Emperador de Alemania (1250-1254) y rey de Sicilia (1237-1254). Su padre Federico II le entregó en 1237 el gobierno de Sicilia, hasta entonces en manos de su hermano Enrique. A la muerte de su padre, Conrado IV se convirtió en el nuevo emperador de Alemania, con la oposición papal. Su reinado se caracterizó por las convulsiones que sacudieron Alemania, donde parte de la nobleza se negaba a reconocer la autoridad de los Hohenstaufen y, apoyada por el Papa había escogido, en vida aún de Federico, a Guillermo de Holanda como emperador. Sicilia e Italia estaban revueltas por las luchas entre los partidarios del Papa (güelfos) y los del emperador (gibelinos). A su temprana muerte, dejó la Corona y sus pretensiones imperiales a su hermano Manfredo
(Conrado V de Hohenstaufen o Conradino; Wolfstein, 1252-Nápoles, 1268) Duque de Suabia, último representante de los Hohenstaufen; rey de Sicilia como Conrado II (1254-1258), rey titular de Jerusalén como Conrado III (1254-1268). Le tocó vivir el dramático epílogo de la lucha medieval entre emperadores y papas y el fin del sueño imperial para establecer una unidad alemana, época conocida como el gran interregno (1254-1273). En su lucha contra los emperadores alemanes, los papas buscaron el apoyo francés y dieron el reino de Nápoles y Sicilia a Carlos de Anjou que derrotó (1266) a Manfredo, tío de Conrado V, que se había proclamado rey de Sicilia en 1258. Conrado V entró en Roma en 1268, dispuesto a recuperar dichos territorios, pero fue derrotado en Tagliacozzo (1268) por Carlos de Anjou; con aprobación tácita del Papa, fue decapitado. Su muerte motivó las Vísperas Sicilianas