Gobernador de las colonias portuguesas de la India y uno de los fundadores del imperio colonial portugués . Procedente de la pequeña nobleza, fue enviado al Índico en 1506; tras capturar la isla de Socotora, en la entrada del mar Rojo, y Ormuz, puerto estratégico en el comercio de las especias, situado a la entrada del golfo Pérsico, llegó a la India en 1508. El virrey Francisco de Almeida se resistió a cumplir las órdenes que traía Alburquerque de sustituirle en el mando y le hizo encarcelar, hasta que una flota enviada desde la metrópoli (1509) le obligó a aceptar aquellas órdenes.
Ya gobernador, Alburquerque puso las bases del imperio portugués en Oriente: en 1510 tomó la ciudad de Goa, convirtiéndola en la base principal de la presencia portuguesa en el Índico. En 1511 conquistó Malaca para controlar la ruta hacia China; estableció sus bases en las islas de la Sonda, Malabares, Persia y Arabia; sus relaciones con los príncipes locales, como el sha de Persia o el rey de Siam, fueron esenciales en la constitución de un vasto imperio comercial, que se permitía exigir peaje a los barcos que transitaran por el Índico.
En cambio, fracasó en el intento de tomar Adén en 1513, lo que habría asegurado a los portugueses la hegemonía en el mar Rojo; en consecuencia, hubieron de compartir el Índico con los comerciantes musulmanes. Alburquerque cayó por las intrigas de su enemigo Lope Soarez en 1514, y murió en el barco que le devolvía a Portugal
(Cádiz, 1789-Madrid, 1865) Político y escritor español. Desempeñó un papel de relieve en el levantamiento de Riego. Condenado a muerte bajo la restauración fernandina, se exilió en Inglaterra hasta 1834 y fue el primer catedrático de castellano del King´s College de Londres. Regresó a España tras la muerte de Fernando VII. Fue nombrado diputado y, tras su paso al moderantismo, ministro de Marina en 1836. Tras los sucesos de La Granja, se expatrió de nuevo hasta 1837. Después de este nuevo exilio fue nombrado ministro de Fomento (1864-1865). Ha dejado escritos políticos, literarios y autobiográficos, entre los que destacan Recuerdos de un anciano (1878) y Memorias (1886), obras fundamentales para el conocimiento político y social de la primera mitad del s. XIX. No menos importante es su prólogo a El moro expósito (1834), del Duque de Rivas, considerado el primer manifiesto del romanticismo español