Poeta y novelista boliviana que se consagró como una de las figuras destacadas del posmodernismo hispanoamericano, movimiento literario en que sitúa su obra de madurez.
Hija de J. F. Bedregal, uno de los grandes representantes del modernismo en su país, vio publicado su primer poemario (Naufragio) con apenas veinte años de edad. Cursó estudios de arte en la Academia de Bellas Artes de La Paz, a la que al cabo de unos años habría de regresar como docente, para impartir clases de escultura e historia del arte. Poco después obtuvo una beca de estudios en el Barnard College de la Universidad de Columbia (Nueva York), al que se incorporó en 1936.
A su regreso a Bolivia ejerció la docencia en la Academia de Bellas Artes y en la Universidad Mayor de San Andrés, donde impartía clases de estética. Su pronta actividad literaria no tardó en valerle un merecido reconocimiento y una gran popularidad en su país, debida además en parte a su actividad diplomática, hasta el punto de ser conocida con el apodo de "Yolanda de Bolivia".
Su obra lírica puede dividirse en tres etapas. En la primera, cuyo mejor exponente es Naufragio (1936), predominan los versos explícitos y objetivos, que exploran algunos sentimientos comunes al ser humano por medio de un lenguaje claro y preciso
En una segunda fase se dejó seducir por cierto simbolismo, como queda patente en Poemar (1937) y Ecos (1940), este último escrito en colaboración con su esposo Gert Conítzer, otro excelente poeta, de origen alemán, que tradujo a esta lengua todos los versos de su compañera
Finalmente, entró en una fase que podría clasificarse de "religiosa", que se manifiesta en la presencia en sus versos de una especie de destino oscuro al que parecen obedecer todos los hechos del mundo. Dentro de la extensión infinita de este destino incierto, la soledad aparece como un fenómeno inherente a la condición humana. El poemario Nadir (1950), una de sus obras maestras, se situaría en este etapa
Además, fue una minuciosa compiladora de varios de sus contemporáneos con la Antología de la poesía boliviana (1977), que le sirvió de material durante largo tiempo para ejercer de conferenciante por América y Europa, labor que compaginó con su destacada carrera diplomática.
No fue hasta 1971 cuando la popular poeta abordó la narrativa con su novela Bajo el oscuro sol. De carácter neorrealista, este excelente relato se ubica en una La Paz sacudida por movilizaciones sociales. En medio de las revueltas callejeras, una bala perdida acaba con la vida de Verónica Loreto, protagonista cuya singular peripecia es reconstruida por el doctor Gabriño
(Brooklyn, 1877 - Trinidad, 1962) Naturalista estadounidense. Su interés por la vida submarina le llevó a buscar el modo de alcanzar la profundidad de los mares. Lo consiguió con una nave submarina de su invención, la batisfera, en cuya construcción, en 1930, intervino el ingeniero Otis Barton
William Beebe
Estudió ciencias naturales en la Universidad de Columbia y después se especializó en ictiología y ornitología, lo que le permitió acceder al cargo de director de la Sección de Estudios Tropicales de la Sociedad Zoológica de Nueva York. Deseoso de estudiar la fauna marina de las grandes profundidades, diseñó una nave de forma esférica, por considerarla adecuada para soportar grandes presiones.
La Watson-Stillman Hydraulic Machinery Company la construyó en 1930 con la colaboración del ingeniero Otis Barton y la financiación de la sociedad de zoología antes citada. Se trataba de una esfera de acero de fundición, con 1,42 m de diámetro interior, 3 cm de grosor y 2.250 kg de peso, que llevaba una puerta circular de acceso sujeta al marco con diez tornillos. Para la visión del exterior disponía de tres portillos cilíndricos, de unos 20 cm de diámetro, y cristal de cuarzo fundido de 7,5 cm de grosor
La batisfera, nombre genérico que recibió la nave, carecía de medios de propulsión y funcionaba suspendida de un cable de acero de 1 000 m de longitud y 2 cm de diámetro, con una carga de rotura de 29 t, que se enrollaba en el tambor de un torno montado en la cubierta de la embarcación auxiliar Ready, que era remolcado por el buque Gladisten. Llevaba además un conducto, sujeto cada 60 m al cable de acero, conectado al buque, por donde pasaban un par de cables telefónicos y dos cables eléctricos que alimentaban un reflector de 250 watios destinado a alumbrar el exterior, con encendido y apagado a voluntad.
La nave tenía capacidad para dos tripulantes, con respiración asegurada para seis horas, mediante el oxígeno contenido en dos depósitos, en tanto que la cal sodada y el cloruro de sodio de unos recipientes se encargaban de absorber el dióxido de carbono y la humedad, respectivamente
Otis Barton y William Beebe realizaron las primeras pruebas de inmersiones submarinas, quince en total, entre el 25 de mayo y el 30 de junio de 1930, alcanzando, a 10 millas de las Bermudas, los 428 m de profundidad el día 11 de este último mes y año. Los autores estaban convencidos de la viabilidad del ingenio y de la posibilidad de alcanzar hasta el doble de esa cota.
Dos años más tarde, alcanzaron los 650 m de profundidad y el 11 de agosto de 1934, los 906 m, la mayor conseguida hasta entonces. Durante el tiempo en que la batisfera estuvo operativa, William Beebe realizó treinta y tres inmersiones, de las cuales sólo dos superaron los 600 m de profundidad.
William Beebe, Otis Barton y la batisfera con la que
alcanzaron los 906 metros de profundidad (1934)
En la práctica, la batisfera abrió el camino a las grandes profundidades, aunque su uso era bastante arriesgado, ya que, al carecer de movilidad propia, su seguridad dependía completamente del cable que la sostenía. En 1949, Otis Barton, el antiguo colaborador de William Beebe, construyó una esfera similar a la utilizada antes por ambos, a la que llamó bentoscopio y con la que alcanzó los 1300 m de profundidad
Las inmersiones de Beebe, cuyo objetivo era el estudio de la vida submarina, aportaron notables descubrimientos. Uno de ellos fue la existencia de peces por debajo de la cota donde llega la luz solar, que en aguas claras es de unos 80 m, donde no se produce clorofila, por cuyo motivo deben alimentarse de los restos que caen a esa profundidad o son carnívoros.
Por lo general, los peces de las grandes profundidades tienen una boca muy grande, para facilitar la captura del alimento, y ojos de gran tamaño, situados generalmente en el extremo de los pedúnculos, que les proporcionan una visión telescópica. Hacia los 1.500 m de profundidad disponen de un órgano que emite luz, con la que atraen a sus víctimas.
Beebe tuvo ocasión de contemplar, a 630 m de profundidad, el paso de dos peces de 2 metros de largo, a una distancia de 3 metros de donde se encontraba, apreciando perfectamente sus características y a cuya especie dio el nombre de Bathysphaera intacta. Otra especie que logró identificar fue la llamada Bathyembryx istiophasma. William Beebe dejó una notable producción científica, consistente en más de media docena de obras de gran interés y numerosos artículos monográficos