Escritor y jurista boliviano. Fue profesor de la Facultad de Derecho y rector de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz. Hombre culto, reposado y de fina ironía, hizo un análisis social de su país y de su tiempo en La máscara de estuco. De formación romántica y con criterio abierto para las corrientes modernistas, se dedicó con ahínco a cuidar la pureza del idioma; correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua, fundó la Academia Boliviana de la Lengua y fue su primer presidente; también presidió la Fundación Universitaria Patiño.
Su labor literaria no es extensa: poeta elegante y sencillo, tuvo sus momentos de narrador (Cuentos), de preceptista (Resumen de Preceptiva Literaria) y de crítico (Estudio sintético de la literatura boliviana, 1910 a 1924); pero lo más interesante de su producción se encuentra en La máscara de estuco, ya citada, y en su otro libro Figuras animadas, conjunto de breves ensayos de fondo filosófico, entre los que figura una curiosa evocación cervantina titulada Don Quijote en la ciudad de La Paz.
(Yolanda Bedregal de Cónitzer; La Paz, 1916 - 1999) Poeta y novelista boliviana que se consagró como una de las figuras destacadas del posmodernismo hispanoamericano, movimiento literario en que sitúa su obra de madurez.
Hija de J. F. Bedregal, uno de los grandes representantes del modernismo en su país, vio publicado su primer poemario (Naufragio) con apenas veinte años de edad. Cursó estudios de arte en la Academia de Bellas Artes de La Paz, a la que al cabo de unos años habría de regresar como docente, para impartir clases de escultura e historia del arte. Poco después obtuvo una beca de estudios en el Barnard College de la Universidad de Columbia (Nueva York), al que se incorporó en 1936.
A su regreso a Bolivia ejerció la docencia en la Academia de Bellas Artes y en la Universidad Mayor de San Andrés, donde impartía clases de estética. Su pronta actividad literaria no tardó en valerle un merecido reconocimiento y una gran popularidad en su país, debida además en parte a su actividad diplomática, hasta el punto de ser conocida con el apodo de "Yolanda de Bolivia".
Su obra lírica puede dividirse en tres etapas. En la primera, cuyo mejor exponente es Naufragio (1936), predominan los versos explícitos y objetivos, que exploran algunos sentimientos comunes al ser humano por medio de un lenguaje claro y preciso
En una segunda fase se dejó seducir por cierto simbolismo, como queda patente en Poemar (1937) y Ecos (1940), este último escrito en colaboración con su esposo Gert Conítzer, otro excelente poeta, de origen alemán, que tradujo a esta lengua todos los versos de su compañera
Finalmente, entró en una fase que podría clasificarse de "religiosa", que se manifiesta en la presencia en sus versos de una especie de destino oscuro al que parecen obedecer todos los hechos del mundo. Dentro de la extensión infinita de este destino incierto, la soledad aparece como un fenómeno inherente a la condición humana. El poemario Nadir (1950), una de sus obras maestras, se situaría en este etapa
Además, fue una minuciosa compiladora de varios de sus contemporáneos con la Antología de la poesía boliviana (1977), que le sirvió de material durante largo tiempo para ejercer de conferenciante por América y Europa, labor que compaginó con su destacada carrera diplomática.
No fue hasta 1971 cuando la popular poeta abordó la narrativa con su novela Bajo el oscuro sol. De carácter neorrealista, este excelente relato se ubica en una La Paz sacudida por movilizaciones sociales. En medio de las revueltas callejeras, una bala perdida acaba con la vida de Verónica Loreto, protagonista cuya singular peripecia es reconstruida por el doctor Gabriño