Militar español, virrey de Perú. Miembro de una aristocrática familia catalana, decidió ingresar en el ejército, en el que alcanzó el grado de mariscal de campo. Nombrado en 1755 capitán general y presidente de la audiencia de Chile, destacó al organizar una eficaz fuerza defensiva a partir de las milicias urbanas, al tiempo que impulsaba las obras públicas.
Ello le valió una excelente reputación como político y administrador que propició su designación como virrey de Perú en 1761. En este cargo demostró sus dotes como militar en la guerra de los Siete Años contra el Gran Bretaña, en la que la milicia urbana, así como el resto de unidades por él movilizadas, se mostraron muy eficaces en la defensa del virreinato.
Introdujo el refinamiento en la corte virreinal y embelleció la capital con hermosos edificios: la iglesia del convento de las Nazarenas, la torre de Santo Domingo y el palacio de la Quinta Presa, e incluso ordenó erigir a las afueras de Lima un palacete barroco para la bailarina Micaela Villegas, la Perrichola.
La ostentación del virrey fue aprovechada por sus enemigos políticos, quienes lo acusaron también de haber aceptado sobornos, aunque lo cierto es que durante su gobierno el erario real ingresó importantes rentas de Perú gracias al impulso del comercio, que sirvió para contener la caída de la productividad minera a causa de la sobreexplotación. Además, la situación militar del virreinato quedó muy reforzada, con fortificaciones costeras y unidades de defensa autóctonas. En 1776 regresó a España y se retiró de la vida pública. Intervino también en el diseño de su palacio en Barcelona (palacio de la Virreina)
(Sabadell, 1750-Barcelona, 1824) Prelado español. Canónigo magistral de Tarragona, pasó a Madrid, donde desempeñó diversos cargos en la corte y fue confesor de Carlos IV. Tras la guerra de Independencia, renunció a su cargo de abad de San Ildefonso y se retiró a Cataluña. Escribió, entre otros libros, Tratado de la Iglesia de Jesucristo.