Rey de Gran Bretaña e Irlanda . Sucedió a su padre, Jorge V, en enero de 1936. Su reinado, sin embargo, iba a ser muy breve, debido al romance que mantenía desde 1934 con Wallis W. Simpson, una multimillonaria americana divorciada. El anuncio por el rey de su intención de casarse con la señora Simpson le enfrentó con el primer ministro Baldwin, quien expresaba los prejuicios de la época al considerar inadmisible tal matrimonio morganático. Eduardo fue obligado a abdicar en diciembre en favor de su hermano, Jorge VI, quedándole a él el título de duque de Windsor; en 1937 se casó por fin con Wallis Simpson.
Eduardo VIII
Sus simpatías por la Alemania nazi comenzaron a manifestarse entonces sin disimulos, canalizando el despecho que sentía hacia los medios oficiales británicos por el menosprecio recibido (por ejemplo, al no conceder a la señora Simpson el tratamiento de «Alteza Real»). Realizó un viaje a Alemania, en donde fue calurosamente acogido por Hitler; al estallar la Segunda Guerra Mundial (1939), se dedicó a dar discursos criticando la actitud británica y defendiendo a los nazis; aceptó el plan alemán para reponerle en el Trono si conseguían derrotar a Inglaterra; e incluso espió para Alemania, suministrándole información sobre la reacción británica en caso de invadir Bélgica.
Los duques de Windsor eligieron para pasar la guerra las dictaduras del sur de Europa: la España de Franco primero, y el Portugal de Salazar, después. Churchill consiguió apartarlos de la escena política enviando a Eduardo a gobernar las Bahamas (1940-45); acabada la guerra, se estableció en París hasta su muerte
(Woodstock, actual Reino Unido, 1330-Westminster, id., 1376) Príncipe de Gales. Brillante militar, tras firmar una alianza con Carlos de Évreux, rey de Navarra, se enfrentó a Juan II el Bueno de Francia, en la guerra de los Cien Años. En 1356, al frente de un pequeño ejército de 7 000 hombres, logró en Potiers una gran victoria sobre la caballería pesada francesa, acción en la cual hizo prisionero al rey de Francia y volvió a poner de relieve la eficacia de los arqueros ingleses contra las pesadas armaduras de la nobleza gala. Tras la firma del tratado de Bretigny en 1360, se trasladó a Castilla, donde se alió con Pedro I el Cruel en su lucha contra Enrique de Trastámara, que estaba apoyado por los franceses. Nuevamente la capacidad militar del Príncipe Negro se puso de manifiesto y en la batalla de Nájera sus tropas lograron derrotar a las del Trastámara. A pesar de lo destacado de su participación, sus desacuerdos con Pedro I le hicieron retirarse de la lucha y marchar de vuelta a Aquitania