduó en Derecho por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Durante su permanencia en la esta ciudad recibió la impronta de la vanguardia literaria que lo llevó a cuestionar las pautas estéticas y el pensamiento modernistas. La Revolución Rusa de 1917 y la Reforma Universitaria Argentina de 1918 impresionaron hondamente a este provinciano sensible y despierto de apenas veinte años

La metáfora y el verso libre fueron el continente estético del quehacer lírico de su juventud, también novedoso en cuanto a los temas. Como poeta participó en los intentos renovadores del ultraísmo, y literariamente compartió inquietudes y realizaciones tanto con el grupo de Florida como con el de Boedo. Además, colaboró para la revista Martín Fierro. En 1927 apareció su libro de poemas Dibujos en el suelo

Cuando, tres años después, en 1930, apareció La rueda de la siesta, su tercer libro de poemas, ya estaba claramente definida su vocación de hombre preocupado por los problemas de la tierra y del habitante del campo argentino. Nadie como Canal Feijoo pudo transmitir la belleza del paisaje y la fuerza de la tierra. Sus temas recurrentes (el amor, el deseo, el dolor y la muerte) poblaron sus versos y se ahondaron aún más en sus textos teatrales

Como ensayista obtuvo el Primer Premio de la Comisión Nacional de Cultura por su obra Ensayo sobre la expresión popular artística en Santiago del Estero (1938). Otros trabajos suyos son Mitos perdidos (1942) y Burla, credo y culpa en la creación anónima (1952). Intelectual de la más pura estirpe americana, sus trabajos de investigación, sus obras poéticas y su literatura dramática han sido de vital importancia a la hora de hacer una revisión de los contenidos autóctonos en la expresión del continente. Desde 1980 fue presidente de la Academia Argentina de Letras

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