Historiador y crítico de arte francés. Fue profesor de la Universidad de Estrasburgo y de la Sorbona de París, donde enseñó sociología del arte. Estudió el arte francés e italiano, en especial la época moderna. En El espacio figurativo del Renacimiento al cubismo (1951), realiza una investigación sociológica sobre la base de los resultados de la antropología y de la psicología genética
(Anatole François Thibault; París, 1844 - La Béchellerie, 1924) Poeta, novelista y ensayista francés. Agudo librepensador, es considerado un maestro de la prosa por la sencillez y precisión de su escritura.
Hijo de un librero, forjó su cultura personal en el establecimiento paterno. En 1868 publicó su primer libro, Alfred de Vigny. Trabó amistad con P. Verlaine, C. Leconte de Lisle y S. Mallarmé. Su fama data de 1869, con la lectura pública de su poema La part de Madeleine (1869), con su compendio Los poemas dorados (1873) y un poema dramático, Las bodas de Corinto (1876), después de lo cual se volcó a la prosa, con Jocaste et le Chat maigre (1879). Colaboró en diversas revistas literarias. Se alejó de Mallarmé y Verlaine, y se relacionó con G. de Maupassant y H. Taine.
Su primera novela importante, El crimen de Silvestre Bonnard (1881), lo desmarcó de la corriente naturalista. Las ficciones autobiográficas Les Désirs de Jean Servien (1882) y El libro de mi amigo (1885) revelaron un anticonformismo que se plasmó en Tais (1890), novela histórica que celebraba el deseo en todas sus formas, contra el cristianismo represivo. En 1892 publicó en forma de folletín La Rôtisserie de la reine Pédauque, sátira al gusto del siglo XVIII en la que aparecía el personaje del abad Coignard, quien predicaba una moral de escepticismo tolerante. El personaje reapareció en 1893, en Las opiniones de Jerónimo Coignard, crítica de las instituciones de la Tercera República
Su escepticismo epicúreo se manifestó en los relatos históricos El estuche de nácar (1892), los ensayos cortos de El jardín de Epicuro (1894) y los cuentos de El pozo de Santa Clara (1895). En 1896 ingresó en la Academia Francesa, pero a pesar de su consagración literaria, quedó aislado al tomar partido por A. Dreyfus. El caso Dreyfus apareció en los últimos volúmenes de su tetralogía Historia contemporánea, compuesta por El olmo del paseo (1897), El maniquí de mimbre (1897), El anillo de amatista (1898) y El señor Bergeret en París (1901).
Partidario de J. Jaurès, esperaba que a la revisión del proceso Dreyfus siguiera una profunda reforma espiritual y social, como lo puso de manifiesto en Crainquebille (1901), relato de un error judicial, así como en Opiniones sociales (1902). Sus ilusiones se desvanecieron en los años siguientes con la descomposición del dreyfusismo, y su amargura quedó plasmada en La isla de los pingüinos (1908), sátira de la historia de Francia
La vida de Juana de Arco (1908) y los relatos Clio (1899), Los cuentos de Jacobo Dalevuelta (1908) y Las siete mujeres de Barba Azul (1909), son testimonio de su pasión por la historia. Los dioses tienen sed (1912), notable reconstitución del París del Terror a la vez que meditación sobre el poder, y La rebelión de los ángeles (1914), en la que el autor expresa sus opiniones sobre la religión, la inteligencia y la vida, son sus dos obras más importantes del último período.
Fundamentalmente pacifista, al estallar la Primera Guerra Mundial publicó Sur la voie glorieuse (1915) y Ce que disent les morts (1916), textos de fuerte connotación patriótica. Sus últimos años estuvieron marcados por la inquietud: la guerra había terminado mal y sería seguida de otros conflictos. Las esperanzas que depositó en la nueva Rusia se disiparon con las primeras purgas del régimen soviético. En 1921 recibió el premio Nobel de Literatura