Filósofo francés. Profesor y decano en Grenoble y ministro de Vichy (1940-1941), fue condenado a trabajos forzados (1944), pero recibió una amnistía muy poco después. Sus obras más destacadas son La noción de necesidad en Aristóteles y sus predecesores (1915), El hábito. Ensayo de metafísica científica (1929) e Historia del pensamiento (1955-1966)
(Nombre artístico de Maurice Édouard Saint-Léon; Ménilmontant, 1888 - París, 1972) Cantante y actor cinematográfico francés. Hijo de familia numerosa, el mundo del espectáculo le apasionó desde muy joven. Comenzó como acróbata, actividad que tuvo que dejar por problemas físicos. Se pasó al mundo del teatro, trabajando en diversos cabarets y music-halls parisinos al lado de la célebre Misstinguett, con la que formó una de las parejas más populares en los años diez del siglo XX, y alcanzó una justa celebridad gracias a canciones como Valentine, Ma pomme, Louise o Y´a d´Ia joie.
Sus primeros pasos cinematográficos los dio en películas cortas de Max Linder (El himeneo de Max, 1911; Par habitude, 1914). Finalizada la Primera Guerra Mundial trabajó a las órdenes de Henri Diamant-Berger (La mauvais garçon, 1921), y alternó estas colaboraciones con su trabajo en los escenarios franceses, en los que impuso su imagen de boluevardier que le acompañó siempre, adornada con su sombrero canotier, su bastón y el acento francés que le permitió conquistar Hollywood nada más llegar a tierras californianas
Tras intervenir en una de las primeras películas sonoras que se distribuyeron por todo el mundo, La canción de París (1929), de Richard Wallace, Chavalier entró de lleno en la que fue su mejor etapa. Dirigido por Ernst Lubitsch, el actor francés fue en el seno de la Paramount el conde Alfred en El desfile del amor (1929), el teniente Niki en El teniente seductor (1931), el doctor Bertier en Una hora contigo (1932) y para la Metro Goldwyn Mayer, sobre todo, el capitán Danilo en La viuda alegre (1934), todo un repertorio del buen hacer de Lubitsch en el que colaboró Chavalier con personajes a su medida: el galán atractivo, sonriente, embaucador e irónico, de aparente sencillez y estilo campechano, siempre inmerso en los sofisticados decorados y pícaros requiebros fruto del buen hacer del director
Entre estas películas trabajó a las órdenes de Rouben Mamoulian en Amame esta noche (1932), otro de sus excelente trabajos. En resto de su trayectoria se vio plagada de altibajos como el relativo fracaso de películas como El hombre del día (1936), de Julien Duvivier, y Grandes noticias (1938), de René Clair, o la interesante El silencio es oro (1947), también de Clair
De la última etapa estadounidense, además de intervenir ocasionalmente en programas de televisión como The Lucy-Desi Comedy Hour (1957) o The Revlon Revue (1960), destacaron sus participaciones en Gigi (1958), de Vincente Minnelli, y Fanny (1961), de Joshua Logan, película que resultó una interesante versión de Marius (1931), la historia de Marcel Pagnol sobre la vida en el puerto de Marsella. Al margen del cine, mantuvo su trabajo en el mundo de la escena, en que sus shows alcanzaron una notable popularidad. Publicó varios libros de memorias a lo largo de la década de los sesenta