Actor de cine norteamericano. Su vida estuvo siempre dominada por un espíritu inquieto, de manera que su posterior caracterización cinematográfica de aventurero fanfarrón encajaba a la perfección con su modo de vida desde la infancia; así, fue sistemáticamente expulsado de todos los colegios en los que sus padres le ingresaron (la mayoría de muy buena categoría), tanto en Australia como en Inglaterra (tras haberse establecido allí su familia). A los quince años consiguió un trabajo en la compañía naviera de Sidney, y un año después navegó a Nueva Guinea hasta que decidió dedicarse a la búsqueda de oro, empresa que resultó infructuosa.
Mientras, desempeñó los más variados y extraños oficios, entre ellos el de buscador de tesoros, castrador de ovejas, marino, pescador, soldado, friegaplatos o, incluso, buscador de perlas. En 1930 volvió por una temporada a Sydney, donde compró un pequeño barco al que llamó Sirocco, y navegó, con tres amigos, hacia Nueva Guinea. Allí consiguió trabajo como capataz de una plantación de tabaco, además de ser columnista en el Sydney Bulletin. Todas estas experiencias fueron narradas por él mismo en tres libros autobiográficos, más o menos novelados: Beam Ends (1937), Showdown (1946) y My Wicked, Wicked Ways (1959).
De regreso a Australia, aceptó el papel de Fletcher Christian en una película semidocumental titulada In the Wake of the Bounty (1932). Así, casi por casualidad, tomó contacto con la interpretación, y fue ganando poco a poco experiencia al intervenir en obras producidas por la Northampton Repertory Company. En Londres tuvo la oportunidad de participar en un filme de bajo presupuesto, Murder at Monte Carlo (1934), en el cual consiguió ser contratado, ya para Hollywood, por la compañía de los hermanos Warner
Llegó a Hollywood en 1935, donde apareció en algunas pequeñas producciones como actor secundario (a veces, casi de extra). Su verdadera oportunidad surgió muy pronto, ya que Robert Donat, actor de enorme parecido físico a Flynn (incluso portaba aquel pequeño bigote que le hiciera famoso), se cayó del reparto de la película que estaba preparando Michael Curtiz, El capitán Blood (1935), y este director llamó a Flynn, que por entonces sólo contaba con 26 años, para que encarnara al doctor Peter Blood, personaje que terminaba convirtiéndose en pirata.
La película es una vívida combinación de batallas en el mar, duelos a espada (contra el gran Basil Rathbone), y tempestuosos romances con la actriz Olivia De Havilland cerca de las playas caribeñas, ingredientes todos ellos que lanzaron al joven Flynn directamente al estrellato. Después de este éxito, la Warner puso a su disposición un generoso presupuesto para La carga de la brigada ligera (1936), de Michael Curtiz, donde el director y la pareja de actores protagonizaron una aventura con mayúsculas que tuvo su génesis en el famoso poema de Tennyson.
Al año siguiente participó en El príncipe y el mendigo (1937), de William Keighley, lujosa adaptación de la novela de Mark Twain que consiguió un gran éxito de taquilla y que fue objeto de un remake algunos años después. Inmediatamente después fue reclamado de nuevo por Curtiz para que encarnara a Robín de los bosques (1938), del propio Curtiz y Keighley, junto a Olivia de Havilland, además de Basil Rathbone y Claude Rains. Keighley, retirado al poco de comenzar el rodaje, dejó la dirección a Michael Curtiz, el director que, quizá junto a Raoul Walsh, mejor comprendió a Flynn, y cuya colaboración ha supuesto una de las páginas más brillantes y legendarias del cine de aventuras
Como los éxitos se sucedían película tras película, la Warner decidió que el trío debía seguir unido. Así, nacieron películas como Dodge City, ciudad sin ley (1939), o Camino de Santa Fe (1940), acompañados de Ronald Reagan, o El halcón del mar (1940), todas de Curtiz. Ésta última no contó con la Havilland, aunque sí intervinieron en ella Brenda Marshall y Flora Robson en el papel de la reina Isabel I de Inglaterra, la cual reprocha a Flynn (en un personaje inspirado en el pirata Drake) en público (aunque felicita en privado) que aborde los galeones españoles en el Caribe. El personaje de Isabel I aparecía asimismo en La vida privada de Elizabeth y Essex (1939), también de Curtiz, esta vez interpretada por Bette Davis, la cual se enamora de Robert Devereaux, Conde de Essex, personaje encarnado por Flynn
En la plenitud de su carrera volvió a trabajar junto a Olivia de Havilland en uno de los filmes míticos de la historia del cine, Murieron con las botas puestas (1941), de Raoul Walsh. La importancia de esta producción estriba probablemente en el impresionante vigor que Walsh imprimió a la puesta en escena y en el excelente guión, así como la prestancia de Flynn, que ofrece incluso a su personaje, más allá de su evidente heroísmo, una cierta inestabilidad que le enriquece
Quizá el año en el que alcanzara mayor popularidad (por diferentes motivos) fue 1942. Por un lado, protagonizó Gentleman Jim (1942), de Raoul Walsh, adaptación de la novela autobiográfica de James J. Corbett "The Roar of the Crowd", que alcanzó gran éxito; en ella encarnó a un personaje insolente que encajaba a la perfección con el tipo de papeles que solía interpretar Flynn. No obstante, su carrera sufrió un duro revés al ser acusado de violar a dos adolescentes en su yate. A pesar de que acabó siendo absuelto del delito, su imagen pública se resintió de tal modo que ya no pudo recuperarse. A esto debe añadirse que, en los últimos meses del año, su mujer, la actriz Lili Damita, le pidió el divorcio.
A partir de la segunda mitad de la década de los cuarenta, la carrera y la estrella de Errol Flynn empezaron a decaer. Los motivos de ello hay que buscarlos en sus problemas con la bebida, el tabaco y, sobre todo, las drogas, además de haberse ganarse una fama de mujeriego que nunca le abandonaría. A pesar de ello, su participación (en plena época del cine de propaganda bélica de Hollywood) en Objetivo: Birmania (1945), de Raoul Walsh, fue unánimemente aclamada, así como la excelente fotografía de James Wong Howe. Como curiosidad, la película fue rodada en blanco y negro, y los decorados, que emulaban la selva birmana y que habían sido construidos en un rancho californiano, eran ciertamente sorprendentes
En los cincuenta abandonó Hollywood para intentar relanzar su carrera en Europa, pero fracasó de manera estrepitosa. Para empeorar las cosas, perdió hasta el último dólar que tenía en un, desde el principio, maldito proyecto, William Tell (1954), que ni siquiera fue terminado. En 1956 volvió a Hollywood para, irónicamente, recibir estupendas críticas por su interpretación, completamente ebrio, en Fiesta (1957), de Henry King, basada en la novela de Ernest Hemingway. Volvió a interpretar absolutamente bebido sus dos siguientes películas, Too Much, Too Soon (1958), de Art Napoleon (donde da vida a John Barrymore), y Las raíces del cielo (1958), de John Huston. Por último, participó (además de coproducirlo) en un desastroso filme semidocumental, a mayor gloria de Fidel Castro y su guerra contra Batista, titulado Cuban Rebel Girls (1959), de Barry Mahon.
Un ataque al corazón acabaría con su vida cuando sólo contaba con cincuenta años, si bien en los últimos años su cuerpo y su rostro aparentaban una edad mucho más avanzada. Errol Flynn, a pesar del menoscabo que supusieron para su figura los escándalos en los que se vio inmerso y sus problemas con las drogas, ha pasado a la historia del cine como el más grande actor de aventuras
(San Giano, 1926) Dramaturgo y actor italiano, Premio Nobel de Literatura en 1997. Ignorado por las historias de la literatura o mencionado lateralmente, las obras de este autor aparecen disimuladas por su actividad como uno de los más completos hombres de teatro de su país
De hecho, para muchos críticos, Fo es esencialmente un comediante. Sin embargo, este excelente intérprete y director escénico supo fundir con enorme habilidad diversas tradiciones textuales: el humor de las vanguardias, la comicidad de la commedia dell´arte y la sátira política. Una de sus obras maestras, Misterio bufo (1969), un conjunto de monólogos contra la sociedad y la Iglesia, contiene las claves de su magisterio teatral en toda Europa. Cada secuencia está tramada con un ritmo y una tensión dramática y cómica preestablecidas, a las que la improvisación se debe ajustar.
Debutó con variedades satíricas de gran impacto moral, de las que era coautor junto con Franco Parenti -Il dito nell´occhio (1953) y Sani da legare (1954)-. Entre 1959 y 1967 hizo representar las Farse, dirigidas a un público burgués, en salas tradicionales, que de todos modos reflejaban, por medio de la estructura extravagante de la historia, de su ritmo agitado, de la inesperada explosión de efectos escénicos, una realidad cultural, costumbrista o, en ocasiones, política distorsionada o anormal -Isabella, tre caravelle e un cacciaballe (1963) o La signora è da buttare (1967)-.
Tras adherirse a las inquietudes juveniles de finales de los años sesenta, Fo optó por circuitos teatrales alternativos, y sus Commedie, de las que ha escrito ya varios volúmenes, significan una agresión cada vez mayor a la realidad del país, favoreciendo antes, durante y después de su puesta en escena, una discusión abierta con el público acerca de los temas no resueltos de la gestión política de la democracia.
Otra de sus obras más representadas, Muerte accidental de un anarquista (1971), estrenada en Milán por el colectivo La Comune, corroboró la percepción que Fo tiene de sí mismo: un juglar decididamente subversivo. Las consecuencias de sus posiciones políticas no fueron agradables: su mujer, Franca Rame, fue secuestrada por grupos fascistas y el Vaticano lo calificó de bufón, opinión que mantuvo incluso después del galardón sueco.
Distanciado del Partido Comunista a partir de los años 1980, estrenó Trompetas y frambuesas y Escarnio del miedo en 1981, inspirada en el secuestro de Aldo Moro. Entre sus obras más conocidas también figuran: El dedo en el ojo (1953), Séptimo, roba un poco menos (1964), Razono y canto (1972), No se paga, no se paga (1974)