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Biografía de Joseph Simon Gallieni

Saint-Béat, 1849 - Versalles, 1916

Militar, explorador y funcionario francés que fue ministro de Defensa (1915-1916). Como gobernador militar de París durante los dos primeros años de la Primera Guerra Mundial, contribuyó en gran medida a obstaculizar el avance alemán sobre la capital, movilizando la retaguardia y proporcionando al general en jefe de las fuerzas francesa una activa colaboración que se concretó con la decisiva victoria en la batalla de Ourcq, entablada por el VI Ejército francés contra la fuerzas del general alemán von Kluck, que significó la salvación de París y el comienzo de la batalla del Marne. En 1921 fue nombrado mariscal de Francia a título póstumo en reconocimiento a sus grandes servicios a la patria durante el conflicto

Alumno de la escuela militar de Saint Cyr, de donde salió graduado como subteniente, Gallieni participó en la Guerra Franco-prusiana y fue hecho prisionero. En 1871 regresó a Francia e ingresó en la infantería de marina, tras de lo cual fue destinado a África. Entre 1877 y 1881, con el grado de capitán, estuvo al mando de varias expediciones francesas con el objetivo de reconocer la cuenca del alto Níger, logrando en 1880 la firma de un tratado con varias tribus de la zona por el que Francia obtuvo el permiso para colonizar el territorio y explotarlo. Destinado durante tres años en la Martinica, en 1885 partió para Sudán con la misión de restablecer el orden en la recién conquistada colonia, tarea que llevó a cabo hasta 1888, fecha en la que pudo someter a las belicosas tribus independentistas.

Como premio a sus esfuerzos organizativos y militares, Gallieni fue ascendido al grado de teniente coronel. Una vez de vuelta en Francia, Gallieni consagró gran parte de su tiempo a escribir sobre su experiencia africana y a consolidar su carrera militar en todos los destinos por los que pasó, siendo por ello ascendido al grado de coronel. Al igual que en África, en 1892 Gallieni fue destinado a Indochina, concretamente a Tonkín, para pacificar la colonia y someter a las fuerzas indígenas contrarias a la dominación francesa

A su regreso a Francia, Gallieni publicó Trois colonnes au Tonkin, obra en la que expuso con claridad su propia concepción de cómo había que colonizar y someter un territorio, que se convirtió en todo un clásico en la materia. En 1896, Gallieni fue destinado a la isla de Madagascar con el cargo de gobernador general de la colonia; durante los nueve años que permaneció allí, desarrolló un gobierno enérgico y sin concesiones con las fuerzas rebeldes que, finalemente, se materializó en una colonia consolidada y totalmente francófila. Sus dos informes, Rapport d´ensenble sur Madagascar (1900) y La pacification de Madagascar (1905), se han convertido en obras de referencia y en monumentos inestimables de los estudiosos de la historia colonial e imperialista de la Europa de finales del siglo XIX

Una vez finalizado su periplo como funcionario colonial, Gallieni fue destinado al gobierno militar de Lyon, de donde pasó, en 1908, al Consejo Supremo de Guerra. Ascendido al grado de general, los años previos a la Primera Guerra Mundial los pasó sin pena ni gloria, pensando en su inminente retirada; pero, nada más iniciarse el conflicto bélico, fue urgentemente requerido por el Gobierno para hacerse cargo de la defensa de París con el cargo de gobernador militar. Lo primero que hizo fue poner sobreaviso al Consejo Supremo de Guerra de la posibilidad real que había de que las tropas alemanas invadieran el país por el norte y se ocuparan París, advertencia que fue mal acogida por la mayoría de la plana mayor del mando francés

A pesar de verse privado de los medios necesarios y de la completa libertad de acción indispensable, Gallieni se encomendó a la defensa de París. Tal como había predicho, el 3 de septiembre de 1914, el Primer Ejército alemán, al mando del general von Kluck, se encontraba posicionado al este de París en un paseo casi triunfal en dirección sur, cuyo objetivo no podía ser otro que ocupar la capital francesa. Gallieni, determinado a no perder la ocasión de sorprender al enemigo atacándole por un flanco, siempre mucho más débil que el grueso del ejército, mandó al general Mannoury atacar dicha posición al mismo tiempo que Gallieni se puso en contacto con el general en jefe de todas las tropas francesas, el mariscal French, para que éste apoyara la acción con el Sexto Ejército.

Tras una sangrienta y dilatada batalla de cuatro días, del 5 al 8 de septiembre, en la que se produjeron cuantiosas bajas por ambas partes, las tropas francesas, reagrupadas por Gallieni, consiguieron la victoria decisiva e imposibilitaron el avance alemán hacia París. Además, la victoria de Ourcq fue la antesala de la posterior batalla del Marne, donde se frenó realmente a las tropas alemanas

A pesar de su papel clave en la victoria en Ourcq, las vivas reclamaciones de Gallieni al Estado Mayor de Guerra para tomar parte más activa en la contienda se rechazararon de plano, y tan sólo se le ofreció el mando de un ejército. Gallieni aceptó hacerse cargo del ministerio de Guerra en octubre de 1915, pero sus continuos enfrentamientos con el Estado Mayor de Guerra y su quebrantada salud le llevaron a dimitir el 16 de marzo del año siguiente; dos meses después falleció en Versalles con la pena de no ver reconocidos y valorados en vida todos sus méritos

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(Apodo de Rafael Gómez Ortega; Madrid, 1882 - Sevilla, 1960) Torero español. Hermano de Joselito e hijo mayor de Fernando Gómez García "El Gallo", heredó de su severo progenitor no sólo la afición a los toros y el apodo que habría de hacerle universalmente famoso, sino también el permanente estado de irregularidad que marcó todas las fases de su espléndida carrera.

Tras una desigual andadura como novillero, el 28 de septiembre de 1902 tomó la alternativa en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla. Fue su padrino Emilio Torres Reina, "Bombita", quien, en presencia de su hijo Ricardo, le cedió un toro de la vacada de don Carlos Otaolaurruchi. Marchó a México en el invierno de aquel mismo año, y regresó para torear treinta y tres corridas durante la temporada de 1903.

Sin embargo, no confirmó en Madrid su alternativa hasta el 20 de marzo de 1904, cuando Rafael Molina Martínez, " Lagartijo Chico" le cedió un astado del Duque de Veragua. A partir de entonces, "El Gallo" comenzó a trazar su particular "guadiana" taurino, en el que alternó espléndidos asomos de su caudal torero con prolongados trechos en los que su arte yacía soterrado. A finales de la temporada de 1907, tras haber cosechado un sonoro éxito en algunas actuaciones en la capital, firmó numerosos contratos para el año siguiente. Una vez cumplidos, volvió a los ruedos mejicanos,

Enfermo durante la temporada de 1909, inició a partir de 1910 una racha que le permitió torear numerosas corridas en el trascurso de las campañas siguientes. En 1911 protagonizó uno de los lances más comentados en su azarosa existencia: contrajo nupcias con Pastora Imperio, de la que se separó al cabo de muy poco tiempo, sin llegar a detallar las causas de una ruptura que despertó gran interés entre sus contemporáneos.

Puesta su fama en la cima de la gloria torera, durante el mes de mayo de 1912 hizo tres paseíllos en el coso madrileño: en la primera ocasión, el día 2, pasó inadvertido; en la segunda, el 15, interpretó una de sus peores farsas del toreo; pero en la última, el día 15, frente a la animadversión de quienes le recriminaban el petardazo que pegara tres días antes, dio un soberbio recital de lidia que, desde el capote a la espada, pasando por las banderillas y la muleta, levantó los clamores de toda la concurrencia

Y es que, cuando quería (o cuando podía), "El Gallo" era un torero completo, al mismo tiempo poderoso y artista, y gran conocedor de todas las suertes de la Tauromaquia. Supo ejecutar tan bien como el mejor los más variados lances de capa, entre los que es obligado destacar sus largas afaroladas, sus revoleras y sus serpentinas (suerte que algunos estudiosos del toreo atribuyen a su propia invención). Con los rehiletes en las manos, se demoraba en preparar con gracia y torería el momento del embroque (verbigracia, cuando ponía las banderillas al trapecio, otra suerte creada por "El Gallo", consistente en correr al encuentro con el toro portando los palitroques unidos y cruzados, como si formasen la barra del trapecio al que se aferran los equilibristas).

Supo, además, matar con limpieza y eficacia a volapié y recibiendo, aunque para verle ejecutar con destreza la suerte suprema fuera menester haberlo visto muchas veces vestido de torero, ya que sus célebres espantás acrecentaban su temor a medida que se iba acercando el momento de la verdad. No faltaban, entre sus legítimos partidarios, quienes afirmaban que estas huidas despavoridas (que le llevaron, en no pocas ocasiones, a arrojarse de cabeza al callejón) hundían su origen en el perfecto conocimiento que Rafael tenía de los toros, ya que -decían- era capaz de ver el peligro antes que el resto de sus compañeros de cartel.

Rafael, que continuó en activo hasta que la Guerra Civil interrumpió su zigzagueante carrera (con la salvedad de una anecdótica retirada provisional entre las temporadas de 1918 y 1919), apenas sufrió percances de notable gravedad, a lo que sin duda alguna contribuyó el hecho de que jamás mostrara pudor a la hora de dejarse un toro vivo. Además de en España y en México, triunfó en Perú, Bolivia, Ecuador, Uruguay e, incluso, en un país tan poco aficionado a los toros como lo es Argentina.

El 4 de octubre de 1936 hizo, en la arena de la Ciudad Condal, su último paseíllo como matador de toros, aunque después de la Guerra Civil participó en algunos festivales.

La mayor virtud de Rafael estriba en haber sabido conjugar en un mismo sujeto los mejores detalles técnicos del toreo clásico con los más sinceros arrebatos sentimentales del toreo romántico, aunando la pureza del clasicismo con los arranques raciales y emocionales propios de los espadas decimonónicos. Sólo así puede explicarse que el escándalo de sus tan esperadas como repetidas espantás tuviera bula entre una afición tan severa -y, por lo demás, espléndidamente colmada por otros espadas del momento- como la que llenó los cosos durante el primer tercio del siglo XX.

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