Historiador y economista español. Nacido en una familia de terratenientes, estudió en Carrión de los Condes, Reinosa, Santander y en el colegio marianista de París (1900-1901), ingresando en 1902 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, donde se doctoró en 1910.
Amigo de Francisco Giner de los Ríos, participó en el movimiento pedagógico renovador de la Institución Libre de Enseñanza y, como miembro de la Unión General de Trabajadores (UGT), contribuyó a la fundación de un aula para trabajadores en la Casa del Pueblo de la organización en Madrid. Becado por la Junta para la Ampliación de Estudios, desde 1911 hasta 1914 estudió Economía en Múnich, Berlín, Viena y Londres.
A su regreso a España, el magisterio de Antonio Flores de Lemus lo decantó hacia el estudio de la historia económica de España, y en 1916 ganó la cátedra de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Murcia, obteniendo dos años después el traslado a la Universidad de Sevilla. Entre 1921 y 1923 viajó a Berlín y Friburgo, relacionándose allí profesionalmente con los grandes economistas de la época.
En 1926 apareció su primer trabajo importante: Sevilla, fortaleza y mercado, publicado en el Anuario de Historia del Derecho Español, revista dirigida por Claudio Sánchez Albornoz y en cuya fundación había participado el propio Carande. En enero 1930 fue nombrado rector de la Universidad de Sevilla, cargo que ocupó hasta marzo de 1931, cuando se trasladó a Madrid llamado por Niceto Alcalá-Zamora para formar parte del Consejo de Estado de la República.
En 1933, tras declinar la oferta de Manuel Azaña para que ocupara el Ministerio de Industria y Comunicaciones, trabajó como asesor del Banco Urquijo y fue consejero de la Compañía de Caminos de Hierro del Norte, del Ferrocarril Tánger-Fez y de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima (CAMPSA). Durante la guerra civil permaneció en Madrid, mientras que Queipo de Llano ocupaba su casa en Sevilla y mandaba quemar tres mil documentos reunidos por Carande en su biblioteca, relativos a la hacienda de los Trastámara.
Al término de la contienda fue separado de su cátedra, a la vez que nombrado consejero nacional de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas (FET y de las JONS), cargo que ocupó hasta incorporarse a la sección de Hacienda del Instituto de Estudios Políticos en 1942. Regresó a Sevilla en 1940, donde realizó una intensa labor de investigación en el Archivo General de Indias, que le sirvió para preparar su obra más famosa, pionera de la historia económica de España, una trilogía conocida con el título general de Carlos V y sus banqueros.
El primer volumen, La vida económica de España en una fase de su hegemonía, 1516-1556 apareció en 1943; los otros dos volúmenes que la integran son La Hacienda Real de Castilla (1949) y Los caminos del oro y de la plata. Deuda exterior y tesoros ultramarinos (1967). Concebida en un principio como un estudio breve sobre los empréstitos concertados por Carlos V con los banqueros europeos, la investigación de Carande se amplió hasta abarcar la estructura global de la economía española en la primera mitad del siglo XVI.
Reintegrado a su cátedra en 1945, cuatro años más tarde ingresó en la Real Academia de la Historia, después de que el Ministerio de Educación levantara el veto a su candidatura. Jubilado de su cátedra en 1957, en 1985 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Entre sus restantes obras cabe citar El despotismo ilustrado de los Amigos del País (1956), Informe de Olavide sobre la ley (1956), Siete estudios de Historia de España (1969), Otros siete estudios de Historia de España (1978), Personas, libros y lugares (1982), Galería de raros atribuidos a Regino Escaro de Nogal (1982) y Recuerdos de mi infancia (1987)
(Michelangelo Merisi; Caravaggio, actual Italia, 1571-Porto Ercole, id., 1610) Pintor italiano. Principal figura de la pintura italiana de su tiempo, aprendió el arte pictórico de un maestro de segunda fila, Simone Peterzano, y sobre todo a partir del estudio de las obras de algunos artistas venecianos. De 1592 a 1606 trabajó en Roma, donde no tardó en destacar no sólo por su original enfoque de la obra pictórica, sino también por su vida irregular, en la que se sucedían lances, peleas y episodios reveladores de su carácter tempestuoso y su falta de escrúpulos.
De Caravaggio se ha dicho que fue un revolucionario tanto por su vida turbulenta como por su pintura, en la que planteó una oposición consciente al Renacimiento y al manierismo. Siempre buscó, ante todo, la intensidad efectista a través de vehementes contrastes de claroscuro que esculpen las figuras y los objetos, y por medio de una presencia física de vigor incomparable. Al evitar cualquier vestigio de idealización y hacer del realismo su bandera, pretendió ante todo que ninguna de sus obras dejara indiferente al espectador.
Desde el principio de su estancia romana rechazó la característica belleza ideal del Renacimiento, basada en normas estrictas, y eligió el camino de la verdad y el realismo, realizando sus obras mediante copias directas del natural, sin ningún tipo de preparación previa.
Sus primeras creaciones son fundamentalmente pinturas de género que combinan la figura humana con escenas de bodegón y naturaleza muerta. Constituye un ejemplo emblemático de esta primera etapa creativa El tocador de laúd, donde un joven de belleza feminoide y sensual comparte protagonismo con frutas, flores y una serie de objetos relacionados con la música. En estas primeras obras resulta ya evidente el empleo estético de Caravaggio de los juegos de luces y sombras, si bien el claroscuro sólo sirve aquí como creador de volúmenes y de profundidad, sin añadir a la acción efectos de dramatismo, como sería habitual en las creaciones posteriores del artista.
La cena de Emaús, una de sus obras maestras, caracterizada por suntuosos tonos oscuros, sombras envolventes y haces de luz clara que inciden en puntos determinados, señala el comienzo del período de madurez del artista, quien se decanta abiertamente por la temática religiosa y trabaja por encargo de los grandes comitentes de la época. Algunas de sus obras son rechazadas por el naturalismo con que aborda los pasajes bíblicos, pero no faltan los mecenas laicos dispuestos a adquirir de buen grado aquellos cuadros que el clero no ve con buenos ojos.
A esta época corresponden las dos grandes realizaciones del artista: los retablos de la capilla Contarelli de San Luigi dei Francesi y de la capilla Ceresi de Santa Maria del Popolo, con La vocación de San Mateo y El martirio de san Mateo el primero, y La crucifixión de San Pedro y La conversión de San Pablo el segundo. Son obras, todas ellas, dominadas por una intensa acción dramática, muy estudiadas desde el punto de vista compositivo y en las que se obtienen resultados espléndidos con una gran economía de medios.
En 1606, Caravaggio mató a un hombre en una reyerta y se vio obligado a huir de Roma, adonde, muy a su pesar, nunca pudo volver. Murió cuatro años después en una playa solitaria, aquejado de malaria. En esta última época había pintado algunas obras en las que su dramatismo característico dejaba paso a una gran serenidad