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Biografía de Friedrich Wilhelm Foerster

Berlín, 1869 - Kilchberg, 1966

Educador alemán. Hijo del astrónomo Wilhem Foerster, llevó a cabo sus estudios secundarios en el Gymnasium Friedrich Wilhem de su ciudad natal. Tras terminar éstos pasó por diversas universidades alemanas: en 1889 estudió en la de Friburgo de Brisgovia filosofía y economía política, para pasar más tarde a la de Berlín en la que cursó ética y ciencias sociales. El doctorado en filosofía lo logró en 1893 gracias a una tesis dedicada al desarrollo de la ética de Kant hasta la Crítica de la razón pura. Un año más tarde ya tenía la licencia necesaria para impartir clases en la Universidad, y en 1896 se habilitó para enseñar también en centros de secundaria en Zurich

Interesado por la labor editorial, desde el año 1896 y hasta 1898 se convirtió en el director de la revista Ethische Kultur. Además, en 1896 se le nombró director de la Liga Ética Internacional, puesto que ocuparía hasta 1901. Gracias a este cargo realizó diferentes viajes a Inglaterra (1898) y Estados Unidos (1899) para ampliar conocimientos. Establecido temporalmente en Zurich, en 1899 logró la cátedra de filosofía y pedagogía moral en la Universidad y en el Instituto Politécnico de la ciudad suiza (1901). Conforme se agrandaba su figura, lograba acceder a las cátedras de algunas ciudades como fueron Viena (1912) y Múnich (1914). En 1920 tuvo que volver a Zurich, ya que fue desposeído de su cátedra en Múnich a causa de sus ideas antibelicistas.

Esta expulsión le afectó tremendamente y le hizo sentirse incomprendido por las altas instancias educativas de su país. Foerster estaba convencido de que hacía falta una autoridad religiosa en materia de enseñanza como único medio de dominar el caos de opiniones y deseos. Esta necesidad se le reveló, ante todo, en algunos sectores especiales de la pedagogía, tales como la formación del carácter en sentido estricto, la educación sexual y la educación curativa tratándose de lo que él consideraba pecadores, delincuentes y anormales. En sus esfuerzos para resolver la cuestión de la formación del carácter, dio con el problema de la educación religiosa y, aunque no era católico, prestó importantes servicios a la pedagogía religiosa católica.

La experiencia de la Primera Guerra Mundial le conmovió profundamente, pero no provocó una ruptura en su pasado pedagógico, sino más bien una continuación que le hizo centrarse en la práctica y teoría de la política y en la educación política. Publicó numerosos artículos en la revista que él mismo editaba desde 1930, la bimensual Die Zeit, lo que le convirtió en enemigo de su patria. Incluso hubo una campaña organizada de teólogos protestantes y católicos alemanes contra su figura por sus ideas sobre la religión. En Zúrich mantuvo su residencia hasta 1840, cuando definitivamente decidió emigrar a Nueva York

Fue autor de un buen número de obras, todas de carácter didáctico, escritas muchas de ellas para educadores y no pocas para niños y adolescentes, con estímulos sagaces y realistas para inducirlos a la autoeducación. En su filosofía, eminentemente cristiana, tiende un puente entre el realismo y el idealismo mediante una nueva síntesis en la cual el mundo de lo real reclama el mundo de lo espiritual, según demuestra el conocimiento de la vida concreta. En sus teorías pedagógicas se opone a todo doctrinarismo y exclusivismo para recalcar la importancia de la formación de la voluntad iluminada por un ideal eterno.

De igual manera se interesó por el mundo del trabajo y de las relaciones entre sexos, por la ordenación de la escuela y por las relaciones entre los estados. En su abundante producción destacan títulos como Lenenskunde (Ciencia de la Vida, 1904), Lebensführung (Norma de la vida, 1909) Politische Ethik und politische Pëdagogik (Ética y pedagogía política, 1918), Autorität und Freiheit (Autoridad y libertad, 1911), Religion und Characterbildung (Religión y formación del carácter, 1926) o Mi lucha contra Alemania militar y nacionalista.

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(Vicenza, 1842-1911) Novelista italiano, heredero de A. Manzoni, cuya sensibilidad refleja las contradicciones de la moral religiosa en un mundo desestabilizado. Hijo de una familia culta y acomodada, estudió Leyes en las Universidades de Padua y Turín, y se graduó en 1864. Iniciada la práctica de la abogacía, pronto la deja en favor de la poesía y la literatura. Contrajo matrimonio en 1866 y halló en los afectos familiares el apoyo y la tranquilidad necesarios a un hombre de su carácter, o sea místico, fantaseador, extremadamente sensible, ávido de conocimientos, interesado en los problemas religiosos y morales e inclinado a la discusión.

No obstante, y aun cuando todo indujera a presagiarle una vida plácida de estudioso y poeta, su poesía precisamente -y, de una manera concreta, el fácil éxito inicial y las disensiones que más tarde suscitara- le ocasionó sinsabores e inquietudes. Se reveló poeta y agudo analizador del alma femenina en el cuento en verso Miranda (1871), historia de un amor callado, puro y fuerte en un noble espíritu de muchacha. Luego se inclinó a la novela y publicó Malombra (1881), Daniel Cortis (1885), Fidel y otros cuentos (1887), El misterio del poeta (1888), Pequeño mundo antiguo (1895) y Pequeño mundo moderno (1901).

Las heroínas de estos relatos aman ardientemente y suelen ser incrédulas; pero no caen jamás en la culpa, por cuanto su creador juzga más fuerte el espíritu que la carne. Con todo, muchos críticos y escritores contemporáneos que se declaraban positivistas en filosofía y realistas en arte, creyeron falso este moralismo de Fogazzaro y desconocieron la delicadeza y la humanidad de su psicología.

La repugnancia que le inspiraban las miserias morales de ciertos católicos hipócritas le llevó a satirizar a éstos en sus libros y a defender la necesidad de corregir estos defectos; a tal fin dedicó, además de varios textos polémicos, dos novelas: Pequeño mundo moderno y El santo (1905). Ello le valió la hostilidad de la Iglesia y, al mismo tiempo, de los círculos opuestos al catolicismo, temerosos de que las reformas propuestas por el autor les privaran de bases en que apoyar sus acusaciones; y así, puesto El santo en el Índice, aun los agnósticos y masones celebraron tal resolución, que perjudicó también a las restantes novelas de Fogazzaro.

Se salvó únicamente Pequeño mundo antiguo, bella obra de arte dedicada a hombres y episodios del "Risorgimento", cuyas luchas no dejaban lugar a pasiones de otra índole. No sin ciertos afanes de rebelión, el poeta inclinó la cabeza ante su condena. Acabó de amargar los postreros años de su vida la incapacidad de la crítica para reconocer la belleza de su última novela, Leila (1910). Fogazzaro murió poco después en el hospital de Vicenza, donde se hallaba para someterse a una intervención quirúrgica

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