Pintor francés. Tras formarse durante dos años con pintores paisajistas como Michallon y Bertin, comenzó su trayectoria pintando al aire libre, fuertemente influido por el estilo italiano. Sus primeras obras, como El puente de Narni se caracterizan por una pálida luminosidad y una sutil expresividad poética. Presencia habitual en los Salones de Otoño, a principios de 1830 se decantó por una temática más modesta, aunque sin apartarse del paisajismo o el retrato (Jinete del caballo blanco, 1833). Regresó a Italia en 1843, momento a partir del cual fue matizando su paleta para captar con suave lirismo la textura luminosa de amaneceres y crepúsculos, en una especie de romanticismo calmo y reposado cuya técnica de pincelada corta anuncia el impresionismo (La danza de las ninfas, 1850). En esta última etapa, la pintura de Corot alcanzó un supremo equilibrio entre idealismo y realismo, que se tradujo en obras maestras tales como Mujer de la perla (1868-1870) o Mujer en azul (1874)
(Andrés García de la Barga; Madrid, 1888 - Lima, 1975) Escritor español. Abandonó los estudios de ingeniero de minas para dedicarse al periodismo. Dedicado a esta actividad absorbente, interrumpió hasta el final de su vida la labor como novelista que había iniciado tempranamente con los dos tomos de su novela La vida rota (1908, 1910).
Sobresalió con excelentes crónicas sobre París durante la Primera Guerra Mundial y fue un incansable viajero con funciones periodísticas a la vez que, de paso, se convertía en un activo difusor en España de la cultura internacional. Ortega y Gasset lo llevó a las páginas de El Sol, donde escribió regularmente hasta 1928 y del que llegó a ser director. Luego, de 1929 a 1931, enviaba desde Berlín colaboraciones periodísticas a La Nación de Buenos Aires y trabajos literarios a la Revista de Occidente.
Pertenecía a izquierda republicana y se había opuesto a la dictadura de Primo de Rivera. Después de la guerra civil, vivió exiliado en París (1939-47) y luego en Lima, donde dirigió la Escuela de Periodismo de la Universidad de San Marcos. Fue uno de los principales innovadores del periodismo español, y más tarde del peruano, al dar entrada a artículos de análisis y reflexión, en los cuales el contenido era tan importante como el estilo.
Corpus Barga había escrito, aparte de la mencionada novela, otros relatos, como Pasión y muerte del Apocalipsis y Un viaje en el año 19. En 1968 publicó en Lima la novela La baraja de los desatinos, crónica "cinematográfica" del XVIII, que al reeditarla en España tituló El hechizo de la triste marquesa (1971). Su obra narrativa evolucionó desde el realismo naturalista, que practicó antes de exiliarse en Perú en 1939, hacia formas más complejas en las que las técnicas del monólogo interior, el diálogo y la progresiva elusión del narrador, le sirvieron para lograr una natural fusión de los materiales autobiográficos y novelescos
En 1963, inició la publicación de sus memorias, bajo el título de Los pasos contados. Una vida española a caballo de dos siglos (1887-1957). Utilizó sus recuerdos como materia para una ambiciosa empresa literaria, pues, más allá de los motivos circunstanciales y autobiográficos, se trata de una obra de creación, escrita en una prosa conversacional, llena de imágenes y sombras, que sigue el sinuoso fluir de la memoria. La serie se compone de los siguientes títulos: Mi infancia, el mundo de mi infancia (1963), Puerilidades burguesas (1965), Las delicias (1967) y Los galgos verdugos (1973)