Escritor español, de amplia e intensa producción narrativa. Estudió Filosofía y Letras en las universidades de Salamanca y Madrid, donde trabó amistad con Sánchez Ferlosio, Martín Gaite, Fernández Santos y otros jóvenes que formaron el futuro plantel de la narrativa de los cincuenta. Aunque se inició como poeta (Todavía la vida, 1947; El libro de las algas, 1949), pronto se dedicó al cultivo del cuento -género del que fue sin duda un maestro- y la novela.
Su novelística, reducida a cuatro títulos, es parte de un vasto proyecto consistente en tres trilogías que debían de abordar, respectivamente, el trabajo del mar, el trabajo de las minas y el mundo de los guardias civiles, los gitanos y los toreros. De todo ello la muerte sólo le permitió escribir una parte de la primera, Gran sol, de 1957, que trata de la pesca de altura, y dos de la última: El fulgor y la sangre, de 1954, sobre la vida cotidiana de una pequeña guarnición de la guardia civil, y Con el viento solano, de 1956, en torno al mundo de los gitanos. Independiente de estas series es la novela titulada Parte de una historia (1967). A pesar de la crudeza humana de su escritura, de su intensa carga testimonial, Ignacio Aldecoa rehúye el mensaje explícitamente político (en ello se aparta de las propuestas del realismo crítico) y tiende a una ajustada técnica objetivista.
Sus cuentos son fragmentos de vida, historias insignificantes pero dotadas de un gran poder evocador; por su variada temática (los oficios, la clase media, los bajos fondos, las vidas extrañas, el éxodo rural a la ciudad, etc.) configuran un amplio cuadro de comedia humana de nuestra posguerra. Recopilados en 1973 (Cuentos completos), aparecieron en las colecciones Vísperas del silencio (1955), El corazón y otros puntos amargos (1959), Caballo de pica, de 1956, Arqueología (1961), Los pájaros de Baden Baden (1965) y Santa Olaja de acero (1968)
Aldecoa convirtió en materia novelable su profunda experiencia de los hombres y la difícil tesitura por la que atraviesa España en años particularmente crueles: los posteriores a la Guerra Civil. Guiado siempre por un creciente deseo de objetividad y comprensión de las formas de vida del país y de sus gentes, en especial las más sencillas y sometidas a la injusticia, el novelista le da al conjunto de su obra un sello personal inconfundible: rico, laborioso, con un riguroso sentido de la construcción por lo que hace a las situaciones y una técnica realista de la que sobresale la nota enérgica, teñida invariablemente de poesía y verdad.
(Paderborn, 1502-Soest, 1558) Grabador y pintor alemán. Discípulo de Durero, se especializó en grabados de pequeño formato, con motivos ornamentales, temas religiosos y retratos