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Biografía de George Herbert Hitchings

Hoquiam, 1905 - 1998

Farmacólogo estadounidense. Educado en Washington y Harvard, fue director del departamento de Investigación de Bioquímica en Borroughs Welcome, Carolina del Norte, entre 1968 y 1984, y profesor de Farmacología en las universidades de Brown, de 1968 a 1980, Duke, en 1970, y Chapen Hill, en 1972

En 1942 inició un programa dedicado al estudio farmacológico de compuestos purínicos. Hitchings propuso que el lugar de las purinas en el metabolismo celular permitía su utilización en el control de ciertas enfermedades. En 1951 sintetizó y probó la 6-mercaptopurina (6MP), compuesto que se desveló como inhibidor de la síntesis de ADN y, en consecuencia, comenzó a aplicarse en el tratamiento de algunos tipos de cáncer. Investigaciones posteriores mostraron que la 6MP provocaba la inhibición de la producción de anticuerpos en el organismo de los conejos.

En 1960 se utilizó un compuesto relacionado con los anteriores, el Imurán, con el objeto de disminuir el riesgo de rechazo en los transplantes de riñón. Posteriormente, Hitchings descubrió el Alopurinol, sustancia que bloquea la producción de ácido úrico por el organismo, que se utiliza para el tratamiento de la gota. Otros compuestos elaborados por Hitchings son el Daraprim, que actúa contra la malaria, y el antibacteriano Trimetoprim. En 1988 se le otorgó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, junto a James Whyte Black y Gertrude B. Eliot, por su descubrimiento de importantes principios para el tratamiento medicamentoso

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Máximo dirigente de la Alemania nazi (Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín, 1945). Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y multicultural le era por completo incomprensible


Adolf Hitler

De esa época data su conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo. En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo del nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1918)

De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; este abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influenciado por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado

Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel un año y medio, tiempo que aprovechó para plasmar sus estrafalarias ideas políticas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior

De nuevo en libertad desde 1925, Hitler reconstituyó el NSDAP expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como Goering, Himmler y Goebbels. La profunda crisis económica desatada desde 1929 y las dificultades políticas de la República de Weimar le proporcionaron una audiencia creciente entre las legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y uniformes

Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la violencia en las calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso electoral hasta que Hitler -que nunca había obtenido mayoría- se hizo confiar el gobierno por el presidente Hindenburg en 1933

Desde la Cancillería, Hitler destruyó el régimen constitucional y lo sustituyó por una dictadura de partido único basada en su poder personal. El Tercer Reich así creado fue un régimen totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en un complejo de superioridad racial sin fundamento científico alguno (basado en estereotipos que contrastaban con la ridícula figura del propio Hitler).

Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se hizo nombrar Führer o «caudillo» de Alemania y se hizo prestar juramento por el ejército. La sangrienta represión contra los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad, mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938) culminó con el exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución Final»)

La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39), ensayo general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937)

Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935, remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana, redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que le había llevado al poder

Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus métodos de arbitraje pacífico (1933); luego forzó el asesinato de Dollfuss (1934) y el Anschluss o anexión de Austria (1938); a continuación invadió la región checa de los Sudetes y, tras engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones (Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel (1939).


Hitler hacia el final de la guerra

Pero, cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir Polonia, Francia y Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Hitler había preparado sus fuerzas para esta gran confrontación, que según él habría de permitir la expansión de Alemania hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937); en previsión del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero, 1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no-agresión con la Unión Soviética (1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia

El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos los frentes durante los primeros años de la guerra, haciendo a Hitler dueño de casi toda Europa mediante una «guerra relámpago»: ocupó Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia, Grecia. (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania, Bulgaria y Finlandia eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una neutralidad benévola)

Sólo Gran Bretaña resistió el intento de invasión (batalla aérea de Inglaterra, 1940-41); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó la invasión de Rusia, respondiendo tanto al ideal anticomunista básico del nazismo como al proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava del este el «espacio vital» que soñaba para engrandecer a Alemania (1941). A partir de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la guerra se invirtió y las fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se detendría hasta tomar Berlín en 1945; simultáneamente se reabrió el frente occidental con el aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos (involucrados en la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de Normandía (1944).

Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a abandonarle sus colaboradores y la propia Alemania era arrasada por los ejércitos aliados; en su limitada visión del mundo no había sitio para el compromiso o la rendición, de manera que arrastró a su país hasta la catástrofe y finalmente se suicidó en el búnker de la Cancillería de Berlín donde se había refugiado, después de haber sacudido al mundo con su sueño de hegemonía mundial de la «raza» alemana, que provocó una guerra total a escala planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración

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