Poeta catalán cuya obra es emblemática de la vanguardia del siglo XX en su lengua. No concluyó los estudios de derecho y se dedicó al periodismo en La Revista , Trossos (1918) y L´Amic de les Arts (1926-1928), y fue jefe de Cultura de La Publicidad (1922-1936). Sus principales textos teóricos los publicó en Quaderns de Poesia (1935-1936). Tras la Guerra Civil renunció a seguir en la profesión, ante la imposibilidad de ejercerla en catalán, y pasó a hacerse cargo de la empresa de pastelería familiar. Aun así colaboró con Ariel y Dau al Set.
Sus primeras prosas poéticas, Gertrudis (1927) y KRTU (1932) compiladas luego en Diari 1918 (1956) evidencian múltiples influencias, con predominio del surrealismo. Pronto, sin embargo, se aleja de las corrientes vanguardistas en pro de un camino propio en el que incorpora los más variados procedimientos y que se traduce en la alternancia de formas y estilos.
Entre los círculos minoritarios será reconocido como uno de los grandes poetas catalanes del siglo a raíz de Sol, i de dol (1947), recopilación de sonetos que sintetiza su particular síntesis de clasicismo y vanguardia, con un riquísimo léxico en el que se combinan arcaísmos y neologismos. La metafísica, la búsqueda de lo absoluto, constituye una de las constantes de su obra. Les irreals omegues (1949) es una muestra de su estilo más barroco. En On he deixat les claus (1953) ensaya el verso más corto y las formas populares. Importante es también Onze Nadals i un Cap d´Any (1960). Ciego ya, dictó L´estació (1985)
(Mijaíl Mijaílovich Fokin; San Petersburgo, 1880 - Nueva York, 1942) Bailarín y coreógrafo ruso. La figura de Fokine aparece indisolublemente unida a la del empresario Sergei Diaghilev y sus Ballets Rusos, para los cuales realizó las coreografías de obras más importantes y renovadoras del género en el siglo X
Ingresó en 1889 en la Escuela de Ballet del Teatro imperial Marinsky de San Petersburgo, en la que se graduó en 1898 y, casi inmediatamente, pasó a formar parte de la compañía. Pronto destacó por su magnífica técnica y expresividad, lo cual le permitió ascender a bailarín solista en 1904 y a profesor de la escuela al año siguiente. Casi de modo simultáneo, Fokine comenzó su carrera como maestro y coreógrafo, con los ballets Sueño de una Noche de Verano (Mendelssohn, 1902), Acis y Galatea (Kadletz, 1905) y La Viña (Rubinstein, 1906), puestos en escena por sus propios alumnos.
En 1905, la bailarina Anna Pavlova le encargó un ballet para un concierto en el Salón de los Nobles de San Petersburgo. Fokine creó para ella La Muerte del Cisne (Saint-Saëns, 1905), un solo de dos minutos que se convirtió en el símbolo de la nueva reforma del ballet ruso, tendente a abandonar las fórmulas clásicas de Marius Petipa. Fue el principal protagonista del éxito en Occidente del ballet ruso, posiblemente muy influido por la antitécnica de Isadora Duncan, aunque su revolucionario estilo no causó mella alguna en el conservador público ruso.
Según él, la única razón de ser de la técnica era servir a la expresión, y la música debe confiarse a compositores verdaderos y no a simples profesionales de la composición; sólo así el ballet alcanzaría una completa unidad de expresión de todos sus elementos. De esta forma, cuando en 1909 Diaghilev le invitó a unirse a los Ballets Russes como coreógrafo principal, Fokine aceptó de buen grado, pues por fin podría poner en práctica sus ideas, que rechazaban la mímica convencional y abogaban por la integración de la danza, música, argumento, escenografía y vestuario en una sola unidad.
Para esta compañía creó un importante repertorio con numerosas coreografías. Aunque continuó realizando trabajos esporádicos para el Teatro Marinsky, Fokine no regresó a San Petersburgo hasta 1914, cuando rompió sus relaciones con Diaghilev por haber sido relegado a un segundo plano en beneficio de Vaslav Nijinsky que comenzaba su carrera coreográfica. Permaneció en Rusia hasta 1918, produciendo nuevos ballets: Eros (Tchaikovsky, 1915), Francesca da Rimini (Tchaikovsky, 1915), El aprendiz de brujo (Dukas, 1916), Jota Aragonesa (Glinka, 1916) y Ruslan y Ludmila (Glinka, 1917), entre otros.
En 1923, al comienzo de la revolución rusa, se instaló en Nueva York, desde donde viajó a Europa en numerosas ocasiones para remontar algunos de los ballets creados para la compañía de Diaghilev, así como para poner en marcha nuevas coreografías. Poco antes de su muerte, comenzó a montar en Nueva York el ballet cómico Helena de Troya, que terminó de coreografiar David Lichine y fue estrenado en México el 10 de septiembre de 1942. Estuvo casado con la bailarina del Teatro Marinsky Vera Fokina, y el hijo de ambos, Vitale Fokine, fue durante mucho tiempo maestro de ballet en Nueva York. Su concepción del ballet como un todo unitario de danza, música y pintura ha ejercido una gran influencia