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Biografía de Wolfram von Eschenbach

Eschenbach, actual Alemania, 1170-?, h. 1220

Poeta alemán. Estuvo al servicio del landgrave Hermann de Turingia y residió en su corte. A la muerte de éste, en 1217, se trasladó a Wildenberg. Su máximo logro poético lo obtuvo con la célebre epopeya Parzival, de 25 000 versos rimados, cuyo tema procede del Perceval francés de Chrétien de Troyes. Eschenbach convirtió el poema en una verdadera epopeya en la que el héroe asume el sentimiento de culpa propiciado por sus acciones desmedidas, iniciando posteriormente la búsqueda de la gracia mediante un camino de noble penitencia. Es éste el trasfondo básico que, ya en el siglo XIX, Wagner recogería para componer su famosa ópera del mismo nombre (Parsifal). Eschenbach compuso además diversas poesías líricas de tradición cortesana, así como dos epopeyas más, ambas inacabadas: Titurel, dedicada al tema de la fidelidad, y Willehalm, sobre el personaje de Guillermo de Aquitania

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(Leeuwarden, 1898 - Baarn, 1972) Dibujante y artista holandés. Tras estudiar el grabado sobre linóleo en Arnhem, entre 1919 y 1922 estudió en la Escuela de Arquitectura y Diseño Ornamental de Haarlem. En 1922 se trasladó a Italia, donde fijó su residencia. Viajó luego por Suiza y Bélgica, hasta establecerse definitivamente en la pequeña localidad holandesa de Baarn en 1941.


Escher

A esas alturas, la fama del artista no sólo recorría Europa sino todo el mundo; por ello, cuando en 1954 decidió exponer sus trabajos más recientes en Washington, logró vender los más de cien grabados que había seleccionado para la ocasión, algo casi imposible de conseguir en el caso de artistas que apuestan por obra gráfica.

Su progreso en todos los órdenes culminó con la creación de la Fundación Escher hacia el final de su vida, justamente en 1968. Por desgracia, esta institución, nacida para salvaguardar la obra del artista holandés, no fue capaz de evitar la adquisición de la mayor parte de sus fondos por un galerista norteamericano en 1981; posteriormente, ese fondo fue vendido a distintos clientes, lo que supuso la dispersión inevitable de la obra de Escher por diversas colecciones públicas y privadas

En un principio, Escher se mostró como un heredero directo de la escuela holandesa, con una obra primeriza en la que abundan los paisajes y escenas de las ciudades de ese país y de Italia. En esta época inicial, el holandés era un artista con tendencia abiertamente clasicista o academicista, en consonancia con el momento; sin embargo, su arte comenzó a interiorizarse a lo largo de su prolongada estancia en Italia.

Para estos años había cuajado su particular poética, con figuras de animales que se entrelazan caprichosamente para formar bellos, fantásticos y hasta fascinantes conjuntos, en los que se echa de ver un innegable onirismo; del mismo modo, Escher se dio a la creación de bellos patrones geométricos, en línea con artistas del pasado y otros contemporáneos que habían apostado por ese tipo de arte y su aplicación al diseño industrial (como William Morris o los Delaunay, Robert y Sonia)

Al mismo tiempo, Escher comenzó a trabajar en sus ilusiones espaciales, con edificios en los que las escaleras ascienden a la parte baja y descienden hacia la alta en un impresionante juego de perspectivas; del mismo modo, las leyes físicas parecen derrotadas en sus corrientes de agua, que descienden en su subida para caer en sorprendente cascada hasta la que es su propia fuente. En estos y otros exponentes de su arte, la ilusión creada sólo es posible sobre el papel; por el contrario, si hubiese que desarrollarlas en tres dimensiones, sus propuestas resultarían imposible de todo punto


Relatividad (1953), de M. C. Escher

Los biógrafos de este artista recuerdan la profunda impresión que en él causo su primera visita a España en 1925 y, muy en particular, su contacto directo con La Alhambra granadina; en ella, su decoración geométrica y su característico entrelazamiento presentan no pocos puntos de contacto con la poética escheriana. Todavía en 1936 Escher volvió a Granada y, fascinado como estaba por el arte musulmán, copió muchos de sus motivos para incorporarlos a su propio universo. El influjo hispano-árabe se percibe particularmente en la segunda etapa de su obra geométrica, correspondiente a los años que vivió en Suiza; para estos años, Escher es un maestro consumado en la técnica de composición a modo de teselas, como el llamaba a sus originales ensamblajes de piezas en sorprendente simetría o asimetría

En su particular apuesta estética, Escher se sumó a dibujantes técnicos, arquitectos y teóricos de las matemáticas, como él mismo gustaba de recordar a menudo. Con ellos, reconocía tener mayores puntos de contacto que con la práctica totalidad de los artistas plásticos; con ellos, de hecho, mantuvo una relación fluida que se plasma en su correspondencia privada. Por todo ello, no puede sorprender que, en 1958, Escher llegase a plasmar por escritos algunos de sus principios teóricos

La obra de Escher, caracterizada pues por el estudio detallado de los efectos ópticos y del motivo decorativo, constituye una de las más originales e idiosincrásicas del siglo XX. Espléndido dibujante, exploró las contradicciones de la perspectiva tradicional en la forma de paisajes e imágenes "imposibles" dotados de una insólita belleza

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