Poeta y político uruguayo, presidente de la República entre 1860 y 1864. Comenzó sus actividades políticas durante el gobierno de Oribe. Miembro del partido Blanco, participó en los enfrentamientos que siguieron al derrocamiento de Oribe, tras los cuales fue elegido senador y, más tarde, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores.
En 1860 se le nombró presidente, cargo del que dimitió en 1864 a raíz de las luchas que mantenían el partido Colorado y el partido Blanco. En 1868, durante una sublevación protagonizada por su partido contra el predominio de los colorados, fue asesinado.
Su actividad literaria como poeta se desarrolló sobre todo entre los años 1824 y 1837. Sólo tres composiciones, aparecidas en El Parnaso Oriental (1836), fueron publicadas en vida del autor. Su poesía, de corte clasicista, tiene como modelos a los poetas barrocos del siglo XVII español; predominan en ella los temas filosóficos, morales, patrióticos, humorísticos y bucólicos. Una de sus mejores composiciones es la titulada Epístola a Doricio, que el poeta dedicó en 1832 a su amigo Doroteo García.
Junto a la poesía y la política, las ciencias naturales ocuparon buena parte de las ocupaciones de Bernardo Berro, seguramente por influencia de su tío Dámaso Larrañaga. En 1837 ingresó en la Comisión del Museo Nacional de Historia Natural; junto a Vilardebó e Isabelle, fue uno de los responsables de la excursión científica al Arroyo del Pedernal
(Paredes de Nava, España, 1490-id., h. 1555) Escultor y pintor español. Hijo del pintor Pedro Berruguete, iniciador del Renacimiento pictórico en España, fue seguramente discípulo de su padre antes de trasladarse a Italia en 1504 para completar su formación. No se conocen obras de su período italiano, durante el cual se sabe que estudió sobre todo las creaciones de Miguel Ángel y las obras maestras de la Antigüedad clásica. Su única actividad artística documentada de esta etapa es la finalización de la Coronación de la Virgen de Filippino Lippi.
Se cree que Berruguete llegó a Italia siendo esencialmente un pintor y que regresó a España convertido en un escultor por la enorme influencia que ejercieron en él las obras de Miguel Ángel y el Laocoonte. Pero su formación italianizante desembocó en un arte singular, de fuerte personalidad, signado por una intensa plasmación de la espiritualidad y por la traducción en patético de cualquier sentimiento.
Retornó a España hacia el año 1518 y poco después fue nombrado pintor de la corte de Carlos I, pese a lo cual trabajó principalmente como escultor. Valladolid y Toledo fueron sus dos centros de actividad. En la primera de estas dos ciudades realizó el retablo del monasterio de San Benito. En la segunda esculpió la sillería alta del coro de la catedral, dos obras maestras que permiten considerar a Berruguete el principal escultor español del siglo XVI y una de las grandes figuras de la escultórica hispánica de todos los tiempos.
En el grandioso retablo de San Benito, realizado entre 1528 y 1532, el estilo más peculiar de Berruguete se presenta ya en toda su plenitud. Sus figuras recuerdan las de Miguel Ángel por la musculatura poderosa y la fuerza emocional, pero se acercan, anticipándolas, a las del Greco en cuanto a estilización y expresionismo. Por todas estas características se considera a este artista el introductor del manierismo en España. Del retablo de San Benito, el grupo más valorado es el Sacrificio de Isaac, en el que alcanza su cima el trazo nervioso típico del artícife, que modela con cierto frenesí los cabellos, los ropajes y las carnes. También son muy conocidos el San Jerónimo y el San Sebastián, dotados de gran patetismo, con un realismo triste en los rostros y los gestos.
Por la importancia de su actividad en la ciudad de Valladolid a partir de 1517 y hasta su traslado a Toledo, se considera a Berruguete el fundador de la escuela vallisoletana de escultura, uno de los principales focos del arte español del Renacimiento y el Barroco. Su trayectoria artística culminó con la sillería alta del coro de la catedral de Toledo, que ocupó los últimos años de su actividad. En cada sitial del coro, el autor talló una figura en altorrelieve con la expresividad y la fuerza dramática que le son características: todo un repertorio de personajes bíblicos en las actitudes más diversas, fruto, en cada caso, de un detallado estudio psicológico. Esta obra magistral culmina en el grupo de la Transfiguración, labrado en alabastro por encima del sitial central y que compendia en sí todas las cualidades artísticas de este escultor único