Filósofo y poeta lituano. Hijo de un campesino, fue durante su juventud escribiente rural, y luego frecuentó el seminario de Varniai, donde enseñó el idioma lituano. En 1858 pasó a la Academia para sacerdotes católicos de San Petersburgo, de la cual llegó a ser profesor tras dos años de estudios en Innsbruck, Munich y Roma que siguieron a su ordenación sacerdotal (1862). Sin embargo, como no se encontrara allí a gusto, volvió a Lituania en 1867 y enseñó en el seminario de Kaunas, del que en 1874 pasó a ser inspector. En 1883 el papa le nombró obispo auxiliar, y luego, en 1897, ocupó la sede episcopal de Seinai.
El interés de Baranauskas se dirigió, de manera preferente, hacia la filología; notable importancia para los estudios bálticos poseen sus investigaciones Textos de la Lituania oriental (Ostlitauische Texte, 1882); Aportaciones a la dialectotogía lituana (Zur litauischen Dialektforschung, en Kuhns Zeitschrift für vergleichende Sprachforschung, VIII y IX), y Anotaciones acerca del idioma y el vocabulario lituanos (Zametki o litovskom jazyke y slovare, en ruso, 1898).
La fama de Baranauskas como escritor se halla vinculada principalmente al poema El bosque de Anykscios, en el que, con un profundo sentimiento de la naturaleza, lamenta la destrucción de los bosques por obra de la incesante industrialización y hace de ésta un símbolo de la decadencia del idioma lituano; la obra en cuestión se revela sensiblemente influida por El señor Tadeo, de Mickiewicz.
Poesías más breves y composiciones líricas de tipo religioso aparecen reunidas en el volumen Los cantos del labrador (Artoju giesmés, 1860). A sus impresiones acerca de Rusia, generalmente negativas, dio Baranauskas forma poética en el poema Viaje a San Petersburgo (Kelioné Petaburkan, 1859), en el que recuerda con orgullo la época (siglo XIV) durante la cual el territorio ruso pertenecía al principado lituano
(Ataun, Guipúzcoa, 1889 - 1991) Etnógrafo y arqueólogo vasco. Miembro de una familia numerosa, en 1906 ingresó en el Seminario Conciliar de Vitoria, donde pasó los siguientes treinta años de su vida. Estudió francés, inglés y alemán y, en el Seminario, las carreras de Filosofía, Magisterio y Teología.
Una crisis religiosa, en 1913, le empujó a marchar a Alemania, donde tuvo oportunidad de conocer al profesor Wundt, que impartía un curso sobre Psicología de los Pueblos en la Universidad de Leipzig.
Influido por el psicólogo alemán, vio que era imprescindible el estudio de la cultura de la propia tierra, de tal forma que decidió marchar a Bélgica y a Francia para ampliar estudios de Etnología, Antropología y Paleontología Humana en la Sorbona y en el Instituto de París
Regresó al País Vasco, se ordenó sacerdote y hasta 1936 fue profesor en el Seminario Conciliar de Vitoria. Durante ese tiempo realizó diversos trabajos de campo junto a los catedráticos Telesforo de Aranzadi y Enrique de Eguren, investigaciones que comenzaron por una serie de excavaciones arqueológicas del castillo medieval de Jentilbaratza (Ataun) y los dólmenes de la sierra de Aralar.
En 1927 fundó las revistas Idearium y Gymnasium, dedicadas a la investigación socio-religiosa, y por estas fechas hizo su doctorado en Teología y Prehistoria. Fundó la Sociedad de Estudios Vascos, y su labor empezó a ser reconocida, lo que le hizo ser considerado por la intelectualidad mundial como uno de los puntales de la cultura vasca.
El estallido de la Guerra Civil española hizo que se viera obligado a exiliarse en Francia, lo que no le impidió continuar con sus investigaciones en el País Vasco Francés desde las localidades de Biarritz y Sara, donde estableció su residencia. Allí le sorprendió también la Segunda Guerra Mundial, durante la cual estuvo confinado durante algún tiempo en Normandía.
En 1951, comisionado por el gobierno francés, realizó el censo de los monumentos megalíticos de este país y estuvo al frente de la Sociedad de Prehistoria
Desde que regresó a España del exilio en 1953, para encargarse de la cátedra de la Universidad de Salamanca, Barandiarán fue objeto de numerosas condecoraciones y honores, entre las que cabe destacar la Medalla de Oro y el título de Hijo Predilecto de Guipúzcoa (1982). En 1989 recibió la Medalla de Plata de la Academia de la Lengua Vasca, creó la Fundación que lleva su nombre y, también ese año, el ayuntamiento de Vizcaya le nombró "Hijo Predilecto" y fue galardonado con la Medalla de Oro de Bellas Artes.
En 1990, el ayuntamiento de San Sebastián le concedió la Medalla de Oro de la ciudad. Cuando llegó a los cien años, Barandiarán (que se encontraba trabajando en la elaboración del Atlas etnográfico) fue objeto de un merecido homenaje que le ofrecieron diversas personalidades del mundo de la cultura y de las artes. En 1991 quedó finalista por segunda vez al Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales (la primera había sido en 1988), que, finalmente, fue otorgado al historiador vasco Miguel Artola
Entre los más de trescientos trabajos que escribió, recogidos en diversas publicaciones, parte de los cuales integran la Gran Enciclopedia Vasca, cabe destacar algunos como Mitología vasca, El mundo de la mente popular vasca o Historia comparada de las religiones. Asimismo, los resultados de sus estudios en su tierra y en los Bajos Pirineos están recopilados en sus Obras Completas; entre éstos sobresalen el Diccionario mitológico sobre el País Vasco, la obra Prehistoria en Vasconia y las seis monografías sobre el pueblo vasco que escribió en 1987