Abad y reformador monástico francés, canonizado en 1174 . Procedente de una familia noble, siguió desde muy joven su vocación religiosa. Ingresó en 1112 en la abadía cisterciense de Cîteaux y muy pronto, en 1115, pasó a dirigir el nuevo monasterio de Clairvaux (Claraval). En ambos monasterios impuso el estilo que pronto se extendería a toda la Orden del Císter: disciplina, austeridad, oración y simplicidad. Tales ideales le enfrentaron con Pedro el Venerable, abad de Cluny, pues suponían un ataque directo contra la riqueza de los monasterios, la pompa de la liturgia y el lujo de las iglesias cluniacienses.
Bernardo fue un defensor de los derechos políticos y económicos del papa: su mediación en favor de Inocencio II en el conflicto que le enfrentaba con el antipapa Anacleto II (1130-37) se vio recompensada con importantes privilegios pontificios para la orden cisterciense. Su influencia creció aún más al llegar al papado su discípulo Eugenio III (1145-53), antiguo fraile cisterciense.
Bernardo luchó contra las incipientes tendencias laicistas de su tiempo, haciendo condenar el racionalismo de Abelardo y las propuestas de Arnaldo de Brescia de que la Iglesia volviera a la pobreza primitiva. No dudó de la legitimidad de usar la fuerza en apoyo de la Iglesia, incitando a franceses y alemanes a la segunda Cruzada (1146), o haciendo reconocer a la Orden del Temple como realización del ideal del fraile-soldado (1128). Su teología, en cambio, insistía sobre la Virgen y sobre la humanidad de Cristo con una ternura que le valió el sobrenombre de doctor melifluus
(s. IX) Noble franco. Conde de Barcelona, Narbona, Rosellón (865-878), Gerona (870-878), Bourges y Autun (876-878). Depuesto por Luis el Tartamudo en el Concilio de Troyes, sus feudos se repartieron entre Guifré el Pilós (Barcelona, Gerona), Miró el Vell (Rosellón) y Bernat Plantapilosa (Narbona)