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Biografía de Gino Cervi

Bolonia, 1901 - Punta Ala, 1974

Actor de cine italiano. Se decantó por la interpretación desde joven y formó parte de dos de las compañías más importantes de la época, la de Alda Borelli y la de Luigi Pirandello. Hasta los años treinta no pensó en incorporarse al mundo del cine, industria en la que dio sus primeros pasos como actor de reparto en L’armata azzura (1932), de Gennaro Righelli.

A lo largo de los años treinta y cuarenta fue reclamado por diverso directores, aunque destacan sus colaboraciones con los directores italianos Alessandro Blasetti, que le dirigió en Aldebarán (1935), El caballero del antifaz (1940), La corona de hierro (1941) o Fabiola (1949); Mario Camerini, con el que trabajó en Los novios (1941) y Te amaré siempre (1943); y Carmine Gallone, con el que mantendrá un dilatado contacto desde Melodías eternas (1940) hasta La monaca di Monza (1962)

Entre sus trabajos notables se encuentran el film de Blasetti Cuatro pasos por las nubes (1942) y las numerosas interpretaciones como el singular Peppone –el alcalde comunista-, al lado del gran Fernandel, en una serie de películas sobre Don Camilo (adaptación del personaje de la novela de Giovanni Guareschi) que se inició con Don Camilo (1951), de Julien Duvivier, y se prolongó en otros cuatro títulos que finalizan con El camarada Don Camilo (1965), de Luigi Comencini

También formó parte del cuadro artístico de otras interesantes películas como Estación Termini (1953), de Vittorio De Sica, Cronaca di un amore (1950) y La signora delle camelie (1953), de Michelangelo Antonioni, La larga noche del 43 (1960), de Florestano Vancini, y en otras producciones de serie B o peplum rodadas en Europa en los sesenta

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(Basse-Pointe, 1913) Poeta, dramaturgo e intelectual martiniqueño. Reconocido como una de las figuras fundamentales de la poesía moderna en lengua francesa, fue uno de los creadores del concepto de negritud y un líder comprometido en la lucha de los negros

En 1931, gracias a una beca, inició estudios superiores en París. En 1934 fundó la revista L´Etudiant noir con otros intelectuales negros. Volvió a Martinica en 1939, donde enseñó en el Liceo de Fort de France. En 1941 creó la revista Tropiques. Junto al poeta L. Senghor creó el término "negritud" como rechazo a la asimilación cultural francesa; este movimiento se propuso una búsqueda de las raíces africanas, aunque alertaba de no caer en el regionalismo o el "color local".

En 1941 el poeta francés A. Breton, líder del surrealismo, al descubrir su libro Cuaderno de retorno al país natal, lo saludó como a una de las voces más importantes de la poesía francesa de vanguardia. En 1948 escribió otro de sus grandes poemarios, Soleil cou-coupé.

La poesía de Césaire, influida por la libertad verbal del surrealismo, es metafórica y rica en imágenes de gran plasticidad y fuerza evocativa; sin embargo, a diferencia de los surrealistas, la magia de su creación se sustenta en la riqueza de la cultura caribeña y africana, por lo que sus imágenes y metáforas cumplen un objetivo ajeno al puro experimentalismo. Sus poemas tienen que ver más con un concepto mágico profundamente americano.

Entre sus influencias se cuentan los poetas Lautréamont, A. Rimbaud, G. Apollinaire y el propio Breton. No obstante estar escrita en francés, su poesía tiene una aspereza y complejidad que la hace deudora de una cultura mestiza, y ostenta un aire legendario, majestuoso, como si perteneciera a una épica antigua; de ahí sus versos largos, con apariencia de prosa y vigor visionario.

El escritor R. Depestre sitúa la "criollidad" de Césaire en un contexto dinámico más amplio y universal que cualquier definición restrictiva, y habla de una "criollidad" en movimiento hacia una dimensión donde la poesía trata con la belleza y la desgracia a la vez. Según el poeta y ensayista D. Walcott, Césaire ve en el Nuevo Mundo la evidencia de humillaciones pasadas y la necesidad de un orden nuevo; sin embargo, su obra, como toda alta poesía, se basa en el misterio de esta redención, no en una dialéctica precisa que pudiera ser entendida a través de claves políticas.

Césaire también escribió teatro, con los mismos presupuestos polémicos y estéticos. En su pieza La tragedia del rey Christophe (1963) analiza la historia haitiana con una mirada épica y universal, como si tratara de la tragedia de todas las revoluciones. En Une Saison au Congo (1966) puso en escena el drama político de África en los años sesenta

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