Político y diplomático británico. Después de estudiar en una de las más prestigiosas academias militares de Inglaterra, la Royal Academy of Woolwich, comenzó su carrera diplomática en 1872 con el cargo de secretario del virrey de la India, puesto que mantuvo hasta 1876. Un año más tarde fue trasladado a Egipto, país en el que desempeñaría la mayor parte de su trabajo consular.
No obstante, a pesar de los buenos resultados del comisionado británico de Deuda Pública en el país mediterráneo durante el mandato de Baring (1877-1880), en este último año fue de nuevo requerido para viajar a la colonia asiática para ocupar un puesto de importancia vital, el de Ministro de Finanzas. Baring estuvo en la India hasta 1883, año en el que su añoranza por Egipto, un país que admiraba profundamente y del que se mostraba interesado en sus aspectos artísticos e históricos, le hizo solicitar un puesto en la administración colonial de El Cairo.
Desde 1883, y durante las dos décadas siguientes, Baring fue el cónsul general, con plenos poderes de la Corona inglesa, en Egipto. Desde su instalación en El Cairo, Baring se rodeó de un competente equipo de jóvenes licenciados entre los que primó, a la hora de la contratación, su interés por el país africano y su conocimiento de las costumbres egipcias. El equipo de Baring logró que la estabilidad de las relaciones entre Londres y el jedive del sultán turco en Egipto, Mohamed Tawfik Pasá, fuera total, lo que a su vez ofreció la posibilidad de un brillante trabajo conjunto en pos de la modernización del país
Posiblemente sea Baring, quizá junto a Lawrence de Arabia (aunque éste por otras razones bien distintas), el británico del que mejor recuerdo guardan los egipcios, puesto que la reorganización llevada a cabo por su consulado fue total, desde el sistema financiero a las comunicaciones, pasando por el comercio exterior o el ejército. Prácticamente no hubo ningún campo al que no alcanzasen las reformas propugnadas por Baring. Además, en el debe del cónsul ha de figurar con expresa mención que la protección de los intereses de la Corona inglesa se hicieron con un exquisito respeto a las instituciones, a las costumbres y a los propios intereses de Egipto, gracias a la inusitada pericia y a las dotes de organización de Baring.
En este sentido, cabe destacar que en 1892, tras la muerte del jedive Pasá, Baring supo acomodar la situación para que el traspaso de poderes al hijo de éste, Abbas Hilmi II, fuese realizado sin ninguna intromisión por parte de los beligerantes funcionarios imperiales otomanos, siempre dispuestos a conspirar para hacerse con el poder en situaciones semejantes. Después de esta acción, Baring obtuvo del gobierno británico el título de barón de Cromer, como recompensa por sus acciones en el consulado egipcio
El siguiente hito en la carrera diplomática del barón de Cromer tuvo lugar en 1897, cuando consiguió, ante el entusiasmo de las oficinas egipcia y británica, la creación de un ejército mixto anglo-egipcio para conquistar el territorio de Sudán. Ese mismo año fue nombrado vizconde de Cromer y, en 1898, el ejército mixto se hizo con el control de Sudán, que pasó a ser gobernado también de manera dual por Egipto e Inglaterra. En 1901 Baring fue elevado al rango de conde de Cromer, el más alto escalafón de la nobleza británica.
Visiblemente afectado por el paso de los años, en 1907 Baring puso punto y final a una fructífera estancia de veinticuatro años en el país mediterráneo, y fue despedido con los honores correspondientes a un jefe de estado y con el recuerdo admirado de miles de egipcios y de ingleses residentes en El Cairo. Instalado en Londres, en 1908 fue nombrado miembro de la Cámara de los Lores, institución política en la que Baring participó con profusión, especialmente en los temas coloniales, en los que estaba considerado una autoridad
(Bruselas, 1888 - París, 1970) Dramaturgo belga en lengua francesa. Aficionado al teatro desde muy joven (su padre y su tío eran actores), muestra cierto despego por los estudios regulares, frecuenta durante breve tiempo una escuela municipal y a los doce años comienza a trabajar como empleado de un agente de cambio. Dos años más tarde "debuta" como actor en los Bouffes-Parisiens, y seguirá siendo actor hasta el día de su primer gran éxito, con El gran cornudo (1920).
Su primera comedia, Le Sculpteur de masques, un acto en verso de inspiración simbolista, fue estrenada en Moscú en 1905, aparece luego en la revista En Art y se representa en su forma definitiva y en tres actos en el Gymnase, en 1911. El mismo año estrena en el teatro del Parque, de Bruselas, Nous n´irons plus au bois, seguida en 1911, en el mismo escenario, de Le Marchand de regrets, comedia en la que el autor interpretó el papel principal.
El gran cornudo (Le Cocu magnifique), dirigido por su autor e interpretado por Lugné-Poe, suscita un intenso interés en París, en la Maison de l´Oeuvre, en diciembre de 1920. El tema del adulterio y los celos se trató en esta obra en forma tan exagerada que adopta acentos lírico-patéticos. Esta "farsa lírica", traducida a muchas lenguas, está considerada como una de las obras más significativas de la literatura teatral europea de entre guerras.
Establecido a partir de esa época en Saint-Cloud, en la casa de Verhacren, que el dramaturgo compartía con la viuda del poeta, Fernand Crommelynck estrenó todavía en Bruselas, en 1918, Los amantes pueriles. Siguieron Tripes d´or, estrenada en 1925 en el teatro de los Campos Elíseos (se trata de una sátira del capitalismo, que alcanza gran éxito en la U.R.S.S.); Carine ou la jeune fille folle de son âme, estrenada en la Maison de l´Oeuvre en 1929, año en que Crommelynck obtuvo el premio trienal de literatura dramática; Une femme qui a le coeur trop petit, estrenada en el mismo teatro en 1934; Caliente y frío, en el teatro de los Campos Elíseos en 1936, y vuelta a representar poco después con el título de Leona.
Durante la última guerra dirigió en Bruselas el teatro de las Galerías, en el que luchó contra la influencia flamenca; Crommelynck se estableció después en París, donde vio representadas en estos últimos años varias de sus obras. En los últimos treinta años de su vida no estrenó obra alguna