Político y revolucionario francés. Hijo del subprefecto de su villa natal, en 1818 se trasladó, junto a su hermano Adolphe, a París, para estudiar derecho y medicina. Participó en las manifestaciones estudiantiles antiborbónicas y, tras la revolución de 1830, de la que quedó profundamente insatisfecho, ingresó en la Société des Amis du Peuple (Sociedad de los Amigos del Pueblo), siendo encarcelado en dos ocasiones, en 1831 y 1836.
En 1839, tras organizar una insurrección armada que fracasó, fue detenido y condenado a muerte, pena que posteriormente le fue conmutada por la de cadena perpetua. Fue puesto en libertad poco antes de la revolución de 1848, en la que participó activamente, lo cual motivó su vuelta a la cautividad, en la que permaneció hasta 1859. No sería la última vez que reingresara en prisión. De hecho, pasó treinta y siete años de su vida entre rejas, y de ahí que fue conocido con el sobrenombre de el Encarcelado.
Entre 1859 y 1861, años durante los cuales disfrutó de libertad, se encargó de organizar varias sociedades secretas. En 1865 se fugó de la prisión y huyó a Bruselas, pero volvió a ser detenido en la víspera de la Comuna de París, de la que, no obstante, fue nombrado presidente y posteriormente, aunque permaneciera todavía en prisión, elegido diputado por Burdeos.
Autor de varios artículos y ensayos, la mayoría recopilados bajo el título de Crítica social (Critique sociale), volumen publicado póstumamente, Blanqui se caracterizó por su espíritu revolucionario y por su doctrina teórica, de carácter profundamente socialista
Escritor y político español, nacido en Valencia en 1867 y muerto en Menton (Francia) en 1928. Vicente Blasco Ibáñez estudió derecho en Valencia y pronto ingresó en las filas del Partido Republicano. Durante algún tiempo estuvo ligado al valencianismo propugnado por Teodoro Llorente, pero poco después se distanció de él
El talante polémico de que dio muestras en esta primera época le valió un breve exilio en París, ciudad en la cual entró en contacto con el naturalismo francés, que ejerció una notable influencia en su obra, especialmente en Arroz y tartana (1894), con la que inauguró su ciclo de novelas «regionales», ambientadas en la región valenciana.
En 1894 fundó el periódico El pueblo, que sería su plataforma política, primero como portavoz del republicanismo federal liderado por Pi i Margall y después, cuando se separó de éste, para difundir su propio idezario político, que pasaría a ser denominado blasquismo y que había de alcanzar una importante repercusión popular, sobre todo a raíz de la dura campaña contra los gobiernos de la Restauración que llevó a cabo desde las páginas del periódico.
Procesado, encarcelado y condenado de nuevo al exilio (1896), Vicente Blasco Ibáñez regresó a España dos años después y fue elegido diputado a Cortes en seis legislaturas, hasta que en 1908 decidió abandonar la política. Buscó fortuna entonces en Argentina, donde intentó llevar a cabo dos proyectos utópicos de explotación agrícola que acabaron en sendos fracasos.
Blasco Ibáñez partió hacia París y en 1914 publicó la novela que le daría fama internacional, Los cuatro jinetes del Apocalipsis. En 1921 decidió retirarse a su casa de Niza, donde escribió sus últimas novelas, más pensadas para gustar al público que las de sus años de más efectiva lucha política, en las que intentó reflejar las injusticias sociales desde una óptica anticlerical, dentro del más puro estilo realista, como sucedía en La barraca (1898).
Fue un autor muy prolífico vinculado en muchos aspectos al naturalismo francés, aunque sus obras carecen de la escrupulosa documentación y rigor compositivo de un Zola, por ejemplo. Por otra parte, la explícita intención político-social de algunas de las novelas de Blasco Ibáñez, aunada al escaso bagaje intelectual del autor, lo mantuvo alejado de los representantes de la Generación del 98
No obstante, su vigorosa imaginación y poder descriptivo hicieron de Vicente Blasco Ibáñez el último gran autor del realismo decimonónico. Su obra tuvo una gran proyección internacional, ampliada por las versiones cinematográficas de algunas de sus novelas, las más famosas de las cuales tal vez sean las dos versiones de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, una interpretada por Rodolfo Valentino, y la segunda dirigida por Vincente Minnelli. Muy conocida es también su novela Sangre y arena (1908), dedicada al mundo de la tauromaquia