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Biografía de Melvin Calvin

Saint Paul, 1911 - Berkeley, 1997

Bioquímico estadounidense. Fue premio Nobel de Química en 1961 por sus descubrimientos acerca del proceso metabólico de la fotosíntesis, concretamente, por la forma en que las plantas consiguen la asimilación fotoquímica del carbono

De padres inmigrantes rusos, Calvin estudió en el Michigan College of Mining and Technology, donde en 1931 obtuvo su licenciatura en Química, y en 1935 se doctoró por la Universidad de Minnesota, con un tema de tesis sobre la afinidad electrónica de los halógenos. Sus estudios posdoctorales los comenzó en la Universidad de Manchester, Inglaterra, con una beca Rockefeller; allí trabajó con el profesor Michael Polanyi y se interesó por las metaloporfirinas, como compuestos de coordinación, y por las ftalocianinas, pigmentos de estructura cíclica, cuyos estudios le conducirían posteriormente a descubrir el mecanismo de la fotosíntesis.

En 1937 se incorporó a la Universidad de California y desde 1947 fue profesor de dicha universidad. Además, Calvin siguió trabajando en las propiedades físicas y químicas de ciertos compuestos orgánicos (sobre todo en lo que se refiere a su comportamiento electrónico, fotoeléctrico y fotoquímico) en el Lawrence Radiation Laboratory; allí escribió la obra The Color of Organic Substances, junto al profesor G. N. Lewis, y posteriormente The Theory of Organic Chemistry con el profesor G. E. K. Branch. En 1946 ya había tomado las riendas del grupo y se convirtió en Director del Departamento de Química Bio-orgánica

El interés de Calvin por el comportamiento de las moléculas orgánicas y el comportamiento catalítico de los compuestos de coordinación, unido a la utilización del carbono-14 como isótopo radioactivo (un método que él mismo ideó), abrió las puertas a la exploración de cómo se producía la reducción fotosintética del dióxido de carbono, una parte fundamental del proceso de fotosíntesis que constituye un ciclo de reacciones y que se conoce hoy día como el ciclo de Calvin.

La utilización del carbono-14 supuso una revolución en los estudios bioquímicos de la mitad del siglo XX, y Calvin y su equipo lo emplearon para identificar las reacciones y los productos de la ruta fotosintética. Para ello, Melvin Calvin y su equipo de trabajo utilizaron un alga verde unicelular, la Chlorella pyrenoidosa, y en diversas etapas del crecimiento celular midieron las minúsculas cantidades de compuestos radiactivos presentes; esos compuesto eran separados por cromatografía sobre papel y eran identificados por autorradiografía, con el carbono-14 como trazador.

Identificó así la mayoría de las reacciones implicadas en los pasos intermedios de la fotosíntesis. El primer compuesto estable aislado en el proceso fue el 3-fosfoglicerato, de tres átomos de carbono, y posteriormente le siguieron moléculas más grandes como la glucosa-6-fosfato. Cabe destacar también las aplicaciones derivadas del trabajo de Calvin en otros campos de la ciencia, por ejemplo, en las energías renovables como recurso natural, en el estudio del origen de la vida o en el estudio de materiales fotoeléctricos

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(Santiago de las Vegas, Cuba, 1923-Siena, Italia, 1985) Escritor italiano. Hijo de un ingeniero agrónomo, se trasladó de San Remo, donde transcurrió la mayor parte de su infancia, a Turín, para seguir los mismos estudios que su padre, pero enseguida los abandonó a causa de la guerra, durante la cual luchó como partisano contra el fascismo. En 1944 se afilió al Partido Comunista Italiano.

Tres años más tarde publicaba, gracias a la ayuda de Cesare Pavese, su primera novela, Los senderos de los nidos de araña, en la que relataba su experiencia en la resistencia. A la conclusión de la guerra, siguió estudios literarios en la Universidad de Turín, en la que se licenció con una tesis sobre Joseph Conrad, y empezó a trabajar para la editorial Einaudi, con la que colaboraría toda su vida.


Italo Calvino

Tras publicar algunas antologías de relatos, de tipo fabulístico, con las cuales se alejaba de la escritura realista de sus inicios, escribió la trilogía Nuestros antepasados, integrada por El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente, narración fantástica y poética, plagada de elementos maravillosos, en la que planteaba el papel del escritor comprometido políticamente. Por esa época, su relación con el PCI estaba ya muy degradada, hasta que, en 1957, acabó por desvincularse de él por completo.

Esta trilogía marcó un importante giro en su evolución literaria, ya que, dejando a un lado sus iniciales inclinaciones neorrealistas, consiguió reinventar magistralmente el conte philosophique del siglo XVII. Con un refinado juego de acontecimientos emblemáticos, que acercan el estilo del libro a la fábula, en El vizconde demediado (1952) se propuso analizar y denunciar la realidad contemporánea, así como la soledad y el miedo implícitos en la condición humana. Esta misma problemática continúa en El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959), obras en las que puso de manifiesto su conciencia de vivir en un mundo en el que se niega la más sencilla individualidad de las personas, reducidas a una serie de comportamientos preestablecidos.

Notable fue también su interés por los problemas de la sociedad industrial contemporánea y la alienación urbana, que quedó plasmado en otra especie de trilogía compuesta por La especulación inmobiliaria (1957), La nube de smog (1958) y La jornada de un interventor electoral (1963). Gracias a su labor de crítico literario en la revista Il Menabo, que codirigía junto a Elio Vittorini, entró en contacto con la obra de Raymond Queneau y del grupo experimental francés Oulipo, a cuyos planteamientos literarios, basados en el juego formal y la combinatoria de formas y estructuras posibles, se acercó de modo progresivo.

Tras publicar Marcovaldo (1963), libro en el que convergen las dos vertientes de su narrativa, la realista y la fantástica, su poética se abrió a un nuevo clima cultural, moral y estilístico, determinado por el interés hacia argumentos científicos o matemáticos y hacia la experimentación literaria, pero en el que pervive claramente su característica actitud irónica y deformadora con respecto a la realidad. En Cosmicómicas (1965) y Ti con zero (1967) el dato científico, los modelos inventivos paradójicos, la elaboración de increíbles teoremas o la construcción de situaciones irreales tienen como objetivo verificar un pensamiento científico, pero también huir de las costumbres de la imaginación para poder comunicar la verdad de una manera muy personal y con gran virtuosismo estilístico.

Retomó, al menos estructuralmente, su gusto por la fabulación fantástica en El castillo de los destinos cruzados (1969), una meditación mágica sobre el destino del hombre, y en Las ciudades invisibles (1972), descripción de una serie de ciudades imaginarias puesta en boca de Marco Polo. Se advierte en estas obras un deseo de indagar en los mecanismos de la escritura, en sus impedimentos y en los significados que se esconden detrás de las palabras y de las cosas.

Estas reflexiones se concretaron en sus últimos libros, Si una noche de invierno un viajero (1979), novela escrita en gran parte en segunda persona cuyos protagonistas son el Lector y la Lectora, y Palomar (1983), obra en buena parte autobiográfica, pero también tienen un papel importante en Punto y aparte (1980) y Colección de arena (1984), conjunto de ensayos y meditaciones sobre literatura y sociedad publicados en distintos periódicos y revistas.

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