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Biografía de Diego Enríquez del Castillo

Segovia, 1443- id., después de 1503

Cronista castellano. Consejero del rey Enrique IV. Culpó a los nobles de los males del reino y defendió la legitimidad de la hija del rey. Autor de la Crónica de Enrique IV, fue detenido y se salvó de la muerte por su condición de eclesiástico. Es una obra útil para el estudio del reinado de Enrique IV

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Alberto Enríquez Gallo. Militar y político ecuatoriano. Nació el 24 de julio de 1894 en la hacienda Santa Rosa Grande, de propiedad de su padre, en la parroquia Tanicuchí, cantón Latacunga, provincia de Cotopaxi, murió el 13 de julio de 1962 en la ciudad de Quito.

Alberto Enríquez Gallo

Hijo de Luis Cornelio Enríquez Gallo y de Carmen Gallo Almeida, hermana del filántropo Alejandro Gallo Almeida, quien legó su cuantiosa fortuna a la Universidad Central de Quito para que se estableciera una escuela para mayordomos de hacienda, la que puso a funcionar el rector Pablo Arturo Suárez en 1933; y del padre Gallo Almeida, sacerdote jesuita autor de un texto de literatura ecuatoriana de escaso contenido crítico pero valioso por las fotografías que en él se publicaron. Todos eran latacungueños.
Fue el tercero de una familia de cinco hermanos, y estudió la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos de su ciudad natal.

El 15 de enero de 1900, al salir de clase con sus compañeros, presenció el paso de las tropas alfaristas que se dirigían a combatir al ejército del presidente Lizardo García en terrenos de la hacienda El Tambo de Cuilche. De regreso a su casa, pasó con seis amigos a recoger casquillos al Tambo de Chasqui, en cuyas llanuras iban a enfrentarse ambos ejércitos, pero el comandante Rafael Ramos lo increpó duramente por esa irresponsabilidad. Sin embargo, el general Alfaro, que se encontraba cerca, se aproximó y acariciándole la cabeza puso una monedita de oro en sus manos y le dijo: "Tus parientes han sido conservadores, pero tú serás liberal". El joven Enríquez solo atinó a contestarle: "Sí, mi General".

Meses después de esa aventura, entró a estudiar la secundaria en el Vicente León, donde siguió los tres primeros cursos. En 1910, de solo 15 años, al producirse el conflicto armado con Perú, se presentó al cuartel del Batallón Cotopaxi y sentó plaza de voluntario. El comandante Juan José Villacreses lo devolvió al colegio aduciendo que aún era muy joven. Vuelto a escapar, fue al cuartel del Batallón Pichincha insistiendo ante su jefe, el comandante Sánchez, quien por fuerza de los ruegos del muchacho, lo enroló como tambor de la unidad y, cuando pasó la movilización general, lo licenciaron con el cargo de cabo segundo, y regresó a clase. En julio de ese año, hubo consejo familiar, y su padre decidió enviarlo al colegio Mejía de Quito, en el que concluyó el cuarto año.

Su vida militar

En diciembre de 1911, con motivo de la revolución del general Pedro J. Montero, abandonando definitivamente los estudios, ingresó como cabo primero del Ejército gobiernista de los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade y avanzó a Huigra para atacar a las fuerzas de Flavio Alfaro.

El 11 de enero de 1912, recibió la orden de resistir con tres reclutas al pie de un puente, y allí se mantuvo pese al peligro. Después de la acción, fue abrazado y felicitado por Andrade. Al concluir la campaña, se le licenció como sargento primero. Años después, contaba la siguiente anécdota: "Un recluta muy joven me preguntó antes de la acción qué había que hacer para no huir, porque estaba con mucho miedo. Yo le contesté en broma: 'Amárrate las piernas'. El recluta así lo hizo y resistió en su puesto de combate. Al finalizar la acción, se lo llevaron en una camilla, porque había sido herido, pero mostraba en su rostro la satisfacción del deber cumplido".

Entre 1912 y 1913, siguió un curso en la Escuela de Aplicación para Militares Inferiores bajo las órdenes del coronel Luis Cabrera, y al concluirlo recibió el grado de subteniente. Viajó a Esmeraldas e intervino en la campaña contra el general Carlos Concha.

En 1915, ascendió a teniente, y ya era considerado el mejor caballista y jinete del país. El 1917, fue inspector de Alcoholes de la parroquia Angamarca. En 1918, recibió los despachos de capitán, fue enrolado en el famoso escuadrón Cazadores de los Ríos y triunfó en diferentes concursos hípicos. Entonces, fue destinado a combatir el cuatrerismo en las provincias de la Costa. Ese año, contrajo matrimonio con Piedad Portilla Castro, de quien se divorció años después, habiendo tenido sucesión.

Entre 1919 y 1920, desempeñó la Inspectoría de la parroquia Corazón (provincia de Cotopaxi) y fue reincorporado al Batallón Imbabura. A principios de noviembre de 1922, fue trasladado a Guayaquil; y el 15 de ese mes, cumpliendo órdenes del general Enrique Barriga, salió a patrullar la ciudad. A la altura de la avenida Olmedo, su escuadrón tuvo un encuentro con varios grupos de obreros y ordenó disparar al aire para amedrentarlos pero fueron contestados con piedras, resultando heridos el Corneta y el Teniente Matías Ulloa que cayeron de sus cabalgaduras. Enríquez ordenó cargar a sable y bayoneta y en la refriega fue herido en la clavícula izquierda logrando dispersar a los obreros hasta la calle Chimborazo, donde halló a Barriga que acudía con refuerzos. Como resultados de esas refriegas quedaron algunos cadáveres tendidos en el pavimento. Después comenzaría la matanza indiscriminada de obreros y gente del pueblo cuyos despojos fueron despanzurrados a punta de bayoneta y lanzados a las aguas del río Guayas para que no quedara evidencia del crimen colectivo. Nunca se ha podido calcular exactamente el número de víctimas, pero se estima que pudieron llegar al millar en ese aciago día de brutal represión militar.

En 1924, asistió al Curso de caballería organizado por la Misión Italiana y fue destinado al grupo de caballería No. 1, llamado transitoriamente como "Escolta" pues luego le pusieron "Yaguachi".
 La "revolución juliana"

En julio de 1925, se sumó a la revolución que depuso al presidente Gonzalo S. Córdova y la Junta Militar de Gobierno Provisional le ascendió a Mayor de Caballería. Ya era miembro de la Liga Militar establecida en el cuartel del Regimiento Bolívar en Quito.

Otros levantamientos

El 4 de marzo de 1927 le tocó sofocar la rebelión del general Francisco Gómez de la Torre en el norte del país, con grave riesgo de su vida pues actuó dentro del cuartel de los sublevados. En 1928, viajó a Chile a terminar una compra de caballos. En 1930, ascendió a Teniente Coronel y estando de Segundo Jefe del Escuadrón "Yaguachi" conjuró otra sublevación en contra del Presidente Isidro Ayora, quien le tenía en gran estima.

En 1931, fue nombrado Jefe del Regimiento de la Hacienda Remonta, en Cayambe, población que se había alzado contra los gamonales de los contornos y em la que imperaba un clima de violencia. Luego pasó a Primer Comandante del Regimiento de Caballería Yaguachi.
 La Guerra de los Cuatro Días

A fines de agosto del 32 los principales dirigentes de la Compactación Obrera que apoyaban al candidato presidencial triunfador Neptalí Bonifaz Ascázubi descalificado por el Congreso, le pidieron su apoyo, pero Enríquez lo negó terminantemente. El 28 de ese mes resistió con el Escuadrón a su mando durante la famosa Guerra de los Cuatro Días. El 2 de septiembre acompañó a los miembros del Cuerpo Diplomático hasta la hacienda de sus parientes los Ramos Enríquez, ubicada al sur de Quito y cerca de Lasso, donde se procedió a discutir el armisticio.

Mayor participación política

Convertido en uno de los hombres fuertes del Régimen de Alberto Guerrero Martínez, controló el orden en la elecciones de 1933, en las que fraudulentamente triunfó Juan de Dios Martínez Mera. Entonces, prestó su colaboración a los ministros de Defensa Juan Francisco Orellana, Luis A. Jaramillo y a su antiguo jefe, Enrique Barriga, que se sucedieron en dicho cargo.

En 1934, apoyó al encargado del Poder Abelardo Montalvo y luego al presidente José María Velasco Ibarra, pero al querer éste proclamar su dictadura, colaboró en su derrocamiento y propició el ascenso del ministro del Interior Dr. Antonio Pons Campuzano, quien designó como ministro de Defensa al general Manuel Ernesto Cepeda.

Para entonces, Enríquez y los demás miembros del alto mando convencieron a Pons de que su ascenso al poder había sido únicamente provisional y momentáneo con el fin de evitar la anarquía, y que debía renunciar o, en caso contrario, triunfaría en las elecciones recién convocadas el candidato conservador, el Dr. Alejandro Ponce Borja, frente a sus opositores liberales, Carlos Alberto Arroyo del Río y José Vicente Trujillo, que se hallaban divididos.

El 26 de septiembre de 1935, Pons dimitió ante el Ejército, en una histórica reunión celebrada en Baños de Agua Santa, y Enríquez hizo designar dictador a su padrino de bautizo, el Ing. Federico Páez, quien correspondió el gesto entregándole la espada de General de la República y nombrándolo en noviembre para el Ministerio de Defensa.

En esa cartera, Luis Alberto logró mantenerse con inteligencia y prudencia, hasta que en agosto de 1937 se instaló la Asamblea Nacional Constituyente. Entonces, Páez maniobró para obtener la Presidencia por cuatro años, pero se le adelantó Enríquez, y el 22 de octubre el Ejército proclamó su Jefatura Suprema. Se dijo entonces que Páez, al saberlo, había exclamado: "No me sorprende la cosa, pues mi ahijado de chico me meó y de grande me cagó". La verdad es que la dictadura de Paéz en los últimos meses había sido sangrienta y estaba muy desprestigiada por la tenaz persecución a las izquierdas.

Enríquez, en cambio, se mostró amplio y generoso, dando garantías a todos los perseguidos políticos. Entre agosto y diciembre dictó la Ley de Organización y Régimen de las comunas. Ese último mes se atrajo a las izquierdas aprobando el Estatuto Jurídico de las comunidades campesinas que había sido redactado por el Dr. Néstor Mogollón. Apoyó el reclamo de los trabajadores ecuatorianos en Portovelo contra la South Americam Development Co. que los discriminaba y aumentó los impuestos a dicha empresa, rechazando coimas y otros beneficios que le propusieron a título personal, pues siempre fue honestísimo.

En enero del 38 convocó a la Asamblea Nacional Constituyente y fundó el Museo y Archivo Nacionales. En febrero dictó la Ley de Carabineros. El 4 de marzo creó la Escuela Militar de Carabineros. En abril la Ley de Asistencia social. Luego salieron la Ley de Matrimonio Civil que cambió el status socio económico de los hijos y el Código de Menores. El 5 de agosto dictó el Código de Trabajo. Tanto él como sus Ministros eran de tendencia izquierdista. Mientras tanto, para concluir el período de dictaduras inaugurado por Velasco Ibarra en 1935, trabajó para una Asamblea Nacional Constituyente donde estuvieren equitativamente representados los tres Partidos Políticos Jurídicamente constituidos (Liberal, Conservador y Socialista). Dichos bloques estarían formados por igual número de Diputados y llegado el momento, fue electo Presidente de la Asamblea el Liberal independiente Francisco Arízaga Luque.

En gesto muy honroso y cumpliendo su promesa de retirarse del poder y del Ejército, se acogió a una parca jubilación tras 25 años de servicios y se fue a su casa.

De su Gobierno se ha dicho que fue de paz, libertad, progreso social y jurídico y que pasó con honor a la Historia. Los mismos asambleístas así lo reconocieron el 10 de agosto, mediante voto de Aplauso "como testimonio de honradez, por haber restituido el orden legal de la Nación." Por eso surgió su nombre para ocupar la Presidencia de la República pero algunos diputados se opusieron por haber sido dictador.

Aún más, como llegó a sus oídos ciertas críticas que se habían hecho por su ascenso a General en tiempos de Páez, devolvió el grado a los Asambleístas y se ausentó a su hacienda "Siberia" en el cantón Saquisilí de donde no se movió, viviendo olvidado en los régimes de Mosquera Narváez, Andrés F. Córdova, Julio E. Moreno y Arroyo del Río pero en 1940 viajó por negocios y salud a Estados Unidos y en 1943 a Bogotá.

Tras la revolución del 28 de mayo de 1944, fue degradado a Coronel por haber sido el creador del Cuerpo de Carabineros en 1937, pero la Asamblea Nacional Constituyente, en sesión celebrada el 7 de marzo de 1945, le rehabilitó el grado. Entonces Velasco Ibarra, vetó la resolución por retaliaciones personales, y a raíz de su dictadura del 30 de marzo de 1946 fue deportado con otros políticos de izquierda a Talara, en el norte de Perú, de donde siguió a Lima, radicando en esa capital varios meses.

El 12 de agosto de 1947, el Congreso Nacional le restituyó el grado de General de la República y el 25 cayó Velasco Ibarra, así que pudo regresar a Ecuador, arribando en septiembre a Latacunga con la aureola propia de todo desterrado político.

En mayo de 1948, el partido socialista lanzó su candidatura a la presidencia de la República en binomio con el Dr. Carlos Cueva Tamariz y aunque recibieron el apoyo de las izquierdas unificadas perdieron frente al centrista Galo Plaza Lasso.

En 1951, fue considerado su nombre para ocupar la Alcaldía de Latacunga. Vivía en una casita propia cerca del Tennis Club de esa población pero prefirió no aceptar por razones personales. Ese año contrajo segundas nupcias con Mariana Calderón Alava, natural de Manabí. Tenía 56 años pero se encontraba sano y optimista. El matrimonio fue bien avenido y tuvo descendencia.

En 1956, salió electo Senador por Cotopaxi y asistió a la Cámara Alta por cuatro años hasta que en 1960 nuevamente viajó a tratarse una úlcera gástrica en Estados Unidos y tras larga dolencia falleció en el Hospital Militar de Quito, a las cinco y veinte de la tarde, el 13 de julio de 1962, de 67 años de edad. Sus restos fueron velados en el interior del Palacio Presidencial y está sepultado en la cripta de la iglesia de la Paz.

Rasgos personales y corolario

Alto, delgado, marcial en todas sus actividades. Piel canela clara, pelo negro, nariz y orejas grandes. Carácter muy dado a las chanzas y bromas aunque a veces perdía los estribos y cometía pequeños excesos de los que pronto se arrepentía y hasta se disculpaba. No fue un Ambicioso de poder o de dinero. Quiso cambiar las estructuras del país y modificar la política tradicional, cayendo en la rutina constitucionalista que a nada condujo en la década de los años treinta. Su mayor aporte en favor del desarrollo jurídico del país fue la Ley del Matrimonio Civil y los Códigos de Menores y de Trabajo.

El Dr. Gualberto Arcos, en una obra magnífica titulada Años de oprobio ha escrito: "Caído Enríquez, la maledicencia criolla le acribilló. Fuerza es reconocer que su Gobierno, si no fue un dechado de capacidad como estadista, estuvo guiado por un honrado deseo de mejoramiento nacional y aún cuando fue netamente militar, los derechos ciudadanos fueron respetados. A nadie se encarceló, hostilizó, ni persiguió. La misma oposición fue respetada, sin embargo de la acritud que usó."

En cuanto a sus realizaciones materiales Arcos continúa "Clausuró los subpuertos sin control del estado, que el oro de las compañías extranjeras y las gestiones de Carlos Alberto Arroyo del Río alcanzaron de gobiernos anteriores; anuló el privilegio de que gozaban determinados capitales imperialistas de importar sin grávames libremente mercaderías, por las aduanas de la República.

Revisó los contratos con las compañías extranjeras, que si bien aportaron capitales al país, no pagaban los impuestos y grávames debidos y explotaban miserablemente a los trabajos manuales y por cuanto, gracias a la intervención de algunos abogados venales y altos empleados de la administración, habían alcanzado perjudiciales exenciones para la economía nacional".

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