Atleta ucraniano, de origen soviético. Gran velocista, en 1965 fue campeón escolar de la Unión Soviética; tan sólo tres años después, con dieciséis años, corría los 100 metros lisos en 10 segundos y 5 décimas y los 200 en 22 segundos y 2 décimas; ese mismo año no pudo acudir a las olimpiadas de México por encontrarse lesionado. En 1969 fue campeón de la URSS en 100 y 200 metros, modalidades en las que también se adjudicó el título europeo, además de establecer dos récords continentales, y, en estas mismas distancias, renovó su título en 1971, en Helsinki.
En 1972, Borzov repite la hazaña de Morrow en 1956 en Melbourne (Australia), al ganar las dos medallas de oro en 100 y 200 metros lisos en las olimpiadas de Munich. En 1974 ganó el campeonato de Europa de 100 metros lisos, pero no se presentó en la salida de los 200. Su declive deportivo se inició en 1976, cuando sólo consiguió quedar en tercer lugar detrás de Hasely y Crawford en la Olimpiada de Montreal. En 1978, después de hacer un octavo puesto en los 100 metros lisos en el europeo de Praga, decidió retirarse del atletismo
Siguió desarrollando su labor dentro del mundo del deporte: fue miembro del Consejo Directivo de la Asociación Europea del Atletismo (AEA) y presidente del Comité Ucraniano de Juventud y Deportes. En septiembre de 1992 recibió junto a otros atletas el homenaje de la Federación Internacional Atletismo (IAAF), celebrado en Turín (Italia) durante el LXXX aniversario de la fundación de este organismo, y el 5 de septiembre de 1994 fue elegido miembro del Comité Olímpico Internacional. Desempeñó el cargo de Ministro de Deportes del gobierno de Ucrania
(Rock Hall, 1848 - Londres, 1923) Filósofo inglés. Estudió filosofía en Oxford, donde tuvo como maestro a Th. H. Green, quien lo orientó hacia el idealismo neohegeliano. Después de licenciarse, fue profesor en el University College de Oxford. Casi contemporáneo de F. H. Bradley, puede considerarse Bosanquet como un seguidor suyo, salvo que, mientras Bradley acentúa la trascendencia de la realidad absoluta a su apariencia fenoménica, Bosanquet da mayor relieve a la inmanencia de ella en el mundo de la experiencia. Además, Bosanquet fue un escritor más fecundo y escribió sobre las más variadas materias, por lo que fue el representante más conocido de la escuela en Inglaterra entre finales del siglo pasado y primeros años del actual.
Muerto su padre en 1880 y habiendo entrado en posesión de una renta suficiente, abandonó la vida universitaria de Oxford, que le parecía demasiado "claustral", y se trasladó a Londres, donde podía encontrar un ambiente más adecuado a su vida y a los problemas ético-sociales; su carácter se vio siempre dominado por esta nota de introducción y casi de misión que había de tener la filosofía para él.
En Londres continuó trabajando en sus problemas filosóficos: publicó, entre otras cosas, dos volúmenes de Lógica en 1888, una Historia de la estética en 1892 y una Teoría filosófica del Estado en 1899. Para librarse de los excesivos compromisos que tenía en Londres, aceptó la cátedra de moral de la Universidad de St. Andrews en Escocia (1903-08), y dio en 1911 y en 1912 el curso de las "Gifford Lectures" en Edimburgo, del que nacieron las dos publicaciones que figuran entre sus mejores trabajos, El principio de la individualidad y del valor y El valor y el destino del individuo. No se avino con el pensamiento idealista italiano ni tampoco, después, quiso aceptar el realismo de las corrientes que habían aflorado en Inglaterra y en los Estados Unidos. Así nació su volumen Coincidencia de los extremos en la filosofía contemporánea
Entre sus conceptos fundamentales se encuentra la idea de la sistematicidad de la realidad: todo hecho implica otros y viceversa, de modo que cada uno se trasciende a sí mismo hacia la totalidad. El universal concreto es absoluto, y el individuo humano posee una individualidad sólo parcial, limitada. El único individuo verdadero sería el Absoluto. En la práctica, por encima del individuo está la "persona moral", representada por la sociedad y por el Estado. De aquí surge una ética del dominio de sí, contra el individualismo. Su estética no es muy original, pero tiene el mérito de ser pionera en la cultura filosófica anglosajona