Político alemán, canciller de Alemania desde los años 1930 a 1932, durante la fase final de la denominada República de Weimar, presidida por Paul Hindenburg. De claro signo conservador y católico practicante, Brüning también desempeñó el cargo de ministro de Asuntos Exteriores desde octubre del año 1932, poco antes de que Adolf Hitler asumiera el poder en Alemania. Como especialista en asuntos financieros, su mayor logro fue el de reducir a cantidades mínimas las reparaciones de guerra exigidas a Alemania por parte de los aliados tras la firma del Tratado de Versalles, en el año 1919. Incapaz de solucionar los graves problemas económicos del país, se vio impulsado a practicar una política de claro signo derechista que le permitió gobernar con procedimientos más o menos dictatoriales, pasando por alto al propio Reichstag, lo que no le impidió ser un convencido demócrata.
Cursó estudios de Filosofía, Historia y Ciencias Políticas en tres universidades diferentes. Después de haber realizado una serie de viajes de estudios por Francia e Inglaterra, en 1915 se doctoró con un significativo estudio sobre la economía de su país. Después de acabar la Primera Guerra Mundial, en la que pasó tres largos años en el frente como simple soldado, Brüning ingresó como miembro del grupo Católico de Centro (Zeutrumspartei), en el que realizó una gran labor en su sindicato y en la junta de gobierno. Fue elegido diputado del Reichstag por la misma formación en el año 1924. En 1929 fue elegido líder del grupo católico en el Reichstag, ante la sorpresa de propios y extraños debido a su juventud; se mantuvo en el puesto hasta su salida del país, en el año 1934
El 30 de marzo de 1930 Paul Hindenburg encargó a Brüning la formación del gobierno como canciller. Brüning agrupó a una coalición de todos los grupos de derechas democráticas del país, pero que no pudo contar con la mayoría necesaria en el Reichstag. Debido a su concepción política, basada en la idea de la necesidad de un gobierno fuerte y cohesionado como única vía para superar la grave crisis por la que atravesaba Alemania tras la finalización de la Gran Guerra, nunca confió demasiado en una coalición con el Partido Socialdemócrata (liderado por Hermann Müller), y mucho menos del emergente Partido Nacionalsocialista de Adolf Hitler.
Por todo ello, debido a sus pocas simpatías hacia los socialdemócratas, los cuales tenían un peso todavía importante en la Cámara, en septiembre del mismo año la disolvió para convocar nuevas elecciones, con la esperanza de conseguir la mayoría centrista absoluta que le permitiera gobernar por encima del Reichstag mediante decretos ley. Sin embargo, los resultados no pudieron ser más nefastos para los intereses de Brüning, ya que se produjo un auge de las fuerzas comunistas y nazis.
El partido nazi consiguió la nada despreciable cifra de 107 escaños, merced a la magnífica utilización por parte de su líder, Adolf Hitler, del descontento de la mayoría de la población alemana respecto a la política económica adoptada por Brüning, consistente en bajar los salarios para frenar la inflación galopante del país. Brüning no tuvo más remedio desde ese momento que apoyarse en el Partido Socialdemócrata, al que anteriormente había pretendido perjudicar para poder frenar el auge del nazismo
A comienzos de 1932 expiró el plazo presidencial de Paul Hindenburg, quien, por su elevada reputación política y gran carisma dentro de las filas del ejército alemán, parecía ser la única persona capaz de derrotar a Hitler en las elecciones presidenciales. Brüning, como líder del centro-derecha, y el Partido Socialdemócrata apoyaron sin reservas al viejo mariscal, que acabó ganando las elecciones. A pesar de ello, el 30 de mayo del mismo año Hindenburg le retiró su apoyo como canciller a raíz de la disolución decretada por Brüning de las organizaciones paramilitares nazis.
Brüning, incapaz de sostenerse como canciller, acabó dimitiendo ese mismo día, y fue relevado por von Papen el 1 de junio, quien a su vez también fue destituido el 3 de diciembre del mismo año. El 28 de enero de 1933 Hindenburg nombró a Hitler canciller de Alemania, ya que la formación nazi se había convertido en la principal fuerza parlamentaria en las elecciones del año 1932
Con Hitler en el poder, Brüning abandonó Alemania a finales del año 1933 y se dirigió a Inglaterra, donde permaneció hasta 1939. Fue profesor en la Universidad de Oxford. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Brüning se trasladó a los Estados Unidos de América, e impartió clases en las universidades de Baltimore y Harvard como profesor de Administración Pública.
En 1950 regresó a Alemania para hacerse cargo de la Cátedra de Derecho Político de la Universidad de Colonia, aparte de dar una serie de conferencias por todo el país. Gracias a su periplo norteamericano, Brüning fue uno de los inspiradores de la reconciliación entre los Estados Unidos de América y la Alemania de postguerra. Finalmente, en el año 1955 regresó a Estados Unidos, y fijó su residencia definitiva en Norwich-Vermont, ciudad en la que se dedicó por entero a la redacción de sus memorias hasta su muerte
(Felipe Bruno, más conocido por su nombre religioso, Giordano; Nola, 1548 - Roma, 1600) Filósofo italiano. Es uno de los personajes más trágicos de la historia de Italia, donde, por espacio de dos siglos, o sea hasta el "Risorgimento", quedó relegado, aun cuando sólo en apariencia, al olvido.
A los catorce años fue enviado a Nápoles a estudiar, y en 1565 ingresó como novicio en el convento de Santo Domingo; ordenado sacerdote en 1572, se doctoró en teología en 1575. En los cenobios, donde permaneció hasta los veintiocho años, se interesó con pasión en problemas de exégesis bíblica, y, sobre todo, en la posibilidad de concordar la teología cristiana con el emanatismo neoplatónico. En este aspecto consideró a las tres "personas" de la Trinidad como otros tantos atributos (poder, sabiduría y amor) del único Dios. Dios, en calidad de Mente, se halla sobre la naturaleza; en cuanto intelecto, Dios es sembrador en la naturaleza; y, en cuanto Espíritu, Dios es la misma alma universal.
Giordano Bruno
Huido de Nápoles a causa de un proceso de herejía incoado contra él, y de Roma por temor a verse acusado de un asesinato en el que ninguna culpabilidad tenía, llegó primeramente a Liguria; luego estuvo en Turín, después en Venecia, donde publicó su primer libro, actualmente perdido, y, sucesivamente, en Bérgamo, Saboya y Ginebra. Acogido en esta ciudad por un adepto napolitano del calvinismo e inscrito en la universidad y la iglesia de esta secta, se rebeló muy pronto contra sus maestros, y fue privado de la Santa Cena.
Al cabo de poco tiempo se dirigió a Francia; aquí desempeñó una cátedra en Toulouse durante dos años, y luego se trasladó a París, donde ofreció al rey Enrique III De las sombras de las ideas, uno de los textos de mnemotécnica que Giordano Bruno hizo imprimir en la capital francesa durante su primera estancia en la ciudad. Profesor extraordinario en París, la indocilidad de los estudiantes le indujo a seguir a Inglaterra al embajador de Francia en la corte de Isabel.
Los dos años y medio pasados entre Oxford y Londres se cuentan entre los más importantes de su vida, por cuanto entonces compuso y publicó las dos trilogías de los Diálogos italianos. Lo mismo que había sido también El Candelero, obra aparecida anteriormente en París, La Cena del Miércoles de Cenizaresulta aún casi una comedia, y describe una cena celebrada en la casa de un gentilhombre londinense la noche del Miércoles de Ceniza. De la causa, principio y uno, hoy la obra más leída de Giordano Bruno, trata de fundar la nueva "filosofía nolana" proponiendo el concepto de una materia viviente que se da ella misma infinitas formas abandonadas luego paulatinamente. Del infinito universo y mundos critica la física y la cosmología aristotélicas, que sustituye por una idea del universo infinito en su extensión y el número de mundos (los astros) que lo integran.
La segunda trilogía, la Expulsión de la bestia triunfante, es una comedia mitológica en la que los dioses resuelven hacer penitencia, ahuyentan del cielo a osas y escorpiones y los reemplazan por los signos de las virtudes. En La cábala del caballo Pegaseo y del asno Cilémicose da una sátira de la "santa asnalidad", o sea de la humildad y la sencillez recomendadas por el cristianismo. Los Heroicos furoresexaltan, en verso y prosa, el amor de la inteligencia para el objeto divino, que es la verdad.
Al regresar a Francia, Giordano Bruno empezó a exponer y a criticar las obras de Aristóteles. Nuevos "tumultos" de estudiantes le llevaron a Alemania, donde publicó los tres poemas latinos compuestos mientras tanto y que integran el segundo grupo de sus textos más ilustres. Del mínimopropone el concepto del mínimo físico, el átomo, y del matemático, el punto, entendido cual la esfera más pequeña posible, De la mónada, que resulta hasta cierto punto similar a los escritos mágicos del autor, muestra la conversión de la unidad en dualidad y sus posteriores complicaciones que dan lugar a la tríada, la tétrada, etc., hasta llegar a la década. De lo inmenso y de los innumerablesreanuda el tema que se halla en Del infinito con una nueva conciencia de los progresos contemporáneos de la astronomía, campo en el cual destacaba Tycho Brahe.
Invitado por Juan Mocenigo, quien quería aprender de él la mnemotécnica y quizá también la magia, Giordano Bruno marchó a Venecia; pero aquél, no satisfecho de la enseñanza y molestado por los discursos heréticos de su huésped, le denunció al Santo Oficio. Conseguida por la Inquisición romana la extradición, Giordano Bruno fue encarcelado, interrogado por los inquisidores y, finalmente, condenado a una muerte cruel.
Se ha considerado a Giordano Bruno símbolo del pensamiento libre rebelado frente al dogma religioso: vuelve alegremente al naturalismo antiguo "renacido" en los nuevos tiempos, sostiene sus opiniones en todos los países de Europa y ante los poderosos y doctos y, finalmente, después de ocho años de cárcel, prefiere la muerte a la retractación. Bajo este aspecto, aparece como héroe sublime de una humanidad resuelta a reivindicar y defender a costa de la vida el derecho a pensar de acuerdo con una razón autónoma y meramente filosófica.
En honor a la verdad, sin embargo, debe tenerse en cuenta que Giordano Bruno se ordenó, según él mismo dijo a la Inquisición véneta, cuando ya su mente estaba invadida por muchas dudas acerca de los máximos dogmas (Trinidad y Encarnación) y se veía inclinada a una interpretación racionalista y naturalista de ellos; que nunca fue perseguido en los países católicos transalpinos por haber huido de un convento ni por sus ideas; y que al regresar a Italia proclamaba abiertamente no haber de temer nada de la Inquisición y estar resuelto a volver al "gremio de la Iglesia católica". Los debates acerca de esta figura se hallan muy lejos de tocar a su fin; de todas formas, nadie puede discutir el valor del entusiasmo mental con que Giordano Bruno cantó como divina la infinita fecundidad de formas de la naturaleza