Poeta peruano. Destacan de su obra, caracterizada por un notable rigor formal, Formas de la ausencia (1954), Días del corazón (1957), Parque (1965), Destierro por vida (1969) y Reunión elegida (1988). En su faceta de estudioso de la literatura cabe citar Historia de la literatura republicana (1980). Fue Premio Nacional de Poesía en 1953
(Valladolid, 1920 - 2010) Periodista y escritor español cuya obra narrativa, que prolonga y renueva el realismo tradicional, lo ha convertido en uno de los literatos más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX
Miguel Delibes
Si bien se inició hacia 1940 como dibujante de caricaturas que firmaba con el seudónimo Max en el diario El Norte de Castilla, de Valladolid, no tardó en pasarse a la crítica de cine. En 1944 ingresó como redactor al mismo diario de su ciudad natal, del que también llegó a ser subdirector (1952) y director (1958-1963). Por entonces, después de hacer el bachillerato y el doctorado en derecho mercantil, obtuvo una cátedra de historia del comercio. Los textos legales tuvieron para él una capital importancia para definir su estilo preciso y desprovisto de adjetivaciones superfluas.
Aunque su primera novela La sombra del ciprés es alargada (1948) fue premiada, sus comienzos en la narrativa, incluyendo Aún es de día (1949), evidenciaron notables limitaciones en la estructura del texto y en la composición del relato, pero ya en El camino (1950) se mostró dueño de un mundo de ficción y de las herramientas de estilo que en adelante definieron su personalidad literaria. "El artista que lo es de verdad, dispone de un mundo personal e insobornable; su único problema y no baladí reside en la elección de una voz", declaró en cierta ocasión.
El estilo y la concepción de una prosa que revelaba una gran riqueza léxica constituyeron sus principales aportes a una renovación de la novelística española cuyo enquistamiento en el realismo era signo de decadencia. Este impulso confirió a su obra un aura de frescura que atenuó el conservadurismo ideológico que subyacía en el desarrollo y desenlace de sus historias.
Su insistencia en imponer la idea de la naturaleza y la aldea como lugares idílicos y la inmovilidad social presentada como forma de continuidad de tales espacios aparecen como expresiones del conformismo que inspira a sus personajes. Si bien siempre mantuvo el juego dialéctico de campo-ciudad como correlato de autenticidad-falsedad, como se observa, por ejemplo, en El disputado voto del señor Cayo (1978), no renuncia a buscar recursos expresivos que sean capaces de recrear la "realidad" inmediata
En 1966, la publicación de Cinco horas con Mario, obra más tarde adaptada al teatro, supuso su primer intento significativo de valerse de otros métodos narrativos para ahondar en su exploración de la sociedad a través de la vida íntima de sus personajes. Aquí, al igual que en novelas como Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Las ratas (1962) o Los santos inocentes (1981), la fuerza de los personajes y la identificación del autor con ellos hacen que las tesis políticas, éticas e ideológicas de éste queden nítidamente superadas.
Parábola del náufrago, publicado en 1970, representó su mayor intento de innovación de forma y experimentación lingüística. Un intento sin embargo en parte desvirtuado en la medida en que parodiaba los métodos modernos que había utilizado en consonancia con los propuestos por la novela hispanoamericana contemporánea. El diálogo es expresión de la memoria en Las guerras de nuestros antepasados (1974), como también lo es la epístola Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (1983) y, a la vez que formulación del tránsito a otra forma de organización social, del juego dialéctico entre lo auténtico y lo inauténtico.
Esta dicotomía característica del realismo dialéctico operó así como eje vertebrador de su producción y naturalizó su mensaje en libros como Diario de un cazador (1955), Diario de un emigrante (1957), 377A Madera de héroe (1987), Mi vida al aire libre (1989) o El hereje (1999). Asimismo cabe destacar su particular interés por Castilla, manifiesto en Viejas historias de Castilla la Vieja (1969) y Castilla, lo castellano y los castellanos (1988), y su afición a la caza, la pesca y el campo, que se refleja en El libro de la caza menor (1964), La caza de la perdiz roja (1963), Mis amigas las truchas (1978) y La naturaleza amenazada (1991).
En 1975 ingresó en la Real Academia Española. Obtuvo los premios de la Crítica (1962, por Las ratas), Príncipe de Asturias de las Letras (1982), Nacional de Literatura (1991), Cervantes (1993) y Nacional de Narrativa (1999)