Dramaturgo colombiano. Fundador del Teatro moderno en Colombia, y autor prolífico, Antonio Álvarez Lleras empleó el seudónimo de Joaquín Zuluaga en todos sus escritos. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto de la Salle, en Santafé de Bogotá. En 1910 cursó un año de Derecho en la Facultad de Leyes de la Universidad Nacional. Finalmente eligió la carrera de Odontología, y obtuvo el título en el Colegio Dental de Santafé de Bogotá en 1913, institución de la que fue rector, así como del Instituto Dental Colombiano.
También ocupó el cargo de cónsul de Colombia en Cádiz (España) en los años 1927-1928. Perteneció a la agrupación literaria denominada Sociedad Arboleda, que floreció en Colombia entre 1910 y 1915. Álvarez Lleras fue miembro de la Sociedad de Autores, miembro de número y tesorero de la Academia de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española.
Obtuvo el primer premio del concurso convocado por la Compañía de Camila Quiroga en 1927, con su obra El Zarpazo. También participó en el repertorio organizado por la misma compañía durante las giras realizadas por Puerto Rico, Cuba, México, Nueva York y París, y estuvo en la exposición Iberoamericana de Sevilla. En 1944 fundó su propia compañía de teatro, denominada Renacimiento. Con su comedia Fuego Extraño, Álvarez Lleras obtuvo el primer premio en el concurso de la Sociedad de Autores de Colombia en 1912 y la medalla de oro que le otorgó el Gobierno Nacional en el campo cultural.
Entre sus obras destacan Víboras sociales (1911), Como los muertos (1916), que alcanzó gran popularidad, Los mercenarios (1924), El zarpazo (1946) y Almas de ahora (1945). De carácter cómico son Alma joven (1912) y Fuego extraño (1912). Durante su permanencia en Cádiz, escribió su novela Ayer nada más (1930) y dos volúmenes de poesía: Sonatina de otoño y Ensoñadores.
Serafín Álvarez Quintero (Utrera, 1871 - Madrid, 1938) y Joaquín Álvarez Quintero (Utrera, 1873 - Madrid, 1944) Populares dramaturgos españoles conocidos a menudo como los hermanos Quintero o Álvarez Quintero. Autores de obras teatrales que transmiten una visión bondadosa y amable de la vida, son la encarnación perfecta del costumbrismo andaluz llevado al teatro.
Muy jóvenes, cuando todavía no habían cumplido los 20 años, comenzaron a escribir en colaboración trabajos teatrales que se representaban en el patio de su casa. En 1889, el mismo año en que su farsa Esgrima y amor se representaba en el teatro Cervantes de Sevilla, se dirigieron a esta ciudad, donde vivieron durante algún tiempo con las asignaciones de unos modestos empleos en Hacienda.
Bien pronto les hicieron populares sus trabajos: en 1897 se representaban dos obras en un acto, El ojito derecho y La reja, y al año siguiente La buena sombra. Hacia 1900 anunciaron que tenían dispuestos 51 trabajos manuscritos; publicaron cinco o seis al año, llegando a componer al fin más de 200, acogidos todos con gran favor por el público y representados también algunos en el extranjero.
Los hermanos Álvarez Quintero representan un caso excepcional de colaboración artística y de comunión espiritual; aun siendo muy distintos en apariencia física y en temperamento, más franco y locuaz Serafín, más cerrado y silencioso Joaquín, recorrieron, verdaderamente unidos, excepto la breve pausa del infeliz matrimonio de Serafín, el camino de la vida y del arte, ahondando con bondad y serenidad en los personajes burgueses de sus agradables entremeses y de las comedias más ambiciosas (Los galeotes) y reflejando, con visible tendencia hacia lo pintoresco, el espíritu y la gracia de sus paisanos andaluces en las mejores obras, como El genio alegre.
La gracia con que recrearon los tipos, el ambiente y el habla de su región de origen, una poesía humilde y sencilla, así como la alegría con la que impregnaron casi todas sus obras, constituyen las características generales de un teatro que basa todo su valor y encanto en la frase ingeniosa y el colorido local. Sus notas defectuosas, en cambio, habría que situarlas en una "concepción rosa" de la existencia humana, en la superficialidad de muchas de sus escenas y en un sentimentalismo edulcorado e insustancial
Entre sainetes y comedias produjeron alrededor de doscientas obras del llamado género chico: El patio (1900), Las flores (1901), El genio alegre (1906), Las de Caín (1908), Puebla de las mujeres (1912), El mundo es un pañuelo (1920) y Mariquilla Terremoto (1930), son algunas de las más exitosas.
Sus comedias dramáticas, a pesar de que obtuvieron el favor del gran público, cayeron abiertamente en el tópico ideológico o sentimental y fueron consideradas por la crítica como piezas de escaso valor: Amores y amoríos (1908) o Malvaloca (1912) son ejemplos de esta producción de poca calidad literaria. Por último, cabe mencionar la zarzuela como el otro género que desarrollaron en distintos momentos de su carrera. Quizá la más conocida sea La reina mora, de 1903