Rey de los visigodos . Sucedió a su cuñado Alarico I en el año 410, continuando su labor conquistadora hacia Occidente. Fracasado un plan para pasar desde Italia al norte de África, Ataúlfo comenzó la lucha para asentar a su pueblo en la Galia, conquistando Narbona, Tolosa y Burdeos. El emperador Honorio le ofreció reconocer tales conquistas y hacer la paz, a cambio de la devolución de su hermana Gala Placidia, prisionera de los godos desde que éstos tomaran Roma en tiempos de Alarico. Las negociaciones fracasaron y Ataúlfo decidió entonces casarse con Gala Placidia (414), así como nombrar un emperador títere, Attalo, a quien instaló en Burdeos.
El contraataque de Honorio, que bloqueó por mar el abastecimiento de los godos, obligó a Ataúlfo a retirarse hacia el nordeste de la península Ibérica, dando origen a la presencia visigoda en España. Tras la captura romana de Attalo y el nacimiento de un hijo de su matrimonio con Placidia, Ataúlfo hizo la paz con Honorio y se transformó en aliado de Roma; su proyecto hasta entonces había sido el de sustituir al Imperio Romano por un Imperio Godo de similar alcance; pero, convencido por la experiencia de la dificultad de que los germanos construyeran un Estado y una civilización como las de Roma, optó por poner sus fuerzas al servicio del Imperio Romano.
El descontento que esta tendencia filorromana causó entre muchos godos llevó a un complot para asesinarles a él y a sus seis hijos, sucediéndole en el Trono el antirromano Sigerico
(Tsaraplana, 1886-Istanbul, 1972) Prelado ortodoxo. Metropolitano de Corfú (1923) y exarca de los griegos ortodoxos de América del Norte y del Sur (1931), fue elegido patriarcaecuménico de Constantinopla (1948) y trabajó para unificar el mundo ortodoxo, al margen de la influencia de Moscú. Restableció los lazos con Roma y se entrevistó en Jerusalén con el papa Pablo VI. De mutuo acuerdo, levantaron de forma simultánea (7 de diciembre de 1965) los anatemas recíprocos entre ambas Iglesias, que databan del s. XI