Arquitecto y escultor italiano. Fue el arquitecto italiano más famoso del siglo XV y, con Alberti, Donatello y Masaccio, uno de los creadores del estilo renacentista. Se formó como escultor y orfebre e inició su carrera en el ámbito de la escultura. No es de extrañar, por tanto, que participara en el concurso para la realización de las puertas del baptisterio de Florencia en 1401, certamen en el que quedó segundo, después de Ghiberti. Se dice que su decepción por este relativo fracaso fue tal que en lo sucesivo decidió dedicarse casi exclusivamente a la arquitectura.
Sus profundos conocimientos matemáticos y su entusiasmo por esta ciencia le facilitaron el camino, además de llevarle al descubrimiento de la perspectiva, la clave del arte del Renacimiento. A Brunelleschi se debe, de hecho, la formulación de las leyes de la perspectiva central, tal como afirma Alberti en su famoso tratado Della pintura.
Pero en su época, su fama estuvo asociada, sobre todo, a la cúpula de la catedral de su ciudad natal, Florencia, ya que sus conocimientos de ingeniería le permitieron solventar los problemas, en apariencia insolubles, de la construcción de dicha cúpula, por lo que sus conciudadanos lo reverenciaron. De hecho, en la actualidad la cúpula continúa siendo su obra más admirada.
A partir de los monumentos clásicos y de las realizaciones del románico toscano, creó un estilo arquitectónico muy personal, en el que desempeñan un papel fundamental las matemáticas, las proporciones y los juegos de perspectiva. En todos los edificios que llevan su firma, las partes se relacionan entre sí y con el todo mediante fórmulas matemáticas, de manera que, por ejemplo, una sección es la mitad o la cuarta parte del todo, etc.
También entran en juego las combinaciones de diferentes figuras geométricas (cuadrado, círculo, triángulo), ya que para Brunelleschi, como buen renacentista, la estética no era un juego de azar sino el resultado de la correcta aplicación de una serie de leyes preestablecidas. Precisamente por ello, sus edificios no son aptos para suscitar emociones sino para intentar comprender fría y racionalmente las leyes que el artista quiso plasmar a través de sus realizaciones.
Su arquitectura elegante y moderadamente ornamental queda compendiada a la perfección en dos espléndidas creaciones: la capilla Pazzi y la Sacristía Vieja de San Lorenzo. Son dos obras de planta central, basadas en la armonía visual y en la alternancia, característica del artista, entre arenisca gris y estuco blanco. Pese a la importancia de su figura, la influencia de Brunelleschi en las generaciones posteriores fue muy limitada. Sin embargo, quien sin duda se inspiró de algún modo en él para sus realizaciones arquitectónicas fue Miguel Ángel
(Chillán, 1897 - Montevideo, 1967) Escritora, diplomática y periodista chilena. Novelista de gran importancia en las letras nacionales, perteneciente a la Generación del 27. Su niñez transcurrió en el campo, ambiente que luego reflejó en su obra. Estudió en Victoria, y en 1911 viajó a Europa y a otros países americanos. Retornó a Chillán en 1919 y comenzó a publicar poesías y cuentos en el diario La Discusión.
En 1923 se dio a conocer con su obra Montaña adentro, novela costumbrista y realista que la emparentaba con los criollistas (en especial con Mariano Latorre), y fue elogiada por Gabriela Mistral. La obra desmitificaba con lenguaje duro el presunto bucolismo de la vida rural, lo que ocasionó cierto escándalo entre las clases altas de Chillán. Pero pocos criollistas chilenos habían escrito con un estilo tan rico. Brunet se convirtió en la mejor novelista del ambiente campesino chileno, y como periodista colaboró en El Sur, La Nación y La Hora de Santiago y fue directora de la revista La Familia (1934-1939).
Como diplomática, el presidente Pedro Aguirre Cerda la nombró cónsul de Chile en La Plata (1939); luego fue secretaria de la embajada en Buenos Aires (1948) y agregado cultural y cónsul en Montevideo. Otras obras suyas son Bestia dañina (1926), María Rosa, flor de Quillén (1929), Humo hacia el sur (1946), María Nadie (1957) y Amasijo (1962). Entre sus libros de relatos se encuentran Don Florisondo (1926), Reloj de sol (1930), Cuentos para Marisol (1938), Agua abajo (1943) y Soledad de la sangre y otros cuentos (1967). Murió mientras leía su discurso de incorporación a la Academia Uruguaya de Letras. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1961