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Biografía de Yul Brynner

Vladivostok, 1915 - Nueva York, 1985

Actor de cine estadounidense de origen ruso. Recibió su gran oportunidad en 1951 con el papel del rey en el musical de Broadway The King and I, interpretación por la que obtuvo innumerables premios y el elogio unánime de la crítica. Tras realizar 1.246 funciones de este espectáculo, fue a Hollywood, donde repitió el éxito en la versión cinematográfica (El rey y yo, 1956), que le valió el Oscar al mejor actor. Como la característica física más visible del personaje que le había dado popularidad era la cabeza rapada, Brynner hizo suya a partir de entonces, y definitivamente, esa imagen; fue su seña de identidad en las muchas películas que lo tuvieron como estrella, filmes de irregular calidad en los que el actor interpretó personajes dotados de un misterioso magnetismo.


Yul Brynner

La vida y orígenes de Yul Brynner permanecieron siempre bajo un halo de misterio que él mismo se encargó de alimentar. Cuando no decía que era un medio suizo y medio japonés que se llamaba Taidje Khan y que había nacido en la isla de Sakhalin, en Siberia, declaraba que su madre era una gitana rumana y que pertenecía a la saga de los Pitoêff. Lo cierto es que, gracias a su biografía, publicada por su hijo Yul Rock Brynner II en 1989, se supo que era hijo de Boris Bryner, un ingeniero e inventor suizo de origen mongol, y de Marousia Blagavidova, la hija de un doctor ruso. Aunque se le llamó Jules en honor a su abuelo, él muy pronto adoptó el diminutivo de Yul, con el que se haría famoso.

Cuando su padre abandonó repentinamente a la familia, su madre se llevó a Yul y a su hermana Vera a Harbin, China, donde cursó sus primeros estudios. En 1934, la familia se desplazó a París y Yul fue inscrito en un instituto de alta categoría, el Lycée Moncelle, al que asistía poco. Finalmente, dejó los estudios para dedicarse a la música, tocando la guitarra entre gitanos rusos por los nightclubs de París, donde conoció a personalidades como el poeta y cineasta Jean Cocteau. Consiguió entrar como aprendiz en el Teatro de los Mathurins, en París, donde se inició primero como tramoyista y luego como actor.

Debido a sus fantásticas dotes físicas, consiguió trabajar como trapecista en el célebre Circo de Hiver. En 1941, tras un serio accidente que echó a perder su carrera de acróbata, viajó a Estados Unidos para estudiar Arte Dramático con el profesor Michael Chekhov, con cuya compañía (la Chekhov’s Theatrical) dio la vuelta al país, representando diferentes obras. Ese mismo año, con el nombre artístico de Youl Bryner, debutó en Nueva York con la obra Twelfth Night, lo que le habilitó para ser contratado en varias de las primeras series de televisión de aquellos experimentales años.

Poco tiempo después, consiguió un enorme éxito en las tablas de Broadway con la obra Lute Song, y, ya casado con la también actriz Virginia Gilmore (la "Myra" de El orgullo de los Yankees), fue contratado por la CBS como director de series de televisión. Tras una malograda prueba con la Universal en 1947, en la que fue rechazado por resultar “demasiado oriental”, debutó por fin en la gran pantalla en 1949, con Puerto de Nueva York, de Laszlo Benedek, pequeño film noir en el que aparecía con pelo

Dos años después, en 1951, en el año en que Richard Rogers y Oscar Hammerstein II preparaban su adaptación teatro-musical del libro de Margaret Landon Anna and the King of Siam, Mary Martin le recomendó para el papel que le haría famoso, el del enérgico rey de Siam en la obra El Rey y yo, de la cual ofreció más de mil representaciones con el mismo personaje. Brynner, que desde el primer momento había cautivado al público, repitió la versión cinematográfica, también titulada El rey y yo (1956), de Walter Lang.

El personaje le persiguió prácticamente toda su vida, ya que, en 1972, también lo recreó para una serie de televisión titulada Anna and the King, al lado de Samantha Eggar en el papel de la institutriz, interpretado en la versión de 1956 maravillosamente por Deborah Kerr. Espléndidos decorados, vestuario y fotografía, bonitos números musicales y canciones y un tratamiento cómico de los conflictos entre Anna y el Rey caracterizan una película donde reina por encima de todos Yul Brynner, de quien se dijo con absoluta razón que había nacido para ser el rey de Siam. Por el filme de 1956 obtuvo el Oscar al mejor actor


Yul Brynner en El rey y yo (1956)
y Los diez mandamientos (1956)

Ese mismo año intervino en Los diez mandamientos (1956), de Cecil Blount De Mille, donde revive a un musculoso príncipe/faraón Ramsés, antagonista del Moisés de Charlton Heston; y fue el general ruso que encuentra a la amnésica Anastasia (1956), de Anatole Litvak. Pronto, esos rasgos "demasiado orientales" que le habían impedido superar aquel casting le proporcionaron una serie de papeles variados y exóticos. Pasó de ser uno de Los hermanos Karamazov (1958), de Richard Brooks, en la fiel adaptación de la novela de Dostoievsky, a sabio rey hebreo en Salomón y la reina de Saba (1959), de King Vidor, película en la que, tras la muerte durante el rodaje en España de Tyrone Power, retomó un papel que le venía a medida; pasando, claro está, por su Taras Bulba (1962), de Jack Lee-Thompson

Su eterno semblante serio parecía adecuado para el western e intervino en el que seguramente no fue el mejor de la historia pero sí el más popular: Los siete magníficos (1960), de John Sturges, en el que formó parte de aquel memorable grupo de actores: Steve McQueen, Eli Wallach, Robert Vaughn, Charles Bronson, James Coburn y Horst Buchholz. Brynner aceptó retomar el mismo personaje en la primera de las tres secuelas que vendrían luego: El retorno de los siete magníficos (1966), de Burt Kennedy

Unos años antes, en 1964, alguien le convenció para interpretar una curiosidad hoy olvidada pero muy comentada en su tiempo: Invitación a un pistolero, de Richard Wilson. Otra curiosidad, pero ésta mucho más recordada, fue su magnífica recreación de robot pistolero en Almas de metal (1973), del autor de best sellers Michael Crichton, cuyo guión recreaba perfectamente una historia de ciencia ficción en la que, en una especie de Disneylandia llamada Delos, se podía elegir entre revivir la antigua Roma, el medievo o el salvaje oeste de 1880, que es lo que finalmente escoge Richard Benjamin, el coprotagonista. Brynner volvió a interpretar el mismo personaje (esta vez más secundario) en su aceptable continuación, Mundo futuro (1976), de Richard T. Heffron. Eternamente marcado por su rey de Siam, con su voz grave e indefinible y exótico acento, Yul Brynner vio truncada su carrera cuando en los últimos años se le diagnosticó un cáncer de pulmón, causado por su terrible adicción al tabaco.

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(Viena, 1878 - Jerusalén, 1965) Escritor y filósofo israelí. A raíz del divorcio de sus padres, se crió en la localidad austriaca de Lemberg, donde residía su abuelo paterno, Salomón Buber, un famoso erudito rabínico. Allí conoció la Biblia, la lengua hebrea clásica y el pensamiento judío ortodoxo y compartió la vida de oración y estudio de los piadosos seguidores de la corriente jasídica.

A los catorce años regresó a la casa paterna y en 1896 inició estudios de filosofía e historia del arte en la Universidad de Viena, que más tarde continuó en Leipzig, aunque finalmente se doctoró en Berlín en 1904. Se afilió al sionismo y participó en el primer congreso de este movimiento celebrado en Basilea, el año 1897 y, en 1901, comenzó a trabajar como redactor en el periódico Die Welt.

Colaboró también en 1904 con el futuro primer presidente del Estado de Israel, Hayyim Weizmann, en la publicación Der Jude que no llegó a aparecer, pero a la cual se debe el manifiesto sionista que presidiría el ideario de Buber. Ese mismo año leyó un texto del rabino Israel ben Eliézer, fundador del jasidismo, con el cual sintió una profunda identificación que lo llevó a retirarse de otras actividades y a sumergirse en el estudio y lectura de los escritos de esta corriente. Finalmente, consiguió fundar Der Jude, que dirigió desde 1916 hasta 1924, uno de los primeros periódicos dedicados en Alemania al pensamiento sionista.

Desde 1923 hasta diez años más tarde enseñó teología judía e historia de las religiones en la Universidad de Frankfurt e inició el planteamiento teórico que originaría más tarde su obra Yo y Tú. Con el católico Joseph Wittig y el protestante von Weizsacker codirigió Die Kreatur desde 1926 hasta 1930. Antes, en 1920, había creado con Franz Rosenzweig la Freies Jüdisches Lehrhaus (Academia Judía Libre), que fue el más importante centro de educación de judíos adultos anterior a la Segunda Guerra Mundial.

Después de largos años de escritura y revisión, en 1923 se publicó el título antes mencionado, Yo y Tú, una de las obras fundamentales del autor. En 1933 sus estudios teológicos se vieron bruscamente interrumpidos, y cuando Hitler tomó el poder fue expulsado de la universidad y decidió emigrar a Palestina. En 1938 fue nombrado profesor de filosofía social en la Universidad hebrea de Jerusalén, donde enseñó hasta su jubilación en 1951. Durante más de cuarenta años se dedicó a estudiar las leyendas jasídicas.

Sus versiones de ellas dieron como resultado títulos como Cuentos de Rabbí Nahman (1906) y La leyenda del Baal Shem (1907); con un enfoque diferente sobre el mismo tema publicó luego El Gran Maguid y su sucesión (1921) y La luz oculta (1924). A partir de 1946, la mayor parte de estos trabajos se recogieron en cuatro volúmenes que, con el título genérico de Cuentos jasídicos, constituyen lo más conocido del autor

En su pensamiento influyeron con gran fuerza la obra de Kierkegaard, padre del existencialismo, y el estudio del misticismo judío, que floreció en Polonia a mediados del siglo XVIII, conocido con el nombre de jasidismo. Toda su vida de estudioso y su extensas producción de filosofía e historia de la religión tuvieron como objetivo la construcción de un renovado puente cultural entre judaísmo y cristianismo. Éste es el motivo de la gran popularidad y el consenso que le acompañaron.

La profundización de la particular forma de misticismo que se desarrolló en las comunidades jasídicas, en las que por su fervor se distinguían los "zaddikim" (justos) y cuyas experiencias eran contadas por los "jassidim" (fieles a la alianza), permitió a Buber poner en evidencia la experiencia de la relación directa entre Dios y el hombre, en la que se basa, en realidad, toda su teoría filosófica. Derivada del existencialismo y de la ontología, esta teoría se funda en la relación del ser respecto a sí mismo, como absoluta presencia del Ser que da al ser dado, es decir: absoluta presencia de Dios en todo lo que existe.

La relación ontológica originaria (que desarrolla de manera especial en su obra Yo y Tú) que corresponde al enlace absoluto entre Yo y Tú, no se refiere sólo al hombre, sino a toda la naturaleza, según una diferenciación de esferas relativa a los diferentes grados de conciencia de la propia relación. El primer grado es el de la naturaleza mineral y vegetal, que viven la propia presencia contemporánea en el horizonte general del Ser, pero sin tener de Él ningún conocimiento y sin aportar ninguna respuesta.

La conciencia penetra en el segundo nivel, el humano, en el que el Yo se percibe como radical apertura y trascendencia hacia el otro desde sí, y por eso es consciente del estatuto existencial general que es la presencia absoluta del Tú: a este nivel se sitúa el obrar teniendo como base la libertad, la responsabilidad, el valor ético y el destino. El último grado lo constituye la dimensión espiritual, en la que la relación con Dios ya no se puede expresar con el lenguaje ni es traducible en términos espacio-temporales, sino que se coloca a un nivel de trascendencia que Buber llama "vida con las entidades espirituales".

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