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Biografía de Vidiadhar Surajprasad Naipaul

Trinidad, 1932

Escritor de origen indio, considerado uno de los mayores escritores vivos en lengua inglesa, cuya amplia obra, humorística, satírica, costumbrista, repleta a la vez de ternura y crueldad, fue premiada con el Nobel de Literatura en 2001

Vidiadhar Surajprasad Naipaul nació en Chaguanas, un pequeño pueblo de la isla de Trinidad, el 17 de agosto de 1932. Sus abuelos, indios, habían abandonado las planicies del Ganges a fines del siglo XIX, y se habían integrado en la reducida comunidad de brahmanes -la casta más alta en la jerarquía del hinduismo- que llegó a Trinidad.


V. S. Naipaul

Su padre, Seepersad Naipaul, ejerció el periodismo de forma autodidacta y mantuvo aspiraciones literarias durante varios años; como ha sucedido en otros casos familiares, no fue él, sino su hijo, quien recibió las condiciones de vida necesarias para dedicarse al oficio de escribir. (También su hermano Shiva, que murió a los cuarenta años, en 1985, alcanzó a ganarse una sólida reputación como novelista.)

Cuando el padre consiguió un trabajo como periodista en la capital, Puerto España, la familia debió abandonar el pueblo y, al mismo tiempo, las pocas costumbres que aún los ataban a su pasado indio. A los seis años de edad, Naipaul entró a estudiar en el Queen’s Royal College. Pero en la capital había pocos inmigrantes indios; la familia de Naipaul se fue aislando, encerrándose en su propia casa, como si se tratara de extranjeros.

En esa casa, Naipaul escuchaba las lecturas de su padre. Según ha escrito, el padre leía varios libros a la vez sin terminar ninguno, y lo hacía menos en busca de la trama que para encontrar, en ciertos escritores, las cualidades especiales de cada uno. Estas lecturas (Shakespeare, Dickens, algo de Joseph Conrad) eran distintas de lo que el niño aprendía en la escuela, y verdaderamente más ricas que las que realizaba por su cuenta: la lectura fue, para Naipaul, una tarea difícil; los personajes, las costumbres, los escenarios que aparecían en los libros eran demasiado lejanos, extraños a su propia experiencia, casi incomprensibles.

Mientras tanto, la idea de escribir ya se había instalado en él. Cuando decidió que sería escritor, tenía once años; cuando abandonó definitivamente su país, persuadido de que sólo en Gran Bretaña podría aprender a escribir, tenía dieciocho. ¿Qué fue lo que ocurrió entre ambos eventos? Naipaul ha hablado mucho de esos años cruciales, del sentimiento de ser extranjero en su propia tierra, de su incapacidad para hacer amigos en la ciudad extraña, de su poca comprensión del lugar en que se hallaba. «Muy pronto -escribió- llegué a comprender que había un mundo más allá, afuera, del cual nuestro mundo colonial era apenas una sombra.» En ese mundo estaba la posibilidad de escribir, de ser escritor; con esta idea en mente atravesó la escuela secundaria. Hizo algunos descubrimientos: su padre le contaba historias acerca de su propia comunidad hindú; leyó El lazarillo de Tormes y tuvo, por primera vez, la satisfacción de encontrar en un libro un mundo como el que siempre había conocido.

Hacia 1950 surgió la posibilidad del viaje: el gobierno colonial ofrecía cuatro becas consistentes en la posibilidad de estudiar en cualquier institución del imperio británico durante un período de siete años. Naipaul ganó una de esas becas; viajó a Oxford y allí pasó los siguientes cuatro años de su vida. Después declaró que no lo había hecho por el viaje ni por el curso de inglés, sino para darse tiempo de ser un escritor; pero le resultaría más difícil de lo que había pensado. Ni en esos cuatro años, ni en el año siguiente, logró escribir. Y luego, de repente, el material de las historias que su padre le contaba, el material de sus propias vivencias, se le presentó como una revelación.

Pero otras cosas sucedieron durante ese tiempo: en 1953 murió su padre; Naipaul sufrió una crisis nerviosa e intentó suicidarse; en 1955 se casó con Pat Hale, a quien había conocido en Oxford, y enseguida comenzó a trabajar como locutor de radio para el programa Caribbean Voices de la BBC. Mientras tanto, los editores habían leído los relatos de Miguel Street, y presionaron a Naipaul para que escribiera una novela. Naipaul presentó El sanador místico (1957) y, al año siguiente, The suffrage of Elvira. Miguel Street se publicó en 1959. Paralelamente, se había ganado una posición como reseñista literario en el New Statesman. En tres años, el joven de Trinidad se encontró instalado con plenos poderes en las letras inglesas

Fue entonces -corría el año 1961- cuando, tras la publicación de Una casa para el señor Biswas, Naipaul se encontró con el reconocimiento del mundo entero; tanto la crítica de Estados Unidos como la de Gran Bretaña calificaron la novela de obra maestra y comenzaron a incluir a su autor entre los grandes prosistas de la lengua. La historia del señor Biswas es, sin duda, una de las comedias sociales más agudas, pero también más conmovedoras, de la literatura en inglés del siglo XX. Naipaul la escribió con su padre en mente: el señor Biswas es otra forma del señor Seepersad Naipaul: factótum caribeño al principio, periodista autodidacto al final, su vida entera fue una larga empresa: la de hacerse un lugar en el mundo.

Al narrar su historia, Naipaul agotaba -aunque no lo supiera entonces- el material novelístico que había sacado de su isla. Entonces, de manera providencial, recibió una comisión para viajar por las colonias esclavistas del Caribe y escribir sobre ellas. «Tenía la idea de que un libro de viajes era un intervalo glamoroso en la vida de un escritor serio», dijo después. Y luego: «La ficción, la exploración de nuestras circunstancias inmediatas, me había hecho avanzar un buen trecho de camino. Los viajes me llevarían más lejos».

La literatura de viajes

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(Varsovia, 1910 - Granada, 1997) Ajedrecista argentino. Alumno de Tartakover, con tan sólo veinte años fue profesor de este deporte de mesa. Su temperamento y su inagotable entusiasmo por arrancarle a las sesenta y cuatro casillas sus secretos contagiaron a muchos ajedrecistas y aficionados. Como él mismo reveló, siempre transmitió el consejo aprendido: “el que abandona nunca gana una partida”. Pero también reconocía que había que aprender a perder, y eso también se lo enseñó el tablero.

En 1939 la Segunda Guerra Mundial le sorprendió en Buenos Aires. En esta contienda fallecieron sus padres y cuatro hermanos, asesinados por los nazis. Najdorf, entonces, decidió instalarse en esta ciudad. Casualmente en la capital de Argentina se celebraba por esas fechas la VIII Olimpiada de Ajedrez, en las que Najdorf repitió la participación que ya hiciera en 1935 (Varsovia) y Estocolmo (1937).


Miguel Najdorf (izquierda) en un
enfrentamiento con Fischer (1960)

En 1950 alcanzó la categoría de gran maestro internacional y quedó en quinto lugar en el Torneo de Candidatos disputado entre países. En 1961 venció en los torneos de Mar del Plata y La Habana. Najdorf no defraudó a sus seguidores y participó en varias olimpiadas ajedrecistas en las que consiguió excelentes resultados para el equipo argentino, como fue el caso del subcampeonato de Helsinki de 1952.

Fue nueve veces Campeón de Argentina, en el período que va desde 1949 a 1975. Fue, asimismo, miembro del equipo “Resto del Mundo” que se enfrentó a la URSS en 1970, y consiguió un meritorio empate con el ex campeón mundial Mikhail Tahl (una partida perdida, una ganada y dos tablas). Entre sus mejores victorias también se encuentran los torneos de Amsterdam, 1950; La Habana, 1962, donde superó, entre otros, a Spassky, futuro campeón mundial; y Mar del Plata, 1965.

Najdorf fue durante muchos años uno de los diez mejores ajedrecistas del mundo, además de estar considerado, junto a Reshevsky y Gligoric, como uno de los mejores jugadores de Occidente. Tenía gran habilidad para las partidas rápidas y a ciegas, tanto que en 1947 superó la plusmarca mundial de partidas simultáneas a ciegas, al jugar 45 en Brasil. Su estilo de juego era agresivo, amante de los sacrificios, y su nombre estará siempre unido a una de las más populares variantes de la defensa siciliana

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