Jurista y político mexicano. Redactó la ley agraria de 1927. Ocupó el ministerio de Hacienda durante la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-1935). Fue embajador en Madrid, Londres, Moscú, París, y delegado de su país en la Sociedad de Naciones, donde destacó por su defensa de Austria, Etiopía y la República española
Bilbao, 1888 – Madrid, 1928) Escritor español cuya obra, de gran vehemencia, dedica particular atención a los temas hispánicos y a la recreación de mitos culturales. Hombre de vasta formación humanística, Ramón Basterra extendió su curiosidad intelectual a la riqueza cultural e histórica de los países en que residió en calidad de diplomático, lo que le permitió ir desarrollando un interesante concepto de la Hispanidad que el denominó "Sobreespaña". En general, el escritor bilbaíno identificó su nación como la encarnación de los antiguos ideales latinos, sobre todo cuando, destinado en Italia y en Rumanía, pudo investigar ampliamente la herencia cultural de Roma en los diferentes territorios mediterráneos que cayeron bajo su influencia.
Así, en Rumanía comenzó a redactar su célebre libro titulado La obra de Trajano (1921), que vio la luz en España cuando las diversas estéticas vanguardistas comenzaban a calar en los primeros escritos de los poetas agrupados luego bajo el marbete de Generación del 27. Posteriormente, Ramón Basterra fue trasladado a Venezuela, en donde escribió otro de sus textos emblemáticos, presentado bajo el título de Los navíos de la Ilustración (1925)
Respecto a la singular evolución que fue experimentando su producción poética durante su breve existencia (murió, totalmente loco, a los cuarenta años de edad), cabe señalar el paso desde un simbolismo inicial centrado en las descripciones de los paisajes vascos de su infancia y adolescencia, hasta los ya mencionados preludios de la propaganda ideológica del fascismo, imbricada, en su caso, en fuertes connotaciones católicas y una anacrónica añoranza imperialista.
Entre ambos extremos, conviene recordar su fugaz tránsito por otras formas y lenguajes tan diferentes entre sí como el culteranismo neogongorino y la Vanguardia. En general, la mayor parte de su obra está consagrada a demostrar la grandeza de la Hispanidad (o su "Sobreespaña"); para ello, desde una proverbial extravagancia que acabó conduciéndole a un penoso estado de demencia, elaboró peregrinas teorías histórico-culturales que pretendían exaltar la superioridad de la herencia católico-romana y del antiguo Imperio español, frente al legado moral procedente de la cultura protestante y del liberalismo anglosajón.
Entre las obras más destacadas de Ramón Basterra, conviene recordar algunos títulos como La sencillez de los seres (1923); Las urbes luminosas (1923), plagado de riquísimas formas estróficas procedentes del barroco; Virulo I. Las mocedades (1924); Los labios del monte (1925), inmerso de lleno en el lenguaje y la métrica vanguardistas; y Virulo II. Mediodía (1927).