Esta rica familia de notables de Nicaragua ha suministrado cinco presidentes de la República; su persistencia en el poder a lo largo del tiempo es un caso típico de la continuidad histórica de las oligarquías centroamericanas. El primero fue Frutos Chamorro , militar dedicado a la política desde 1836. Fue delegado supremo del Poder Ejecutivo durante la confederación con Honduras y El Salvador (1843-44), ministro de Hacienda en diversas ocasiones (1846 y 1851) y jefe del Poder Ejecutivo desde 1853. Conservó el poder hasta su muerte, pero una rebelión armada le impidió realizar sus proyectos políticos.
Pedro Joaquín Chamorro Bolaños (1818-90) encabezó la lucha armada por la independencia nacional frente a las apetencias de Gran Bretaña y de Estados Unidos por controlar la zona, pensando en la construcción de un canal de navegación que uniera el Atlántico con el Pacífico (1850-57). Más tarde, erigido en jefe del Partido Conservador, combatió en las luchas civiles de 1863-69. Fue elegido presidente de 1875 a 1879, periodo en el cual realizó importantes obras públicas e impulsó la enseñanza.
Emiliano Chamorro Vargas (1871-1966), ingeniero y militar, se inició en la política luchando contra el liberal José Santos Celaya (derrocado en 1909). En 1912 fue nombrado comandante en jefe del ejército nicaragüense. Más tarde representó a su país ante Estados Unidos, firmando el Tratado Bryan-Chamorro (1916), por el cual se concedía a los americanos el derecho de construir y utilizar un canal transoceánico en Nicaragua (que nunca se hizo).
Ocupó la presidencia de la República en dos ocasiones, en 1917-21 y en 1926; entre ambas, fue presidente su sobrino Diego Manuel Chamorro, de 1921 a 1923. Tanto uno como otro se mantuvieron en el poder merced al apoyo de Estados Unidos, cuyos intereses en la zona salvaguardaron eficazmente. Desde 1933 el general Emiliano Chamorro ejerció como jefe del Partido Conservador Tradicionalista.
Con el acceso al poder de los Somoza en 1936, los Chamorro quedaron apartados del gobierno hasta la caída de aquéllos en 1979; durante mucho tiempo, el general Chamorro encabezó desde Guatemala la lucha armada contra el general Somoza, en una lucha clásica entre caudillos de clanes familiares rivales. Los Chamorro conservaron su fortuna y una gran influencia social, sobre todo a través del periódico familiar, La Prensa, dirigido por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (1925-78). A través del periódico familiar y de la Unión de Liberación Democrática, se convirtió en una de las figuras más destacadas de la oposición a la dictadura de Somoza (llegando a formar parte del gobierno nicaragüense en el exilio formado en 1959).
Su asesinato en 1978 fue atribuido de forma generalizada al gobierno y acrecentó la impopularidad del mismo dentro y fuera del país. Tras el triunfo de la revolución sandinista en 1979, su viuda, Violeta Barrios de Chamorro (1929), que hasta entonces había permanecido apartada de la vida política, aceptó formar parte de la Junta Revolucionaria. Enseguida se retiró de la misma, denunciando las tendencias dictatoriales del régimen sandinista (1980) y pasó a capitalizar el recuerdo del periodista asesinado en sentido contrario.
La familia quedó así dividida, con la madre y dos hijos (Pedro Joaquín y Cristina) militando en la oposición, mientras otros dos hijos seguían fieles al sandinismo y ocupaban cargos de responsabilidad en el régimen (Violeta y Carlos Fernando, éste último director del periódico oficial Barricada, desde donde se enfrentaba ásperamente con La Prensa, dirigido primero por su madre y luego por su hermano Pedro Joaquín).
Cuando los sandinistas convocaron elecciones democráticas en 1990, Violeta Barrios aceptó encabezar la coalición opositora UNO (Unión Nacional Opositora), que obtuvo la victoria, convirtiéndose en presidenta de la República; su mandato (1990-96) estuvo marcado por los intentos de apaciguar las tensiones entre los sandinistas, los diversos grupos componentes de la UNO, los últimos reductos de la guerrilla contrarrevolucionaria y las presiones norteamericanas
(Guatemala, 1806-Granada, 1855) Político nicaragüense. Fue senador, delegado supremo para el poder ejecutivo de la Confederación de Honduras, Nicaragua y El Salvador (1843), ministro de Hacienda (1846 y 1851) y director supremo (1853). Durante su gestión evitó la guerra con Guatemala e intentó equilibrar el gasto público y recuperar el crédito. Murió pocos meses después de vencer a F. Castellón