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Biografía de Hissène Habré

Faya-Largeau, 1940

Político del Chad. Líder del Frente para la Liberación Nacional del Chad (Frolinat) y de las Fuerzas Armadas del Norte (FAN), en 1978 negoció con el gobierno de F. Malloum y se convirtió en primer ministro (1978-1979). Posteriormente sería ministro de Defensa (1979), pero tuvo que exiliarse (1980), tras entrar en conflicto con el presidente G. Oueddei. Habré reorganizó las FAN y, después de derrocar al presidente, se hizo con el poder en 1982, siendo nombrado jefe del Estado. Con apoyo francés, continuó la lucha contra las fuerzas prolibias de Oueddei y la ocupación libia del N del Chad. Sin embargo, en 1990 la oposición armada, apoyada por Libia, acabó derrocando a Habré

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Familia reinante en Austria desde 1278 hasta 1918, cuyo dominio se extendió a otros territorios, incluida España. Toma su nombre del castillo familiar de Habichtsburg, construido en el siglo XI en Suiza; en esa época inicial sus dominios se extendían por el norte de Suiza y Alsacia

Accedieron por primera vez a la dignidad imperial de Alemania en 1273, con Rodolfo I (1218-91). Fue él quien adquirió los ducados de Austria, Estiria y Carniola. Volvieron a poseer la Corona imperial en tiempos de su hijo Alberto I (1250-1308), elegido en 1298, después del interregno de Adolfo I de Nassau, al que destronó. Sin embargo, a duras penas consiguió mantenerse como rey de Alemania, gracias al apoyo de Francia, Bohemia y el Papado, mientras muchos príncipes alemanes le opusieron resistencia hasta que murió asesinado por su propio sobrino, Juan de Suabia, pasando la Corona imperial a la Casa de Luxemburgo.

A lo largo del siglo XIV, los Habsburgo completaron sus territorios patrimoniales con la incorporación de Carintia, Tirol, Friburgo, Trieste y Vorarlberg, al mismo tiempo que una larga lucha con los suizos -iniciada en tiempos de Alberto I- les hacía perder sus dominios originales del oeste. De nuevo consiguieron la Corona imperial en 1438, con Alberto II (1397-1439). A partir de entonces, aunque la dignidad imperial siguió siendo teóricamente electiva, quedó vinculada a la Casa de Habsburgo hasta la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico en 1806 (con una breve interrupción en 1740-45).

Le sucedió al frente de la Casa y del Imperio su primo Federico III (1415-1493), que inició la serie de enlaces matrimoniales que extendieron los dominios de la Casa hacia Europa occidental, al casar a su hijo Maximiliano I (1459-1519) con María de Borgoña, que proporcionó a los Habsburgo los amplios territorios borgoñones de los Países Bajos y el Franco Condado. Su hijo Felipe I, el Hermoso (1478-1506) fue rey de Castilla por matrimonio con la heredera de Los Reyes Católicos, Juana I la Loca.

El hijo de ambos, Carlos V (1500-58), reinó en España con el nombre de Carlos I, antes de ser elegido emperador en 1519. La herencia de Carlos reunía en una sola mano Austria, los Países Bajos, el Franco Condado, Castilla (con Navarra, Granada y las Indias recién descubiertas) y la Corona de Aragón (con Nápoles, Sicilia y Cerdeña). Con él llegó a su apogeo el poderío de la Casa, llegando a concebir un ideal de Monarquía cristiana universal, que fracasó ante la resistencia opuesta a sus planes por Francia y por la reforma protestante, que escindió a la Cristiandad occidental.

Al abdicar, en 1555-56, repartió sus dominios entre su hermano Fernando y su hijo Felipe, creando así dos ramas de la familia, asentadas respectivamente en Austria y España. Fernando I (1503-64) recibió el Imperio (1558), junto con los dominios patrimoniales originales de la Casa en Austria. Su matrimonio le proporcionó, además, Bohemia y Hungría. Al morir, la rama austriaca de la Casa se dividió, a su vez, en tres líneas: los Habsburgo de Austria ( Rodolfo II y Matías, con quien se extingue esta línea en 1619), los del Tirol (que se extinguen en 1666) y los de Estiria ( Fernando II, Fernando III, Leopoldo I, José I…). Fueron estos últimos los que heredaron la dignidad imperial y acabaron reuniendo en su mano los dominios repartidos desde la muerte de Fernando I.

Felipe II (1527-98), hijo de Carlos V, inicia la serie de los Habsburgo de España, conocidos también en este país como la Casa de Austria. Recibió, además de los reinos de Castilla y Aragón con sus posesiones americanas, los dominios de la Casa en Italia, los Países Bajos y el Franco Condado, a los que él añadió Portugal, anexionado por la fuerza haciendo valer los derechos de Felipe en un momento de crisis sucesoria (1580). Se casó con una princesa de la Casa, Ana de Austria.

Le sucedieron en el Trono español los llamados «Austrias menores», cuyas incesantes guerras exteriores no pudieron impedir el declive del poderío de los Habsburgo en Europa: Felipe III (casado con Margarita de Austria), Felipe IV (casado con Mariana de Austria) y Carlos II (1661-1700). La muerte de éste sin descendencia desencadenó una pugna general en Europa por ocupar el Trono de España, conocida como la Guerra de Sucesión Española (1701-14). Los Habsburgo defendieron la candidatura del «Archiduque Carlos», que luego sería emperador con el nombre de Carlos VI (1685-1740). Éste consiguió apoyos en los reinos de la Corona de Aragón, pero, derrotado por los partidarios del pretendiente francés, Felipe V, hubo de renunciar al Trono español, que pasó desde entonces a la Casa de Borbón.

Las paces de Utrecht (1713) y Rastatt (1714), que pusieron fin a la guerra, desgajaron sin embargo de la Corona española los dominios de los Países Bajos e Italia (Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Milán), que revirtieron desde entonces a la rama austriaca de la familia, representada por Carlos VI, ya emperador desde 1711 (salvo Sicilia, que pasó a Saboya). Durante el reinado de Carlos VI se aprobó la Pragmática Sanción de 1713 que vinculaba los dominios de los Habsburgo asegurando su transmisión indivisa. No obstante, el juego diplomático y militar del equilibrio europeo le hizo perder sucesivamente Cerdeña (intercambiada por Sicilia en 1720), Nápoles (1735) y Sicilia (1738).

La muerte de Carlos VI sin descendencia masculina directa desencadenó la intervención de las potencias europeas que dio lugar a la Guerra de Sucesión de Austria (1740-48); por aquella contienda, se afirmó en el Trono austriaco la hija de Carlos VI, María Teresa (1717-80), quien, sin embargo, no fue emperatriz de Alemania, arrebatando esa dignidad a los Habsburgo el príncipe elector de Baviera, Carlos VII de Wittelsbach (emperador en 1742-45). La guerra le costó, además, a María Teresa la pérdida de Silesia a manos de Prusia. Su matrimonio con el duque de Lorena, Francisco I (a quien hizo elegir emperador en 1745), dio lugar al nuevo linaje de Habsburgo-Lorena.

Le sucedió el hijo de ambos José II (1741-1790), emperador desde la muerte de su padre en 1765 y rey de Austria desde la muerte de su madre en 1780. Su hermana María Carolina de Habsburgo, se casó con Fernando I de Nápoles (el hijo de Carlos III de España), dando origen al linaje borbónico de los reyes de las Dos Sicilias (hasta 1860). También era hermana suya María Antonieta, que se casó con el rey de Francia, Luis XVI. A José II le sucedieron al frente del Imperio su hermano, Leopoldo III, en 1790-92, y el hijo de éste, Francisco II (1768-1835), en 1792-1806.

Fue el último soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, pues esta entidad de origen medieval fue destruida por Napoleón en el marco de la reordenación general de Europa que siguió a las victorias militares francesas. Dichas guerras le habían hecho perder a Austria los Países Bajos y el Milanesado (1797), así como sus dominios en la orilla izquierda del Rin (1801). En 1806 Francisco II se vio obligado a admitir la desaparición del Imperio del que era titular, sustituido por una Confederación del Rin que hegemonizaba Napoleón. Limitado a sus estados patrimoniales en Austria, asumió el título de emperador de Austria con el nombre de Francisco I. Aún sufriría nuevas derrotas a manos de Napoleón, que le obligaron a darle en matrimonio a su propia hija María Luisa (1810). Finalmente, sin embargo, la suerte de la guerra se inclinó de parte de la alianza antifrancesa en la que participaba Austria por decisión del ministro de Francisco II, Metternich (1814-15). En consecuencia, el Congreso de Viena (1815) le devolvió parte de los territorios perdidos, compensando la cesión definitiva de los Países Bajos con la adquisición del Véneto y una influencia general sobre la península italiana. El Sacro Imperio, en cambio, no fue restaurado, sino sustituido por una Confederación Germánica, de la que los Habsburgo ostentarían la presidencia hasta que desapareció en 1871.

Le sucedieron su hijo Fernando I y su nieto Francisco José (1830-1916). Éste accedió al Trono en 1848, cuando su tío y predecesor fue derrocado por una revolución. Se inició entonces un largo reinado lleno de desgracias para la familia, que vería declinar paulatinamente el poder de Austria. Primero perdió una guerra contra el Reino del Piamonte, apoyado por la Francia de Napoleón III, que le hizo ceder la Lombardía y admitir la unificación de Italia, perdiendo su antigua influencia en la península (1859). Napoleón III le ofreció una compensación, haciendo coronar a su hermano Maximiliano I emperador de México en 1863, aprovechando la ocupación del país por un ejército francés; pero la resistencia mexicana acabó con aquel experimento y Maximiliano fue fusilado en 1867.

Mientras tanto, Francisco José fue derrotado de nuevo en la Guerra Austro-Prusiana de 1866, por la que perdió el Véneto a manos de la Italia unificada; debilitado, se vio obligado además a ceder ante la presión del nacionalismo húngaro, transformando su reino en el Imperio Austro-Húngaro, una monarquía dual donde el elemento magiar quedaba reconocido en pie de igualdad con el elemento germánico (1867). En 1871 asistió impotente a la unificación de Alemania bajo la hegemonía de Prusia, que liquidó la Confederación Germánica y excluyó del nuevo Imperio Alemán a Austria-Hungría. En 1889 Francisco José perdió a su único hijo y heredero, el archiduque Rodolfo, que se suicidó en Mayerling bajo la doble presión de un matrimonio desgraciado y un entorno hostil a sus ideas políticas francófilas, liberales y federalistas.

Las tensiones nacionalistas continuaron en el interior de la monarquía dual, alimentadas por la marginación de los pueblos eslavos; dichas tensiones condujeron a Austria a declarar la guerra a Serbia tras el asesinato en Sarajevo del nuevo heredero del Trono, el archiduque Francisco Fernando (sobrino del emperador) por un nacionalista serbio (1914). Aquel conflicto arrastró a Europa a la Primera Guerra Mundial (1914-18), durante la cual murió el emperador y fue sucedido por su nieto Carlos I (1887-1922). Éste fue el último emperador Habsburgo, pues la derrota en la guerra llevó al desmantelamiento del Imperio Austro-Húngaro como reclamaban los movimientos nacionalistas, en 1918

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