Poeta chileno. Su obra, centrada en el paisaje y en los pobladores de la región del Arauco, anticipó el regionalismo de tipo criollista (Del mar a la montaña, 1903; Fontana cándida, 1953). Recibió en 1958 el premio Nacional de Literatura
(Eijsden, 1858 - Haelen, 1940) Antropólogo y paleontólogo holandés, célebre por su descubrimiento de los restos del homo erectus, el primer fósil que demostraba la evolución humana.
Ya desde la infancia mostró una gran afición por los fósiles y por las ciencias naturales: eran frecuentes sus exploraciones campestres en busca de pequeños huesos de animales. En 1877 ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Amsterdam, donde se graduó y llegó a ser lector de Anatomía (1881).
Bajo la influencia de los trabajos evolucionistas de Charles Darwin y sobre todo de Alfred Russel Wallace (quedó fascinado por su Viaje al archipiélago malayo, el país del orangután y del ave del paraíso, 1869) y en contra de la opinión científica mayoritaria de su época, decidió viajar al Sudeste asiático en busca de los fósiles del llamado "eslabón perdido", la especie que supuestamente conectaba al hombre con los homínidos, que según Wallace debió vivir en el archipiélago malayo.
En 1886 ingresó como cirujano militar en la Armada holandesa y al año siguiente se embarcó rumbo a las Indias Orientales (actual Indonesia) acompañado de su esposa y su hijo recién nacido. Estuvo dos años realizando excavaciones en la isla de Sumatra sin ningún resultado, y tras caer enfermo de malaria y ser trasladado a Java, halló en esta isla los restos que creía estar buscando: en un terraplén de unos quince metros sobre el río Solo, cerca del pueblo de Trinil, observó un conjunto estratificado de depósitos fluviales, arenisca y restos volcánicos muy propicio para encontrar fósiles.
Con ayuda del gobierno holandés, que le cedió un grupo de condenados a trabajos forzados, comenzó a excavar en agosto de 1891 y en poco más de un mes logró recuperar algunas piezas dentales y un cráneo; los arcos ciliares prominentes le indicaron que se trataba de un simio antropoide, y su tamaño era mayor que el de cualquier mono existente, pero aún no pudo determinar sus características y si se trataba del eslabón perdido.
Después de varios meses de interrupción del trabajo debido a las lluvias monzónicas, consiguió hallar cerca del cráneo un fémur que le indicó que esa especie andaba erguida, y que interpretó como el eslabón perdido; le dio el nombre de Pithecanthropus erectus, en deferencia al profesor Ernst Haeckel, que años atrás había denominado Pithecanthropus alalus (´hombre-simio sin habla´) al supuesto eslabón entre el simio y el hombre.
Intentó, a su vuelta a Europa en 1895, convencer sin éxito a la comunidad científica de la importancia de su descubrimiento, lo que le sumió en una depresión. A pesar de ello, sus excavaciones fueron cruciales para impulsar posteriores hallazgos de homo erectus en Asia (hombre de Pekín), Europa y África, confirmar la teoría del evolucionismo y dar a la paleoantropología rango de ciencia biológica. También descubrió el denominado hombre de Wadjak en la isla de Java, considerado por muchos paleoantropólogos el antepasado de los actuales aborígenes australianos.
A partir de 1899 ejerció de profesor de cristalografía, geología, mineralogía y paleontología en la Universidad de Amsterdam, y en sus últimos años, cansado de la polémica que rodeó su hallazgo, mantuvo que se trataba de los restos de un gibón