Astrónomo estadounidense. Cursó estudios en la Universidad de Chicago, donde se doctoró en astronomía y astrofísica en 1960. Posteriormente fue profesor de la Universidad de Berkeley, de la Universidad de Harvard y, a partir de 1968, de la Cornell University. En 1970 fue nombrado director del Centro de Estudios Planetarios. Colaborador habitual de la NASA, ideó los mensajes radiotelegráficos enviados por las sondas Pioneer 10 y 11 al espacio exterior para contactar con posibles civilizaciones extraterrestres. Contrario a la proliferación del arsenal nuclear, de cuyos peligros advirtió, fue un prolífico escritor de ciencia ficción, y en 1978 fue galardonado con el Premio Pulitzer por su obra Los dragones del Edén: especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana, si bien adquirió fama y popularidad por su obra Cosmos, que en 1980 fue convertida en serie televisiva y constituyó un éxito mundial
(Seudónimo literario de Françoise Quoirez; Cajarc, Lot, 1935 - Honfleur, Normandía, 2004) Escritora francesa, icono entre los intelectuales de los años cincuenta y sesenta. Su primera novela, Bonjour tristesse (1954), la hizo famosa en pocas semanas y por ella obtuvo el codiciado Prix des Critiques. Esta historia de una adolescente privilegiada con opiniones precoces acerca del amor, el sexo y los códigos morales al uso fue llevada en 1958 a la gran pantalla por el realizador Otto Preminger, con Jean Seberg, Deborah Kerr y David Niven como personajes principales. En aquella época, consciente ya de que su vida desenfrenada la llevaba a una prematura decrepitud, la autora se sometió a varias curas de desintoxicación. Sin embargo, no tardaría mucho en volver a las andadas
Françoise Sagan
Con su segunda obra, Un certain sourire (1956), la joven novelista confirmaba las esperanzas que había suscitado. Al relatar la historia de una joven que se enamoró de un caballero casado, de edad suficiente para haber sido su padre, dio muestras, por segunda vez, de una maestría literaria asombrosa, a pesar de graves defectos en la concepción de sus personajes y en el desarrollo de la trama. Su estilo narrativo, personalísimo, no conocía prejuicios. A los 20 años, Françoise Sagan gozaba de una fama que ningún novelista había alcanzado a aquella edad
Sagan siguió publicando no sólo novelas, sino también obras de teatro, desde que en 1960 se estrenara en este género con Château en Suède, que supuso en su carrera teatral el equivalente de Bonjour tristesse en la ficción y que se representó en el teatro L’Atelier. Aquel año inició su colaboración en L’Express y se ganó la animadversión del gobierno francés por su militancia («por razones humanitarias») contra la tortura en Argelia. Otras de sus obras teatrales fueron Il fait beau jour et nuit (1978), Le chien couchant (1980) y L’excès contraire (1987)
Antes de retirarse por incapacidad, aún escribió varias novelas, algunas de las cuales tuvieron más éxito de ventas por el nombre de la autora que por su calidad literaria: La laisse (1989), Un orange immobile (1989), Les faux-fuyants (1991), Un chagrin de passage (1993) y, finalmente, Le miroir égaré (1996), un triángulo amoroso y disonante entre una viuda millonaria y una joven pareja de intelectuales.
En 1996 publicó Derrière l’épaule, en el que traza una mirada crítica sobre su vida, a pesar de que en 1993 había publicado en Francia Et toute ma sympathie, obra que ya fue considerada como su primer libro de memorias. El segundo lo publicó en 2001 con el título Aimez-vous Sagan?, porque estaba convencida de que muchos la consideraban entonces como la «madona olvidada y hasta vilipendiada de una literatura mal entendida». En 2002 prologó todavía una edición de la Correspondencia amorosa de George Sand y Alfred de Musset
Sagan pasó los últimos años de su vida enferma y arruinada, hasta el punto de que se vio obligada a vender su mansión en Normandía y su piso en París y se alojó esporádicamente en casas de sus amigos parisienses, hasta que los nuevos propietarios de su antigua mansión le permitieron volver a vivir en ella. En la última década del siglo XX, su nombre salió en portada por diferentes asuntos turbios. En varias ocasiones fue condenada por cuestiones de drogas o por fraude fiscal, y pasó dificultades económicas; Sagan había ganado dinero a raudales, pero lo gastaba con la misma rapidez que lo cobraba. Nunca se arrepintió de lo que había vivido, y vivió mucho, disfrutando y a la vez sufriendo el escándalo, las juergas nocturnas, el sexo, la bebida y las drogas. Sin embargo, su aparente felicidad escondía una gran soledad interior. Decía así que sus libros hablaban sobre todo de la soledad y de la manera, si existe, de «desembarazarse de ella»