Pintor belga. Miembro fundador del Grupo de los XX (1884), fue uno de los primeros representantes de la pintura expresionista. Si bien sus primeras obras se caracterizan por los paisajes brumosos de inspiración flamenca, a partir de 1880 Ensor alternó los bodegones -La col (1880, Museos Reales de Bellas Artes, Bruselas)- con los interiores, en los que predominaban los colores pardos, rojizos y azules de tono melancólico, como en La mujer de azul (1881, Museos Reales de Bellas Artes, Bruselas).
Sin embargo, pronto abandonó este primer estilo "oscuro" y se interesó por las escenas de carácter fantástico y grotesco, donde impera una cierta expresión burlesca y esperpéntica en todos sus personajes. Ensor alcanza su máxima expresión pictórica en obras como El asombro de la máscara (1889, Museo de Amberes), en las que máscaras, esqueletos y demonios son el fiel reflejo de la tragicomedia humana.
El asombro de la máscara (1889), de James Ensor
En 1888 realizó su obra más célebre, La entrada de Cristo en Bruselas (Colección Louis Franck, Londres), en la que representa, en una escena carnavalesca, a una muchedumbre alienada entre la que sobresale la figura de Jesucristo montado en un pollino. La individualidad creativa de Ensor frente a los movimientos artísticos del momento se tradujo en sus obras, convertidas en parodias irónicas y hasta agresivas de su época, como en Máscaras disputándose a un ahorcado (1891, Museo de Amberes).
En 1900, Ensor padeció una depresión nerviosa, por lo que su pintura decayó notablemente. En su último período activo realizó grabados y dibujos de paisajes o escenas de la vida cotidiana en los que la fusión del sueño y la realidad anuncian, de algún modo, el surrealismo. De hecho, los propios surrealistas lo reconocieron como un importante precedente de su incursión en el tenebroso mundo de lo fantástico y lo irracional
(?-?, 1307) Noble catalán. Con instrucciones de Jaime II de Aragón, siguió a Roger de Flor hasta Gallípoli capitaneando un grupo de almogávares (1304). A la muerte de Roger de Flor, quiso sucederlo como jefe supremo de la compañía y organizó la famosa venganza catalana. Declaró la guerra a Andrónico II y destruyó la ciudad de Heraclea (1305)