Almirante británico que llevó a cabo entre los años 1904 a 1910 profundas reformas en la marina de guerra de su país que aseguraron el predominio en el mar de Gran Bretaña durante la Primera Guerra Mundial
Fisher ingresó en la Royal Navy cuando apenas contaba con 13 años de edad, participando en la Guerra de Crimea como guardiamarina y en las costas de China, donde tomó parte, en el año 1860, de la conquista de Cantón. Tras especializarse en el estudio de la artillería para barcos, en el año 1874 fue ascendido al grado de capitán, con el cual comando varios navíos, se hizo cargo de una escuela para tenientes de artillería y presidió una comisión de la Royal Navy creada para revisar las tácticas de artillería naval, bastante arcaicas por aquel entonces.
En el año 1882, a Fisher le fue confiado el mando del acorazado Inflexible, con el que bombardeó la ciudad egipcia de Alejandría. Entre los años 1882 y 1885, dirigió la escuela de artillería naval de Porstmouth, además de ser uno de los oficiales que más luchó por llevar adelante la Naval Defense Act del año 1889. Tres años más tarde, en 1892, fue nombrado inspector general del armamento de la Royal Navy y miembro del Almirantazgo, tarea que llevó a cabo con la misma eficacia de siempre. Ascendido a tercer lord del Almirantazgo en el año 1892.
Durante la Guerra Hispano-estadounidense, Fisher fue nombrado jefe de la escuadra británica en las Indias Occidentales, puesto en el que contribuyó a entorpecer los movimientos de los buques españoles, lo que motivó la reconciliación definitiva entre Inglaterra y los Estados Unidos de América, relaciones que por aquel entonces estaban en su punto más bajo. Entre los años 1899 y 1902, Fisher fue nombrado jefe de la flota británica en el Mediterráneo, hasta que fue nombrado segundo lord del Almirantazgo, cargo en el que tan sólo estuvo dos años, puesto que, en 1904, consiguió ser nombrado primer lord del Almirantazgo
Entre los años 1904 y 1910, tiempo en el que Fisher estuvo al mando absoluto del Almirantazgo, realizó una serie de medidas que transformaron en profundidad la marina inglesa, proporcionándole una mayor eficacia y rapidez: reorganizó toda la flota, atendió a la adecuación y reparación de los astilleros de barcos de guerra, incentivó sobremanera la construcción de nuevos barcos para la Royal Navy, fomentó la investigación para mejorar la maniobrabilidad y el uso de los submarinos, así como de la artillería naval, y llevó a cabo un plan para sustituir el carbón por el gasóleo como fuente de propulsión de los buques de guerra.
Dándose perfecta cuenta del incremento del poderío naval que estaba desarrollando Alemania, Fisher reforzó la seguridad de las costas británicas y creó un contingente de hombres en la reserva dispuestos a incorporarse a la Royal Navy cuando surgiera cualquier tipo de contingencia imprevista. Fisher también fue el responsable de la construcción del acorazado Dreadnought, prototipo de los grandes acorazados modernos, que llevaba la artillería naval más mortífera conocida hasta entonces, hasta el punto de que rápidamente fue copiado por los alemanes. Cuando Alemania se lanzó de lleno a una carrera desenfrenada de rearme, Fisher logró persuadir al Gobierno británico para que éste diera el visto bueno a la construcción de ocho acorazados blindados
Ennoblecido en el año 1909 con el título de primer barón Fisher of Kilverstone, en enero del año 1910 Fisher continuó formando parte del Comité de Defensa Nacional, en cuyo puesto procuró seguir actuando en pro del desarrollo de la Royal Navy. Nada más estallar la Primera Guerra Mundial, Fisher fue reclamado por el primer lord del Almirantazgo, lord Winston Churchill, para que ocupara su antiguo puesto en el Almirantazgo. A pesar de su avanzada edad, Fisher respondió a la esperanza que habían depositado en él por su gran conocimiento y experiencia, dando un gran impulso a las construcciones de barcos y al reclutamiento de marinos.
Tras el desastre que sufriera una escuadra naval británica ante la flota del almirante alemán Graf von Spee en la batalla de Coronel, frente a las costa chilenas, Fisher propuso concentrar en secreto toda la flota del almirante Sturdee en las islas Falkland (islas Malvinas), maniobra que posibilitó una contundente victoria sobre los alemanes en la batalla de las islas Falkland, el 8 de diciembre del año 1914
Los problemas y las diferencias estratégicas comenzaron a surgir entre Fisher y Churchill por cómo llevar a cabo la campaña asiática. Churchill pretendía hacerse con el control del estrecho de los Dardanelos a toda costa y así poder llegar hasta la capital de Turquía y abrir un nuevo frente de guerra por el este para envolver a las potencias centrales. Fisher, con razón como luego se vería, tachó la táctica de improcedente y suicida, difícil de llevar a cabo sin antes no pagar un alto coste material y de vidas humanas.
Ante la persistencia de Churchill en realizar la ofensiva siguiendo los planes trazados en un primer momento, Fisher reclamó el respaldo del Alto Mando británico y del propio Gobierno. Pero ante la negativa o, en muchos casos, el silencio que halló, Fisher no tuvo más remedio que presentar su dimisión irrevocable, el 15 de mayo del año 1915, en protesta contra la postura mantenida por Churchill. Retirado de la marina, en el año 1919 Fisher publicó en dos volúmenes sus memorias, a las que tituló Memories and Records. Además de esto, también escribió multitud de obras de carácter técnico-naval
(Geoffrey Francis Fisher, Barón de Lambeth; Nuneaton, 1887 - Sherborne, 1972) Prelado anglicano que fue 99º arzobispo de Canterbury. Hombre de gran sentido ecuménico, fue el primer primado de Inglaterra que hizo una visita al Papa después de la Reforma.
Hijo del Reverendo Henry Fisher y de Catalina Richmond, siguió sus estudios en el colegio de Marlborough y Exeter College (Oxford) para ser ordenado sacerdote en la iglesia Anglicana en 1913. Fue profesor y director de la Repton School desde 1914 hasta 1932, año en que fue consagrado obispo de Chester, y luego de Londres, donde prestó sus servicios durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1945 fue consagrado arzobispo de Canterbury y Primado de Inglaterra. Ese mismo año era elegido presidente del Consejo Británico de Iglesias y en 1946, presidente del Consejo Mundial de las Iglesias. Especial resonancia en el ámbito interconfesional cristiano tuvo el viaje que realizó en 1960, durante el cual vistió al patriarca ortodoxo y a otros jefes de iglesias del Medio Oriente en Jerusalén; a Atenágoras I, Patriarca Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa Griega, en Estambul, y al papa Juan XXIII en Roma, constituyéndose así en el primer arzobispo de Canterbury que visitaba a un papa desde el tiempo de la Reforma.
En enero de 1961, presentó su renuncia ante la Reina y estableció su residencia en Trent (Dorset), donde siguió ejerciendo sus oficios ministeriales al servicio de las comunidades rurales. Al retirarse fue honrado con el título de barón de Lambeth. Pocos días antes de su muerte preparó un documento para un encuentro ecuménico en el Ampleforth College, en el cual expresaba su preferencia por un modelo de unión "federal".
El documento tuvo eco en el papa Juan XXIII, quien comentó al leerlo: "Por ahora, corremos cada uno por caminos paralelos, pero miramos hacia adelante hasta que, con la ayuda de Dios, un día nuestros dos caminos se acerquen y se unan". Fisher es recordado con admiración por su cordialidad personal, por su lúcida inteligencia, por su visión ecuménica y por su habilidad para el buen gobierno