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Biografía de Carlos Illescas

Guatemala, 1918 - México, 1998

Poeta guatemalteco. Autor de una espléndida producción poética cuyo perfecto acabado formal reúne, en unas mismas composiciones, la mejor tradición de la poesía clásica hispana y la riqueza imaginativa y verbal aportada por algunas vanguardias contemporáneas, está considerado como una de las voces más sobresalientes de la lírica guatemalteca contemporánea


Carlos Illescas

Aunque, por razones políticas, Carlos Illescas desarrolló la mayor parte de su obra en suelo mexicano, pertenece por derecho propio a la denominada "Generación del 40" y, dentro de ella, al "Grupo Acento", un colectivo de escritores congregados en torno a la revista homónima, y caracterizados por su rebeldía política y su apertura a los postulados estéticos y los contenidos temáticos procedentes del exterior. Entre estos autores figuran, al lado de Carlos Illescas -que fue uno de los fundadores de la publicación que dio nombre al grupo, así como uno de sus principales animadores-, otros escritores de la talla de Antonio Brañas, Otto Raúl González, Raúl Leiva y un joven e inquieto Augusto Monterroso

Escritor de vocación precoz, descubrió su inclinación hacia la poesía ya en sus años de infancia, cuando, por influencia directa de su madre, comenzó a leer versos sencillos y populares de contenido en su mayor parte religioso. Ya en su juventud, se integró plenamente en los círculos literarios guatemaltecos y, en colaboración con Augusto Monterroso, fundó la revista Acento, que no sólo encauzó los afanes de rebeldía política y renovación estética de los jóvenes intelectuales del país, sino también supuso el mejor vehículo para la introducción y difusión en Guatemala de las obras de algunos autores universales de la talla del francés Paul Valéry, el austríaco Rainer Maria Rilke, el chileno Pablo Neruda o el español Federico García Lorca

Algunos de los autores que militaron al principio en el grupo "Acento" -como el citado Raúl Leiva- se pasaron después a "Saker-ti", el otro colectivo de escritores que conformó esa brillante "Generación del 40"; y otros -como Augusto Monterroso o el propio Carlos Illescas- se vieron forzados pronto a desarrollar su obra literaria en países vecinos, siguiendo el rumbo del exilio que ya habían marcado otros literatos e intelectuales guatemaltecos de promociones anteriores, como el gran poeta, periodista, crítico y ensayista Luis Cardoza y Aragón, quien pasó buena parte de su vida en México (y en otros lugares de América y Europa) por mostrar públicamente su disconformidad con los regímenes totalitarios implantados en Guatemala

La trayectoria literaria (y, desde luego, toda su peripecia vital) de Carlos Illescas experimentó, en efecto, un violento giro a raíz de la llegada al poder en su país natal del teniente-coronel Jacobo Arbenz Guzmán, que rigió los destinos de la nación centroamericana entre 1951 y 1954. A comienzos de este último año, ante el temor de un inminente golpe de estado, Arbenz suprimió las garantías constitucionales y tomó otras medidas drásticas que, entre otras consecuencias de triste recuerdo en la historia reciente del país, provocaron la inmediata salida de Guatemala de un nutrido grupo de intelectuales entre los que se encontraba Carlos Illescas, y su subsiguiente petición de asilo político en la vecina nación mexicana.

Fue así como estos autores se incorporaron plenamente a la vida cultural azteca, en la que produjeron algunas de sus mejores obras y a la que permanecieron íntimamente ligados durante la mayor parte de su andadura literaria, hasta el extremo de que México bien puede reclamarlos como una parte importante de sus propias Letras

Illescas, que en el momento de abandonar Guatemala colaboraba intensamente en la citada revista Acento, desplegó desde México una intensa labor en favor de las reformas sociales, culturales y políticas que estaba reclamando su patria, y apoyó en todo momento cualquier movimiento progresista que surgía allí. Pero, a pesar de la conservación de estos estrechos lazos de unión con su país natal, permaneció en suelo azteca por espacio de cuarenta y tres años, sin hacer realidad su deseo de regresar a Guatemala hasta que, un año antes de su muerte, fue invitado personalmente por el presidente Álvaro Arzú para hacerle entrega de la orden " Miguel Ángel Asturias". Corría, a la sazón, el mes de mayo de 1997, y sólo un año después perdía la vida este gran poeta guatemalteco que, por razones ajenas a las estrictamente literarias, se había visto forzado a producir y publicar la mayor parte de sus versos en suelo extranjero

Durante su prolongado exilio en México, Carlos Illescas vivió de sus habituales colaboraciones en Radio Universidad, de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como de sus labores docentes en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (perteneciente también a dicho centro de enseñanza superior). La relación de Carlos Illescas con el Séptimo Arte dejó para la posteridad algunos guiones tan sobresalientes como Ángeles y querubines, La mansión de la locura, Auandar Anapu y Pafnuncio Santo. Además, en México fue también muy apreciada su producción poética, que mereció algunos de los reconocimientos y galardones más prestigiosos del país, como el Premio Xavier Villaurrutia, otorgado -en su convocatoria de 1983- a su poemario titulado Usted es la culpable

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(Dueñas, 1518? - 1583?) Historiador de los papas. Se le ha llegado a confundir con su homónimo el fraile jerónimo y obispo de Córdoba que fue capellán de Juan II de Castilla y del que conservamos un retrato, obra de Zurbarán, en la sacristía del monasterio de Guadalupe. De su obra se deduce que estudió en Salamanca, donde parece que llegó a obtener el grado de doctor en Teología, y que viajó por Italia: en 1550 visitó Venecia y en 1551 Roma.

Desde 1553, fecha en la que comienza su Historia pontifical y católica, parece residir de asiento en Dueñas, ciudad de la que era beneficiado (así como abad de la colegiata de San Frontís de Zamora). El éxito de su obra, a la que se ha tildado de excesivamente crédula y poco crítica con el material que manejaba, fue ampliada varias veces. La primera de ellas, a cargo de Luis de Babia, que añadió las partes tercera y cuarta, la segunda por fray Marcos de Guadalajara, que añadió la quinta, y la última por Juan Baños de Velasco, quien escribió la sexta parte. El éxito de la obra fue enorme, y fue incluida en los Índices de 1569, 1583 y 1590.

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