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Biografía de Cecil B. de Mille

Cecil Blount De Mille; Ashfield, 1881 - Hollywood, 1959

Productor y director de cine estadounidense recordado especialmente por sus superproducciones de epopeyas históricas y religiosas. Nacido en el seno de una familia creativa, su padre fue maestro además de actor y autor dramático -trayectoria que continuó su otro hijo, William- mientras que su madre, también maestra, impartía clases de inglés en la Lockwood Academy de Brooklyn. El joven Cecil decidió estudiar Arte Dramático en Nueva York, adonde se trasladó la familia, tras pasar por la Escuela Militar de Pennsylvania y ser rechazado como soldado para luchar en la guerra contra España

En 1900 logró interpretar algunas obras en Broadway (A Repentance, To Have and to Hold, Hamlet, My Wife’s Husbands) y formó parte, entre otras, de la compañía de Mary Pickford, gracias a la ayuda del director teatral David Belasco, el amigo de su padre. Fueron años en los que, además de casarse con la actriz Constance Adams, se dedicó a producir y dirigir algunas obras (The Bohemian, The Mikado, The Marriage Not) y a escribir otras en solitario o con su hermano William (Son of the Winds, The Stampede, The Royal Mounted, After Five, Church Play), lo que le ayudó a alcanzar la experiencia suficiente y a conocer la puesta en escena, la dirección de actores y el mundo del espectáculo en general. Quizá la seguridad adquirida fue la que le animó a entrar de lleno en el mundo del cine, medio en el que tenía buenos contactos y donde conocía a numerosos empresarios

En 1913 decidió crear una empresa de producción denominada Jesse L. Lasky Feature Company, para la que contó como socios con Samuel Goldwyn y Jesse Lasky y que poco después se fusionó con la Famous Players para dar lugar a la Famous Players Lasky. Esta plataforma permitió a De Mille iniciar su carrera como director y guionista con películas como El mestizo y La llamada del Norte (ambas de 1914) en una etapa muy prolífica en la que contó con un excelente colaborador en la persona del operador Alvin Wyckoff. Desde sus primeras obras demostró una gran preocupación por las historias que contaba, desde el guión -que siempre cuidó con esmero- a la representación. En este sentido, formó parte del reducido grupo de directores que buscaron consolidar una estructura narrativa eficaz para el progreso del relato y la aplicación de los recursos necesarios para obtener una mayor expresividad

A su órdenes trabajaron actrices como Blanche Sweet (La muchacha del dorado Oeste, 1915), Geraldine Farrar (Tentación, 1916; Juana de Arco, 1917) y Mary Pickford (Alma de las cumbres; La pequeña heroína,1917). En aquellos años, De Mille decidió trabajar sobre temas más comprometidos que evolucionaron entre la comedia simple y aquella otra que ahondaba en los problemas de pareja, vistos desde los postulados más conservadores pero que encerraban buenas dosis críticas a los convencionalismos sociales. En este sentido, profundizó con agudeza en las películas interpretadas por Gloria Swanson (A los hombres, 1918; Macho y hembra, 1919; ¿Por qué cambiar de esposa?; La fuerza de un querer, 1920; El señorito Primavera, 1921), con las que refrendó su interés por introducir la sugerencia moralista contrastada por la sensualidad emanada de una actriz con grandes recursos. Su habilidad para sortear todos los inconvenientes que pudieran surgir tras la proyección fue notable, al centrar algunos de los pasajes más resolutivos en épocas históricas pasadas

A partir de 1923, Cecil decidió ampliar su horizonte como productor. Se alió con Adolph Zukor para Los diez mandamientos (1923) y, dos años más tarde, se independizó para constituir la Producers Distributing Corporation con la que realizó, entre otras, El Rey de Reyes (1927); películas de alto presupuesto y compleja realización que, sorprendentemente, alcanzaron una notoriedad fuera de lo común y que marcaron la trayectoria de De Mille para una inmensa mayoría de espectadores. Este cine espectacular encerró grandes dosis de intimismo que, con los años, se valoró mucho más. El propio realizador confirmó que su trabajo le resultó mucho más atractivo al dirigir ciertos melodramas como Triunfo (1924), La cama de oro (1925) o La incrédula (1929)

A partir de la implantación del sonido, De Mille pensó en desarrollar al máximo sus propuestas. Sin embargo, no encontró el camino adecuado entre las historia del viejo Oeste y el cine histórico y bíblico. El western dio cobijo a varias películas de singular interés y en El prófugo (1931), la tercera versión que dirigió de la historia de Edwin Milton Royle, presentó un trabajo muy interesante pero incomprendido. Con Búfalo Bill (1936), el director buscó adentrarse en la leyenda sin olvidarse del necesario romanticismo entre los personajes de la historia, y con Unión Pacífico (1939) quiso reconstruir la unión del país a través del ferrocarril con el apoyo de los hombres y mujeres que vivieron y sufrieron para conseguir dicho logro. En cada caso, De Mille contó con la mujer ideal para sus aventuras y respondieron con igual fuerza interpretativa Lupe Vélez, Jean Arthur, Barbara Stanwyck o Paulette Goddard en Policía Montada del Canadá (1940), Piratas del Mar Caribe (1942) y Los inconquistables (1947)

La producción histórica estuvo rodeada del éxito que despertó siempre la superproducción en buena parte del público. El signo de la Cruz (1932) reunió la riqueza del gran decorado con la sensualidad y el erotismo que afloró de las relaciones que surgieron en el entorno de Nerón y su esposa Popea. Cleopatra (1934) fue una de las versiones más logradas de todas las que se acercaron hasta la fecha al personaje. Claudette Colbert, como en la película anterior, se convirtió en el eje de la historia que mantuvo la inteligente apuesta sensual que tanto preocupó a De Mille. Las cruzadas (1935) supuso un notable acercamiento a una historia muy lejana para los estadounidense, pero en la que Cecil consiguió aglutinar lo fundamental -medios y ambientación- y crear algunos de los momentos más vibrantes que se recuerdan en este tipo de películas

Los temas bíblicos son, para muchos, las referencias de la obra de De Mille. Evidentemente, consiguió algunas de sus cotas más importantes, pero la comercialidad y el tono de superproducción que rodeó a sus trabajos restan en alguna medida el carácter apasionado e íntimo de su producción. No obstante, tanto Sansón y Dalila (1949), en la que Hedy Lamarr se convierte en tentación con la misma fuerza que lo había sido Gloria Swanson en su momento, como Los diez mandamientos (1956), con dos inolvidables interpretaciones de Chalton Heston y Yul Brynner, son dos monumentales aportaciones de uno de los directores más completos que dio el Hollywood clásico

De Mille fue un director poco convencional. Ejerció una dictadura férrea sobre los rodajes e igualmente a la hora de preparar al detalle sus producciones. Además de contar con una de las mejores secretarias personales que hubo en Hollywood, Gladys Rosson, supo rodearse de un buen equipo, especialmente de operadores-directores de fotografía pues, aparte de Wyckoff en su primera etapa, aprovechó posteriormente las aportaciones de otros como J. Peverell Marley, Harold Rosson, Karl Struss y Victor Milner. También influyó en su obra el trabajo de la guionista Jeannie McPherson y Anne Bauchens fue la eficaz colaboradora que necesitó para el montaje de casi todas sus películas.

Su itinerario creativo se fundamentó en el diseño de grandes decorados -extensos exteriores y exuberantes y cuidados interiores- en los que logró conjugar las grandes acciones con otras más íntimas en historias con un gran acontecimiento de fondo, sobre móviles muy definidos y relaciones conflictivas que emanan del deseo de comunicarse, aunque los personajes se muevan entre la luz y la sombra misteriosa que encierra todo ser humano

Aunque fue uno de los directores que fundaron en 1927 la Academia de las Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood y que en 1949 recibió el Oscar Honorífico por toda su carrera, el trabajo de Cecil B. de Mille no fue muy premiado por la Academia. No llegaron a la treintena la nominaciones y sólo destacan el Oscar a la Mejor Fotografía de Milner por Cleopatra, Oscar al Mejor Montaje a Bauchens por Policía Montada del Canadá, Oscar a los Mejores Efectos Especiales por Piratas del mar Caribe y los dos Oscar a la Mejor Película y Mejor Guión Original que recibió El mayor espectáculo del mundo

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(Nueva York, 1915 - Roxbury, Connecticut, 2005) Dramaturgo estadounidense. Autor de obras emblemáticas como La muerte de un viajante y Las brujas de Salem, y ganador en dos ocasiones del premio Pulitzer, Arthur Miller está considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo XX. Escritor comprometido, Miller supo trasladar a los escenarios el conflicto del ser humano y el espíritu crítico, arremetió contra el masificador antihumanismo estadounidense, se acercó al marxismo, para después criticarlo, se opuso activamente a la “caza de brujas” del senador McCarthy y denunció la intervención estadounidense en Corea y Vietnam. Su nombre fue sinónimo de audacia y de ruptura, tanto temática como estructural

Arthur Asher Miller nació en Nueva York el 17 de octubre de 1915, tercer hijo de un matrimonio de emigrantes austríacos formado por Isidore Miller (un fabricante de abrigos judío que se arruinó durante la Gran Depresión) y Augusta Bernett. Se graduó en la Abraham Lincoln High School y para pagarse los estudios de periodismo, que cursó en la Universidad de Michigan, trabajó en una radio local, en un almacén y como editor de noche en el Michigan Daily.


Arthur Miller

Poco antes de obtener la licenciatura, escribió Todavía crece la hierba (1938), una comedia que le valdría los primeros reconocimientos. Tras finalizar sus estudios, regresó a Nueva York y se inició en la escritura de seriales radiofónicos

La década de 1940 supuso un período de cambios para Miller. Por un lado, en 1940 contrajo matrimonio con su novia de la universidad, Mary Grace Slattery, con la que tuvo un hijo, Robert, y una hija, Jane, y por otro se consolidó como escritor. Después de debutar en Broadway con El hombre que tuvo toda la suerte del mundo, una comedia de escaso éxito comercial, pero que le proporcionó el Theatre Guild Award en 1944, curiosamente fue una novela, Focus (1945), un alegato contra el antisemitismo, la que le reportó su primer éxito.

Influido por Ibsen, Miller mostró su preocupación por la sociedad que le rodeaba y su problemática en Todos eran mis hijos (1947), donde abordó la actividad de los que se aprovechan de la guerra. La obra obtuvo el premio de la Crítica de Nueva York en 1948, inscribió al autor dentro del realismo norteamericano de su tiempo y supuso su espaldarazo definitivo.

En estos sus primeros títulos se entrevé ya lo que sería el elemento fundamental de toda su obra: la crítica acerba a todos aquellos valores de carácter conservador que comenzaban a asentarse en la sociedad de Estados Unidos. Dos años después llegaría su mayor triunfo con una denuncia del carácter ilusorio del sueño americano: La muerte de un viajante (1949), obra por la que obtuvo el Pulitzer de Teatro y, de nuevo, el premio de la Crítica de Nueva York, y que a menudo se cita entre las mejores del teatro contemporáneo. Ese mismo año, el montaje teatral, dirigido por Elia Kazan, obtuvo seis premios Tony. La obra se representó ininterrumpidamente desde el 10 de febrero de 1949 hasta el 18 de noviembre de 1950, y posteriormente se estrenó en salas de todo el mundo. En 1985 fue llevada al cine por Volker Schlöndorff, con un memorable Dustin Hoffman en el papel protagonista


La primera representación de La muerte de un
viajante
(1949) fue dirigida por Elia Kazan

Arthur Miller sufrió en sus propias carnes la “caza de brujas” del senador McCarthy. Su obra Las brujas de Salem (1953), un alegato contra la intolerancia y el puritanismo ambientado en 1692, era en realidad una denuncia contra las investigaciones que desde 1946 llevaba a cabo el denominado Comité de Actividades Antiamericanas. El comité, dirigido por Joseph McCarthy, había sido investido con la facultad de averiguar la filiación política de los ciudadanos, al objeto de depurar el país de “antiamericanos” y comunistas. Actores, directores, guionistas y escritores fueron multados o enviados a prisión. En 1956 Miller compareció ante el comité, que lo condenó por desacato al no querer delatar a los miembros de un círculo literario sospechosos de actividades procomunistas. Miller apeló la sentencia y finalmente fue absuelto

Las brujas de Salem se representó por vez primera en Broadway en 1953 y obtuvo un gran éxito. En esta ocasión el encargado del montaje no fue Elia Kazan, quien en un episodio oscuro de su vida había delatado a varios camaradas ante el comité (Miller no le habló durante años), sino el legendario Jed Harris. La obra fue llevada al cine en 1996. Protagonizada por Daniel Day-Lewis (esposo de Rebecca Miller) y con guión adaptado por el propio Miller; en español se hizo una versión de la obra que se tituló El crisol

La vida de Arthur Miller cambió radicalmente cuando, tras divorciarse de Mary, el 29 de junio de 1956 contrajo matrimonio con la mítica actriz Marilyn Monroe. La boda coincidió con el estreno de Panorama desde el puente (1955), pieza en la que el autor reproducía el tema de la llegada de inmigrantes a Estados Unidos, y por la que obtendría el segundo Pulitzer.


Arthur Miller y Marilyn Monroe

La popularidad del intelectual que había sabido ganarse el corazón de la mujer más adorada del siglo XX creció entonces vertiginosamente. El matrimonio hizo correr ríos de tinta durante los casi cinco años que duró. Habitual del papel couché y del glamour de Hollywood, la pareja no fue feliz y finalmente las infidelidades de la actriz (que tuvo un romance con Yves Montand), sus problemas con el alcohol y las tensiones durante el rodaje de Vidas rebeldes (1961), película de John Huston con guión del dramaturgo y protagonizada por Marilyn, acabaron con el matrimonio, que finalmente se divorció en enero de 1961. En esos años Miller se mantuvo alejado de los escenarios y no volvió a estrenar hasta 1964

La estabilidad sentimental le llegó con la prestigiosa fotógrafa austríaca Inge Morath, pionera del fotoperiodismo. Se habían conocido durante el rodaje de Vidas rebeldes, donde ella ejercía de fotógrafa oficial del rodaje. Se casaron en 1962 y ya no se separarían hasta el fallecimiento de Inge, cuarenta años después (2002). Morath le dio una hija, Rebecca, y, según el biógrafo del dramaturgo, un hijo, Daniel, nacido con síndrome de Down y del que Miller nunca habló

Arthur Miller volvió a los escenarios en 1964 con Después de la caída, un texto autobiográfico durísimo en el que narraba su relación con Marilyn. Otras obras destacadas posteriores, que sin embargo ya no le reportaron tanta popularidad, fueron Incidente en Vichy (1964), El precio (1968), quizá su último éxito popular, En Rusia (1969), La creación del mundo (1972), En el paraíso (1974), La colcha de Marta (1977), El arzobispo (1977), El viajante en Beijing (1984), El descenso del monte Morgan (1991) y Cristales rotos (1994)

En 1997, tras un largo silencio, escribió Una mujer normal, novela corta en la línea psicologista de sus últimas obras, que mereció excelentes críticas. Entre sus aportaciones a otros géneros sobresalen la colección de relatos Ya no te necesito (1967), el guión de la película El reloj americano (1980), las recopilaciones de ensayos tituladas Ensayos teatrales de Arthur Miller (1978) y Al correr de los años. Ensayos reunidos (1944-2001) y la novela autobiográfica Timebends: A Life (1987), que se publicaría en España un año después con el título de Vueltas al tiempo. Además de dramaturgo y escritor, intervino en diversas películas y documentales, como El edén (2001). Entre 1965 y 1969 fue presidente del PEN Club, el colectivo de escritores que vela por la libertad de expresión

Elegido el mejor dramaturgo del siglo XX, según una encuesta convocada por el Royal National Theatre, en la que participaron ochocientas personas directamente relacionadas con el teatro, estaba en posesión de la Medalla de Oro de las Artes y las Letras (1959), del premio Angloamericano de teatro (1966) y del Lawrence Olivier Theatre Award (1995). En 2002 estuvo en España para recibir, de manos del príncipe Felipe, en una emotiva ceremonia en el teatro Campoamor de Oviedo, el premio Príncipe de Asturias de las letras en reconocimiento a su capital contribución a la “renovación de la permanente lección humanística del mejor teatro”. Contestatario hasta el final, un año antes había publicado La política y el arte de actuar, un alegato contra el establishment político estadounidense, George W. Bush incluido.

En los últimos años, Miller vivía a caballo entre Nueva York, donde sus obras se seguían representando con éxito, y su residencia de Connecticut. Desde 2002 vivía con Agnes Barley, una joven artista, con la que anunció públicamente que tenía intención de casarse. Enfermo de cáncer, neumonía y con problemas cardíacos, en 2004 estrenó su última obra, Finishing the Picture. Falleció en su rancho de Roxbury el 10 de febrero de 2005, acompañado de los suyos

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