Duque de Sajonia (1138-1142) y margrave de Brandeburgo (1157-1170). En 1134 Lotario II le entregó la Marca del Norte y Alberto amplió sus dominios al ocupar Havelland (1150) y Brandeburgo (1157). En 1142 renunció al ducado de Sajonia en favor de los duques de Baviera
(Bruselas, 1875 - Marche-les-Dames, 1934) Rey de Bélgica (1909-34), sobrino del rey Leopoldo II e hijo de Felipe, conde de Flandes y de la princesa María de Hohenzollern. Desde niño recibió una educación esmerada e ingresó en la prestigiosa École Militaire de Bruselas. En el año 1900 contrajo matrimonio con la princesa Isabel de Baviera, con la que tuvo dos hijos: Leopoldo Felipe Carlos, futuro rey Leopoldo III, y Carlos Teodoro Enrique.
Ese mismo año hizo un largo viaje por el Congo Belga en el que examinó las penurias y necesidades que demandaba el territorio, por lo que, a su regreso, recomendó al gobierno la necesidad de construir una red de ferrocarril en la colonia, además de exigir un cambio radical en el trato hacia sus habitantes indígenas, tratados como esclavos
En el año 1913, ya como rey de Bélgica, Alberto I realizó una visita diplomática a Berlín, donde fue informado por el propio emperador alemán, Guillermo II, de las intenciones del ejército alemán de entrar en guerra con Francia y del plan de invasión de ese país que incluía el paso por Bélgica. De regreso a su país, Alberto I se dedicó a reforzar su ejército en previsión de la inminente guerra: incrementó sustancialmente el efectivo de tropas e instauró el servicio militar obligatorio. A su vez, Alberto I informó al gobierno francés de los planes de Alemania.
Finalmente, tras el estallido de la I Guerra Mundial, el 31 de julio de 1914, Alberto I envió una carta al emperador alemán informándole de la neutralidad de Bélgica en el conflicto. El 2 de agosto del mismo año, Guillermo II lanzó un ultimátum a Bélgica en el que pedía a Alberto I el paso libre a las tropas alemanas en territorio belga, todo ello para llevar a cabo el plan ideado por el general alemán Van Moltke que consistía en realizar una ocupación relámpago de Bélgica y atacar por el norte a Francia, para luego trasladar el grueso de las tropas al frente oriental.
Tras la decidida negativa de Alberto I a las peticiones germanas, la invasión de Bélgica se inició dos días más tarde. Alberto I se colocó al frente del ejército belga, en el que se distinguió bajo las órdenes del general Foch, jefe operativo de las tropas belgas. Tras la dura batalla de Autweup, en octubre del año 1914, las tropas alemanas ocuparon prácticamente todo el país y obligaron a las tropas belgas de Alberto I a replegarse al sudoeste de Flandes, la única zona belga que aún no había caído en la órbita alemana. Mientras el gobierno belga era trasladado a la Francia libre, el rey Alberto I se mantuvo en el frente de batalla, donde resistió con energía los continuos ataques de las fuerzas alemanas y cerró al invasor el camino de Dunkerque y Calais, necesarios para realizar una invasión sobre las islas británicas
Tras la finalización de la I Guerra Mundial, Alberto I apeló a las potencias aliadas para que se aboliera el Tratado de Londres, firmado en el año 1839, por el que Bélgica fue considerada como territorio neutral y por tanto factible de ser vulnerada e invadida en caso de confrontación bélica, como así sucedió. La petición de Alberto I fue aceptada, incorporándose la medida adoptada en los puntos fijados en el Tratado de Versalles, del año 1919, por el que Alemania tuvo que pagar a Bélgica cuantiosas reparaciones de guerra, tanto económicas como territoriales.
Alberto I lideró personalmente, hasta su muerte, la reconstrucción de su país, destrozado y arrasado por la ocupación de las tropas alemanas. Realizó una eficaz labor de apoyo en la reindustrialización de Bélgica, donde destaca sobremanera el esfuerzo realizado en la construcción de una potente flota mercante. Alberto I insufló entre los belgas un gran orgullo por el país e instauró los servicios de trabajos voluntarios en aras de la reconstrucción de Bélgica, medida que apoyaron por unanimidad todas las fuerzas políticas del país, las cuales aceptaron siempre el arbitraje del rey en todos los asuntos graves o delicados del gobierno.
En el año 1926, Alberto I ayudó a introducir una reformar monetaria, necesaria para el país, cuya consecuencia fue flexibilizar la economía interna y externa de Bélgica. Gran aficionado a los deportes de riesgo, encontró la muerte mientras practicaba el alpinismo, el 17 de febrero del año 1934. Le sucedió en el trono su hijo Leopoldo III