La familia del emperador francés era de origen lombardo, instalada en Córcega desde el siglo XVI. Representa el prototipo de la ascensión política y social ligada a la Revolución francesa. Charles Marie Bonaparte , el padre de Napoleón, era abogado y pertenecía a la pequeña nobleza de Ajaccio. Partidario del nacionalista corso Paoli, desde 1770-71 se vinculó a la causa monárquica francesa. De su matrimonio con Letizia Ramolino (1750-1836) nacieron 13 hijos (cinco de ellos muertos durante la infancia): José -quien sería rey de España- era el hermano mayor; Napoleón -el emperador-, el segundo.
Luciano (1775-1840), el tercer hermano, fue presidente del Consejo de los Quinientos en la época del Directorio, circunstancia que le permitió jugar un papel decisivo en el golpe de Estado del 18 de Brumario del año VIII (1799), que llevó al poder a Napoleón. Éste le nombró enseguida ministro del Interior (1799); como embajador en Madrid (1800) ayudó a poner a Carlos IV del lado francés. En 1803 ingresó en el Instituto de Francia, como reconocimiento de sus aficiones literarias.
Sin embargo, las relaciones con Napoleón se enturbiaron pronto, debido a la oposición de Luciano al autoritarismo de su hermano, así como a la desaprobación por Napoleón del matrimonio de Luciano. Tras rechazar las Coronas de España e Italia, se puso bajo la protección del papa, quien erigió para él el Principado de Canino. En 1810 intentó huir a Estados Unidos, pero fue apresado por los ingleses, que le retuvieron hasta 1814. Tras la caída del Imperio se retiró a vivir a Italia.
Tuvo 11 hijos, entre ellos Pierre (1815-81), revolucionario liberal que luchó en Italia, Colombia y Egipto. Bajo la Segunda República fue diputado de la extrema izquierda y se opuso al golpe de Estado de su primo Luis Napoleón. En 1870 mató por una disputa al periodista republicano Victor Noir, asunto que provocó una oleada de indignación, contribuyendo al descrédito del gobierno y del régimen del Segundo Imperio
Elisa Bonaparte (1777-1820), la mayor de las hermanas de Napoleón, fue nombrada por éste gran duquesa de Toscana (1809-14). Luis Bonaparte (1778-1846), el cuarto hermano varón, sirvió desde muy joven como ayuda de campo de Napoleón en las campañas de Italia y de Egipto. En 1802 su hermano le hizo casar contra su voluntad con Hortensia Beauharnais, la hija de Josefina, un matrimonio que se disolvió poco después sin otro resultado que el nacimiento de Luis Napoleón (el futuro Napoleón III). Napoleón hizo a Luis rey de Holanda en 1806, sin imaginar que llegaría a identificarse tanto con los holandeses que, en 1810, renunciaría al Trono en protesta por la política de bloqueo continental.
Paulina Bonaparte (1780-1825), la hermana favorita del emperador, fue duquesa de Guastalla. Carolina (1782-1839), la hermana menor, fue gran duquesa de Berg y reina de Nápoles (1808) como esposa de Murat. Jerónimo Bonaparte (1784-1860), el menor de los hermanos, sirvió como marino en la expedición a Santo Domingo. Napoleón le hizo divorciarse de un matrimonio anterior y le casó con una hija del rey de Würtemberg, para hacerle rey de Westfalia (1807), un Estado recién creado por el emperador. Tras participar en la batalla de Waterloo, y perdida ya su Corona, se retiró a Württemberg a vivir con su suegro. Colaboró con Luis Napoleón en la organización del golpe de Estado que le llevó al poder.
Uno de sus hijos, Napoleón José, llamado el príncipe Jerónimo, alias Plon-Plon (1822-91) fue el gran amigo de Luis Napoleón en la familia Bonaparte. Activista republicano en el exilio, regresó a Francia tras la Revolución de 1848 y fue diputado de la extrema izquierda. Pero aceptó el golpe de Estado autoritario de su primo y asumió cargos relevantes en el subsiguiente régimen del Segundo Imperio: fue senador y ministro de Argelia y de las Colonias (1858). Representó el ala izquierda de aquel régimen, facilitando su acercamiento al movimiento obrero en la década de 1860
La familia Bonaparte encarnó el liderazgo de un movimiento político difícil de clasificar en los términos clásicos de izquierda y derecha, el bonapartismo. Dicho movimiento, de innegable contenido autoritario, cesarista, ultranacionalista y militarista, respondía no obstante a los ideales liberales nacidos de la Revolución de 1789; y, de hecho, la «leyenda napoleónica» formó parte de la cultura revolucionaria de los liberales románticos que lucharon contra Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe de Orléans. Arraigó con especial fuerza entre el campesinado francés, lo cual explica el regreso de los Bonaparte al poder en la persona de Luis Napoleón (1848) y la consiguiente restauración del Imperio (1852).
Tras la caída de Napoleón III (1870), la jefatura de la dinastía recayó sobre su hijo Eugenio Luis, el príncipe imperial (1856-79). Vivía exiliado con sus padres en Inglaterra; para su formación militar ingresó en el ejército británico, a cuyo servicio murió en la Guerra de los Zulúes. Los bonapartistas -cada vez más conservadores- se negaron entonces a reconocer el liderazgo del príncipe Jerónimo, por sus posturas izquierdistas y anticlericales, de manera que en 1879 reconocieron como jefe y pretendiente al Trono a su hijo, Víctor (1862-1926). Expulsado de Francia desde 1886, sus sucesores han seguido encarnando las aspiraciones bonapartistas hasta nuestros días
(Ajaccio, 1784-Villegenis, Seine-et-Oise, 1860) Rey de Westfalia. Mariscal de Francia. Hermano de Napoleón I. Hizo carrera en la marina, donde obtuvo el grado de contraalmirante (1805). Recibió el reino de Westfalia en 1807, pero su gestión no fue muy acertada. Formó parte de la campaña de 1812 y colaboró también en la de Bélgica