Escritor francés. Participó durante tres años en el movimiento dadaísta, al tiempo que investigaba el automatismo psíquico a partir de las teorías de Charcot y Freud sobre el inconsciente, que había descubierto durante sus estudios de medicina. Por último, en 1924, rompió con Tristan Tzara, acusándole de conservadurismo, y escribió el texto fundacional de un nuevo movimiento, el Manifiesto del surrealismo.
Con una prosa casi poética y un estilo emotivo y exaltado, postulaba la existencia de una realidad superior a la que sería posible acceder poniendo en contacto dos mundos, la vigilia y el sueño, que tradicionalmente se habían mantenido separados. Reivindicaba la liberación del mundo del subconsciente y con ello una nueva forma de pensar que terminara con la dictadura exclusiva de la lógica y la moral.
El nuevo grupo surrealista nació con un fuerte componente sectario, promovido en gran parte por el propio Breton, quien desde la «ortodoxia» surrealista denunció numerosas «desviaciones», la menor de las cuales no fue, sin embargo, su propio intento de politizar el movimiento a raíz de su afiliación al Partido Comunista (1927). El Segundo Manifiesto surrealista (1930) responde a la voluntad de insertar el surrealismo en unas coordenadas políticas y revolucionarias, lo que provocó grandes disensiones en el grupo.
Sin embargo, en 1935, Breton rompió con el Partido Comunista y viajó a México, donde su relación con Trotski le llevó a redactar un tercer manifiesto en 1941. Entre sus obras destaca la novela Nadja (1928), a la que siguieron otras, como La inmaculada concepción (1930) o Los vasos comunicantes (1932). En 1946 regresó a su país y fundó nuevas revistas surrealistas, al tiempo que mostraba su oposición al realismo imperante en literatura y en especial a Albert Camus
(Tomás Bretón Hernández; Salamanca, 1850-Madrid, 1923) Compositor y director de orquesta español. Hijo de una humilde familia y huérfano de padre a los dos años, pudo, a costa de grandes sacrificios, empezar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Eloy de su ciudad natal. Discípulo de Emilio Arrieta en el Conservatorio de Madrid, durante su juventud se ganó la vida tocando el violín en diversas orquestas y cafés.
En 1875 estrenó con gran éxito su primera tentativa operística, Guzmán el Bueno. En la década de 1880 prosiguió su formación en Roma, Milán, Viena y París. A su regreso a España, dirigió la Orquesta de la Sociedad de Conciertos, con la que realizó una valiosa labor en la introducción del repertorio sinfónico europeo.
Como compositor, e influido por la corriente nacionalista en boga en otros países europeos, apoyó decididamente la causa de la ópera española con títulos como Los amantes de Teruel (1889) y La Dolores (1894), ninguna de las cuales ha obtenido el éxito de La verbena de la Paloma. Por una de esas paradojas que se dan a veces, Tomás Bretón, que durante toda su vida luchó por la creación de una ópera nacional española, hoy día es recordado por una obra que él consideraba menor, La verbena de la Paloma (1894), uno de los retratos musicales más acabados y llenos de vida del Madrid de finales del siglo XIX
En 1895 estrenó la ópera La Dolores sobre un libreto de Feliu y Codina. Luego de triunfar clamorosamente en Madrid y Barcelona, esta obra fue aplaudida en Portugal, Viena, Praga y otros escenarios de Europa y América. El propio autor la dirigió en el teatro Colón de Buenos Aires en 1910. Anteriormente había dirigido algunos conciertos en el St. James Hall de Londres. Compuso además obras corales, de cámara e instrumentales