Teólogo español. Sacerdote en 1956 y doctor por la Universidad de Tubinga (1959). Desde 1960 se dedicó a la enseñanza en la universidad pontificia de Salamanca. Es autor, entre otras obras, de Teología de la acción pastoral (1968), La evangelización, tarea de cristiano (1978); fue el director de la obra colectiva Conceptos fundamentales de pastoral (1983)
(Eugenio Florit y Sánchez de Fuentes; Madrid, 1903 - Miami, 1999) Poeta cubano. Inseparable, por contenido y vocación, de la gran literatura cubana del siglo XX, la obra y la vida de Florit se desarrollaron sin embargo en buena medida fuera de la isla, comenzando por su nacimiento europeo, hijo como era de una cubana casada con español.
No obstante, cuando su madre regresó a La Habana, en 1917, Florit consolidó unos estudios hasta entonces desordenados (se licenció en derecho y eligió la carrera diplomática) y, sobre todo, descubrió su vocación central: con poco más de veinte años dio a conocer su primer libro (32 Poemas Breves), y ya integrado al grupo de la revista Avance, que aglutinó la notable eclosión de las vanguardias insulares, publicó Trópico (1930) y Doble acento (1937), uno de sus títulos más importantes, prologado con entusiasmo por J. R. Jiménez, primer aval que obtuvo entre el exilio español, que lo consideró uno de sus poetas favoritos (J. Guillén, P. Salinas y L. Cernuda respaldaron varias de sus obras posteriores)
Todavía publicó Reino (1938) y Cuatro poemas (1940), antes de hacerse cargo del consulado cubano en Nueva York, al que renunció en 1945 para dedicarse a la docencia, que ejerció en la Escuela de Verano de Middlebury (Vermont), en la Universidad de Columbia y en el Barnard College neoyorquino, hasta su jubilación en 1969.
Había visitado por última vez la isla diez años atrás, pero sus diferencias con el régimen castrista le decidieron a no volver a ella, en la que había editado también La estrella (1947), culminación de su lírica religiosa y todavía gongorista, y Conversación con mi padre (1949) y Asonante final (1950), que marcaron su pasaje a la etapa definitiva de su creación, inscrita en la poesía de tono coloquial
Candidato reiteradas veces al Premio Cervantes, que no obtuvo, recibió en cambio otras numerosas distinciones de universidades españolas y americanas, y no dejó nunca de escribir. Entre los títulos de su madurez e incluso ancianidad destacan Hábito de esperanza (1965), Antología penúltima (1970) y el que sería su postrer poemario, Hasta luego, publicado en 1992
Cívico de honda inspiración, fue uno de los más sólidos valores de la poética hispanoamericana. Se le ha clasificado dentro de la corriente vanguardista, pero si bien es cierto que en ocasiones sus versos, aunque siempre llenos de una gracia luminosa, parecen arbitrarios, en otras el acento es clásico, bien medido y de perfecta arquitectura verbal. Reminiscencias gongorinas alternan en Eugenio Florit con dejos de la poesía popular. Su técnica está hecha de sutilezas y cadencias musicales.