Dux de Venecia. Elegido dux en 1423, promovió la expansión veneciana hacia el interior. Aliado con otros Estados italianos, luchó contra el ducado de Milán. Fracasada su política, fue depuesto en 1457
(Niccolò Foscolo; Isla de Zante, Grecia, 1788 - Turham Green, Reino Unido, 1827) Poeta, novelista y dramaturgo italiano. También filólogo, crítico y traductor, Foscolo representó al intelectual laico que poco después daría forma a la cultura del Risorgimento y, con ella, a la construcción del estado nacional italiano
Ugo Foscolo nació en una isla griega que pertenecía entonces a la República de Venecia. En 1795, cuando su familia ya vivía en Venecia, cambió su nombre original Niccolò por el de Ugo. Lector incansable de la literatura clásica griega, latina e italiana, y de los filósofos y pensadores modernos, modeló su espíritu en dos direcciones entrecruzadas: la creación literaria y la lucha política.
Ugo Foscolo
Su primera tragedia, inspirada en Vittorio Alfieri, al que admiraba ciegamente, se representó en 1797. Tieste, cargada de furor libertario, atrajo el interés de los críticos, pero también de la policía. La llegada de Napoleón a Italia, para quien escribió A Bonaparte liberador y A los nuevos republicanos (1797), le permitió salir esperanzado de sus sucesivos escondites. La decepción llegó de inmediato con el tratado de Campoformio (por el que Bonaparte cedía Venecia a Austria) y huyó a Milán.
Los amores apasionados e ilegítimos y la guerra lo llevaron a Bolonia, Génova, Florencia, otra vez a Milán y finalmente a Londres. Herido en dos ocasiones y decepcionado por el carácter subalterno de Italia en el sistema napoleónico, terminó y publicó Últimas cartas de Jacobo Ortis (1803), novela epistolar inspirada en La Nueva Eloísa de Rousseau y en el Werther de Goethe. A diferencia de sus modelos, la narración de Foscolo armoniza la decepción amorosa con la pérdida de la patria. Muy autobiográfica, la novela representa el drama más íntimo del autor: el desarraigo, que se traducirá, en todas sus producciones, en la defensa de lo individual, vivido como derrota, como contradicción y como destino.
De forma paradójica, sin embargo, la libertad del yo predestinado a la soledad no apela al lenguaje romántico sino a las formas clásicas herederas de una tradición impersonal, como se lee en los sonetos y odas de Poesías (1803) y en el carmen Los sepulcros (1807), su obra más célebre. En este carmen (forma que los latinos destinaban a lo solemne y ritual) de 295 endecasílabos libres, la reflexión sobre la muerte parte de una decisión muy discutida: según habían dispuesto los franceses, los muertos debían ser enterrados extramuros. Las sepulturas de Foscolo, recordando su dimensión más real, despliegan una cruel e infinita simbología: son una búsqueda de consolación y una aceptación heroica de la condición humana. Y esas "ilusiones", esos mitos sobre la muerte, inauguran, según él, la civilización, y fundan la sociedad y la historia humanas.
Influido por la ironía y el desapego de Viaje sentimental por Francia e Italia de Laurence Sterne, inventó además, en Noticia acerca del clérigo Didimo (1813) a un personaje y a su obra; como el propio autor, el ficticio clérigo conoció la vanidad social y la dureza de la vida militar