Compositor español. El de Federico Chueca es uno de los casos más sorprendentes de la música española. Prácticamente sin formación teórica alguna (su familia le obligó a interrumpir sus estudios en el conservatorio para iniciar la carrera de medicina), se ganó el aprecio del público de su tiempo merced a unas obras de inspiración fresca y espontánea, de indudable raigambre popular. Su carrera musical comenzó cuando Francisco Asenjo Barbieri orquestó y estrenó unos valses escritos por Chueca después de que hubiera sido encarcelado por su participación en una revuelta estudiantil. El éxito obtenido le animó a tomar la decisión de abandonar la carrera de medicina para dedicarse a la música, en especial a la teatral. Nació así toda una serie de zarzuelas, la mayoría en un acto, entre las que se cuentan La canción de la Lola (1880), La Gran Vía (1886), Cádiz (1886), El año pasado por agua (1889), El chaleco blanco (1890), Agua, azucarillos y aguardiente (1897), La alegría de la huerta (1900) y El bateo (1901). Buena porción de ellas fueron escritas en colaboración con Joaquín Valverde, quien, así mismo, se encargó de las orquestaciones
(Moscú, 1873-Vologda, 1922) Químico ruso. Profesor en Petrogrado y en la Escuela Técnica de Moscú, llevó a cabo diversos trabajos sobre la actividad óptica de los compuestos de carbono